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Un joven capo descuartizador

Un extravío de dinero con el que pagar dos pequeños alijos de cocaína tuvo consecuencias trágicas

Ó. LÓPEZ-FONSECA

El joven capo consiguió que el colombiano Rodolfo H. M. acudiera aquel 20 de octubre de 2007 a un piso del barriomadrileño de Vallecas mediante el engaño de poder adquirir allí una partida de esmeraldas. Cuando traspasó la puerta, varios de sus hombres lo golpearon y tiraron al suelo. El narco, que entonces sólo tenía 22 años, se limitó a apretar el gatillo de un subfusil Uzi para que ocho balas acabaran con la vida de la víctima. Su delito: haber extraviado el dinero con el que debía haber pagado dos pequeños alijos de cocaína. Luego, el capo veinteañero ordenó a sus secuaces que decapitaran el cadáver y le seccionaran las extremidades para esparcirlas a las afueras de Madrid en bolsas de basura.

Tres años después, Guardia Civil y Policía Nacional han detenido a los siete presuntos implicados en aquella muerte. Entre ellos, a Joaquín Juan Fernández Montero, el joven capo y supuesto autor material del crimen, al que los investigadores consideran a sus 25 años como uno de los emergentes jefes del histórico clan de los Jodorovich, relacionado con el tráfico de drogas en Catalunya.

Su detención llegó después de que los agentes localizaran recientemente el ático en la Zona Franca de Barcelona, donde se ocultaba bajo fuertes medidas de seguridad. Joaquín Juan contaba con escolta, y un toxicómano realizaba por él todos los contactos con los proveedores de droga para evitar ser detectado por la policía. Una seguridad que le había permitido hasta ahora estar casi limpio: sólo contaba con una detención por tenencia ilícita de armas.

Sin embargo, hace dos meses, la policía recibió el chivatazo de un delincuente que resultó clave para completar el puzzle del crimen y localizar al joven capo que ordenó descuartizar a su víctima.

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