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Llamazares y la rival del PCE pelearán en unas primarias

El Consejo Político de IU avala la candidatura de Marga Sanz a la Presidencia del Gobierno y refrenda la elección por correo impulsada por la dirección federal

Juanma Romero

A estas alturas, no vale la pena ocultarlo. Esconder la indignación, el gesto crispado, la pesadumbre y la rabia. Gaspar Llamazares ha aprendido a construirse una coraza para que la ráfaga de balas que le disparan en cada Consejo Político Federal, cada tres o cuatro meses, no le llegue a derrumbar.

Y eso que la reunión de ayer, la del máximo órgano de Izquierda Unida entre congresos, era quizá la más compleja desde la asamblea extraordinaria de 2004, aquella que le refrendó como coordinador de la federación. Ayer el Partido Comunista de España (PCE) consumó su desafío. Selló la quiebra. Presentó a su protegida, Marga Sanz, como candidata a la Presidencia del Gobierno. Lo logró. Obtuvo el 34% del favor del Consejo. Es decir, 85 avales, 15 más de los exigidos por los estatutos de IU.

El lanzamiento oficial de la líder de los comunistas valencianos (PCPV) aboca a la coalición en una situación insólita en sus 21 años de vida: dos rivales se batirán por La Moncloa en unas primarias. La elección recaerá en los 55.000 afiliados de IU. Todos recibirán una carta en su casa con dos sobres, dos papeletas y un código de barras que les identifica. Su voto deberá estar en Madrid antes del 6 de noviembre.

Sanz tendrá una primera guerra que ganar. Darse a conocer. Lo pudo comprobar con la prensa: los periodistas recurrieron a la entrevista (con foto) que ayer lanzaba Público para saber cómo era.

Una IU “orgullosa”

Su discurso, en cambio, sí corría por cauces trillados, los que pisan los críticos con el líder de IU. La federación, subrayó, ha de recuperar su “credibilidad e influencia social”, “redibujar su perfil” y “perder su papel subalterno al PSOE”. “Reconocemos el papel positivo del grupo parlamentario [en el Congreso], pero muchas veces se ha dado la espalda a propuestas asumidas por IU”.

Llamazares quiso entrar al quite, siempre después de mostrar su “aprecio y respeto” a Sanz. Opuso el “buen rollo”, el “talante conciliador” e incluso la “viveza en los debates” en el seno de IU a los que buscan, desde la atalaya del PCE, la “confrontación”. “Algunos plantean que hay dos proyectos políticos. Uno, con todas las bendiciones rojas y otro, sospechoso de no sé qué veleidades. El único proyecto de IU es el fundacional: el rojo, el verde, el violeta. Lo que hay son dos líneas políticas”. La suya y la de sus adversarios, los que denostan, recalcó, la alianza con Iniciativa per Catalunya-Verds en el Congreso y los que niegan todo pacto con el PSOE. “No quiero una IU masoquista, sino una IU orgullosa, confiada en su militancia y sus cargos públicos”.

Alcaraz: “Votación exótica”

Los 58 delegados que tomaron la palabra mostraron las trincheras. Del lado gasparista, la diputada Montse Muñoz (“¿Por qué tenemos siempre que construir desde la nada y la miseria interna?”), el consejero vasco Javier Madrazo o el nuevo líder extremeño, Pedro Escobar.

Del ala dura del PCE, sus grandes prebostes, Felipe Alcaraz y Francisco Frutos. Ambos repitieron que el sistema de elección, por correo, impulsado por la dirección, era “ilegal” y “exótico”. Lo único posible, remacharon, es el voto directo y en urna. Perdieron. El método de primarias fue respaldado por el 57% del Consejo Político.

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