Este artículo se publicó hace 16 años.
Los islamistas de la discordia
Rubalcaba lleva la contraria al juez e insiste en que el atentado de Barcelona no era “inminente”
La operación desarrollada el pasado sábado en Barcelona contra una presunta célula islamista se ha convertido, a pesar de que concluyó con el ingreso en prisión de diez de los catorce arrestados, en una especie de mundo al revés. Mientras la Audiencia Nacional sostiene, como afirmó el juez Ismael Moreno en su auto, que estaban listos para cometer un atentado suicida en el transporte público de Barcelona el pasado fin de semana, el Ministerio del Interior insiste en relativizar la capacidad operativa de los detenidos y, mucho más, la inminencia de la acción terrorista.
Es decir, al contrario de lo que ocurre habitualmente, la Audiencia Nacional ha ido más allá de lo mantenido en sus declaraciones por los máximos responsables de la lucha antiterrorista. Ayer volvía a ocurrir. Así, fuentes jurídicas aseguraban que el contenido del auto del juez Moreno en el que detallaba los planes de los yihadistas no sólo está basado en los datos aportados por el testigo protegido cuya información precipitó la operación, sino que cada una de sus afirmaciones sobre cuándo, dónde y cómo se iba a cometer el atentado estaban corroboradas por otras pruebas.
Tres declaraciones
En este sentido, el auto menciona las declaraciones de tres de los imputados, entre ellos el presunto líder religioso del grupo, Maroof Ahmed Mirza. A pesar de ello, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, volvía a insistir ayer en que el único elemento objetivo sobre este extremo eran las palabras del confidente –sobre las que, dijo, aún había “dudas” a pesar de que le daba “credibilidad”– y que no había nada más que permitiera hablar de un atentado “inminente”.
Pérez Rubalcaba hacía estas afirmaciones en una rueda de prensa junto a su homólogo de la Generalitat, Joan Saura, con la que pretendía “poner las cosas en su sitio”. No lo consiguió. En una comparecencia en la que el ministro aportó pocas novedades a lo conocido, insistió una y otra vez en que sus afirmaciones no contradecían el contenido del auto.
La principal muleta del ministro para negar la inminencia del atentado fue la escasa cantidad de explosivo incautada –30 gramos de nitrocelulosa enriquecida con perclorato– lo que llevaba a la Guardia Civil a concluir que iba a ser utilizado únicamente para “entrenar” a los presuntos yihadistas. De lo que supuestamente se habían desprendido dos de los detenidos en un cubo de basura –y que el juez describe como “material apto para la fabricación de explosivos”– dijo no saber nada, aunque reconoció que una de las líneas de investigación que se mantiene abierta es la búsqueda de más sustancias no localizadas.
Seis suicidas
Rubalcaba también mantuvo sus discrepancias con el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, quien había cifrado en seis el número de supuestos suicidas vinculados a la célula. Las fuentes jurídicas consultadas dan la razón a este último frente al ministro y aclaran que, aunque la resolución del juez Moreno habla de tres suicidas, en realidad hay otros tres, cuyo paradero se desconoce y cuya intención no era atentar en España.
El ministro sí reconoció que el grupo tenía “conexiones” con otros en el extranjero que no quiso concretar, pero eludió hablar de los suicidas huidos. Eso sí, se permitió hacer “especulaciones” sobre el extraño detalle de que la célula tuviera cuatro temporizadores cuando lo que pretendían cometer era un atentado suicida.
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