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Mas busca una "gran mayoría" que reconstruya Catalunya

El líder de CiU huye de la crispación de otras campañas y exhibe fe en el triunfo

FERRAN CASAS

En 1980, Jordi Pujol llegó a la Presidencia de la Generalitat con ánimo de 'construir' Catalunya. 30 años después, el líder de CiU, Artur Mas, asumió este domingo por tercera vez el reto de ocupar el principal despacho del Palau con ánimo de 'reconstruir' el país tras siete años de gobierno de izquierdas. Para ello reclamó una 'gran mayoría' que le permita gobernar sin las hipotecas que, para cualquier programa, es hacerlo en coalición.

En un acto en el reformado monasterio del Císter que reunió en una misma sala a los entregados consejos nacionales de CDC y de UDC con el fin de elegirle candidato y dar el banderazo de salida a la carrera electoral, Mas trazó las líneas de su campaña. Dejó claro que, a diferencia de lo que hizo en 2006, cuando cayó en un tono corrosivo con el tripartito que proyectó una imagen crispada, ahora las cosas serán diferentes. Se trata de volver al Govern sin que el poder sea 'una finalidad en sí mismo'. Para llegar hace falta 'sed'. Pero no 'sed de revancha o venganza' para aplicar 'el ojo por ojo'. Según Mas, la sed debe ser 'de superación y ánimo de levantar Catalunya: reconstruirla con espíritu positivo'.

Tras siete años 'con momentos duros', CiU no ha desaparecido ni se ha distraído en pleitos internos, cosa de la que se jactaron tanto Mas como su socio y líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida. Ello no fue óbice para admitir que se consideren en la fase final de la 'travesía del desierto'. 'Creían que, sin la púrpura del poder, en la oposición no aguantaríamos', proclamó Mas apelando al orgullo de partido. Afirmó que los agoreros que les daban 'por acabados' no tuvieron en cuenta que a CiU siempre le quedaría el aliento de 'las convicciones catalanistas'.

Unas convicciones como mínimo similares a las que alberga la cúpula de la federación sobre la expectativa del volver al Govern. Cuentan con diversos sondeos que pronostican un derrumbe del tripartito. Pero eso también pasaba en 2006 y la izquierda repitió.

Por eso Mas, tras apelar a una campaña 'en positivo y hablando poco del tripartito', llamó a la movilización. Y es que, según constató, la ilusión del cambio 'aún no se respira en la calle'. 'Si esta vez no lo conseguimos, tanto en Catalunya como en Barcelona, la culpa será nuestra', avisó.

Las nuevas actitudes y liderazgos que CiU ofrece se deben sustentar, según su candidato, en una 'gran mayoría' que lidere un ejecutivo 'fuerte' capaz de convertir el tripartito 'en una anécdota irrelevante' en la historia de Catalunya. A ese nuevo gobierno de CiU, 'que como los de Pujol deberá avanzar siempre y nunca recular', no le puso demasiados deberes ayer más allá de sacar a Catalunya de la crisis y reconciliar a la ciudadanía con la política.

Mas va al asalto de la Generalitat con los deberes hechos e imbuido 'de una profunda responsabilidad'. Es un reto que quedó claro que le habría encantado asumir a Duran Lleida pese a que los pactos de federación reservan a CDC el número uno en las elecciones autonómicas. El portavoz en el Congreso afirmó que a él también le habría gustado 'servir a la Catalunya' que le ha permitido 'crecer a todos los niveles, al más alto nivel'.

El líder de Unió descendió a lo cotidiano para exhibir su comunión con Mas y pronosticar el fin de un Montilla 'preso de ERC e ICV' al frente de un Govern 'sin preparación'. Mas, que por ahora convive sin tensiones con las alas moderada y soberanista de CiU, se cuidó de fijar horizontes nacionales. Lo hizo Duran recordando que la 'ambición nacional' no es envolverse en banderas independentistas, sino 'hacer una Catalunya grande'.

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