Este artículo se publicó hace 16 años.
Losantos justifica sus insultos a Zarzalejos en la sátira y el humor
La fiscal apoya la demanda del ex director de ‘ABC’ y que sea indemnizado con 600.000 euros
“Sin la crítica, el humor y la sátira es impensable la libertad de expresión”. El locutor Federico Jiménez Losantos utilizó esta frase para justificar los apelativos que dirigió al ex director de ABC José Antonio Zarzalejos entre abril de 2006 y octubre y noviembre de 2007.
Declaraba como acusado por la demanda por intromisión ilegítima al honor que presentó contra él Zarzalejos, al no encontrarle el lado humorístico a ser llamado reiteramente “sicario”, “necio”, “detritus”, “escobilla para los restos”, “pobre enfermo”, “despojo intelectual” o “Carcalejos”, mediante la deformación de su apellido “con un juego de palabras más o menos afortunado”, según lo definió en su alegato final el defensor de Losantos, Edmundo Angulo.
La juez de Primera Instancia número 69 de Madrid, Asunción Remírez, intentó por todos los medios que la vista no se desviara del objeto: determinar si el honor de Zarzalejos resultó afectado por las palabras de Losantos o éstas están amparadas por la libertad de expresión. Por eso, cortó varios intentos del locutor de remitirse a otros artículos suyos o dar más explicaciones que las que exigían las preguntas.
La improvisación de la radio
A preguntas de la representación legal de Zarzalejos, de la que se ocupó el catedrático Ignacio Díez-Picazo, Losantos explicó que la radio es un medio “más improvisado” que la prensa y que el “contexto” y el “tono” son fundamentales para determinar el significado de una palabra concreta y si es insultante o no.
Según Losantos, los términos que utilizó para referirse al entonces director de ABC son “habituales” en “una pelea entre medios” de comunicación, y se quejó de que el citado diario también había hablado de él y no se había querellado contra nadie.
Agregó que “en el último año” había sufrido “un acoso muy notable por parte de distintos medios y partidos políticos”. A ella atribuye las distintas querellas penales iniciadas contra él por sus acusaciones sobre que la Policía manipuló pruebas en el 11-M. “A juicio sólo llegó la de Ruiz-Gallardón; sorprendente, siendo tantas”, indicó misterioso.
Díez-Picazo le preguntó entonces si era cierto que se había burlado del “precio del honor de Gallardón”, cuando se le condenó a pagar una multa de 36.000 euros. Losantos respondió que no recordaba con exactitud lo que dijo y que “los medios publican las cosas tal y como las entienden”.Por su parte, Zarzalejos, que dijo sentirse “absolutamente vilipendiado” por las palabras de Losantos, negó que estuvieran relacionadas con ninguna discrepancia editorial entre la Cope y ABC, pese a que el periódico defendía a Gallardón y la investigación policial y sumarial de los atentados del 11-M, y la emisora, según Losantos, consideraba que el alcalde sería “una ruina” para la derecha y era una de las principales defensoras de las teorías conspirativas.
Aquí sólo por los insultosEl abogado del ex director de ABC insistió en que la demanda sólo se presentó por los insultos proferidos por Losantos, porque “la libertad de expresión” para Zarzalejos “es sagrada” y habría respetado cualquier crítica que le hubiera hecho, pero no mediante insultos “deliberados”, “con el propósito claro de menoscabar” su pofesionalidad. Además, sostuvo que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en ningún caso ampara el insulto, ni para personajes públicos, ni para contribuir a crear libre opinión. “Si una ristra de insultos como ésta no afecta a la fama de una persona, ninguna lo hará”.
Un argumento similar utilizó la fiscal María Gómez Galindo para adherirse a la demanda de Zarzalejos, que pidió que fuera estimada en su integridad, y que sea indemnizado con los 600.000 euros que reclama por los daños morales causados.
La defensa de Losantos esgrimió el “enfrentamiento editorial” mantenido entre la Cope y ABC para justificar la “ironía y los juegos de palabras” de su cliente. Recordó a Quevedo y a Góngora, para defender la sátira, y una sentencia estadounidense en la que se avaló que se parodiara a “un predicador de verdad”. “Si la reputación de Zarzalejos hubiera quedado incapacitada, no tendría su cargo actual”, concluyó.
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