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Tiene un iPhone como tendría Cristo dos pistolas

ANTONIO AVENDAÑO

Es duro hacerse mayor y tener que pasarse el día simulando que eres más joven de lo que en realidad eres y que te interesa más lo que pasa en Twitter que lo que pasa en el último novelón de Ken Follet. No es que Mariano Rajoy, nacido en 1955, haya llegado tarde a las nuevas tecnologías, es que las nuevas tecnologías han llegado tarde a él.

El ocioso lector que lea estas líneas tras haber leído las referidas a Rubalcaba estará pensando que le están dando gato por liebre y que esto que acaba de leer sobre Rajoy es lo mismo que ha leído hace unos minutos sobre su oponente.

No es que haya llegado tarde a la red, es que la red ha llegado tarde a él Pero, no, tranquilícese el receloso lector: el periodismo está mal, pero no tanto; las empresas están ahorrando, pero no hasta el punto de repetir un mismo texto en varias páginas, aunque mejor no dar ideas. La cosa es tan sencilla como que ambos comparten un mismo diagnóstico. Si en tantas otras cosas esta serie podría haberse titulado Vidas contrapuestas, en esto de internet habría que titularla Vidas paralelas, saqueando una vez más el título tantas veces saqueado del pobre Plutarco.

Aun con todo, Rajoy se ha modernizado antes que Rubalcaba. No es que sea el superlíder de las redes sociales, pero progresa adecuadamente: en mayo de 2009 ya había sumado más de 15.000 amiguitos en Facebook y por esas fechas el partido le facilitó un iPhone, que dicen que es el no va más en teléfonos inteligentes y que debe pegarle a Rajoy como le pegarían a un Cristo dos pistolas. Pero ahí su ventaja con Rubalcaba es sideral, pues es altamente improbable que el candidato socialista supiera responder correctamente a alguien que le preguntara a bocajarro qué es un iPhone.

Mariano Rajoy se estrenó en Twitter el 15 de septiembre y los datos demuestran que es un águila del ciberespacio. Una futura Historia de las redes sociales en la España del siglo XXI debería recoger sin ninguna duda el primer mensaje con que el candidato se internó valientemente en el desconocido territorio de las redes sociales: 'En el AVE llegando a Barcelona. A pesar de mi inexperiencia estreno con ilusión mi Twitter en el que cuento con todos'. Apasionante. Tan apasionante que sólo dos meses después el número de seguidores supera los 100.000, los mensajes en la última hora anterior a las 12 de la mañana de ayer eran 2.821 y la media de tuits en 24 horas desde su cuenta personal se elevaba a casi 26.500, quintuplicando los difundidos desde la de Rubalcaba, lo cual no significa que Rajoy esté todo el día dale que te pego a su iPad, sino que tiene en su equipo electoral más gente que el líder socialista en el suyo.

El número de seguidores de Rajoy en Internet supera los 100.000

Las redes sociales son así. Agregas a un político, sabes que no es él sino la gente de su equipo quien teclea los mensajes que te llegan y aun así te mantienes conectado, conservando la bella ilusión, algo infantil pero no por eso menos bella, de que ¡oh, es ÉL quien te está hablando a TI! La publicidad de toda la vida se parece bastante a eso. Y es que a veces ni la modernidad es tan moderna ni los antiguos son tan antiguos. O sí que lo son, pero no por ello se chupan el dedo.

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