Este artículo se publicó hace 13 años.
"Me siento atado a una correa"
Con 45 años y dos hijos, es mileurista y tiene miedo a quedarse sin trabajo
Eduardo Cañas, profesor de Historia del Instituto Ramón y Cajal de Sanchinarro (Madrid), pasará buena parte del día de hoy corrigiendo exámenes de recuperación. De su boli rojo depende el futuro de alguno de sus alumnos. A sus 45 años vive con el miedo de ser uno de los 3.200 interinos que se quedarán sin trabajo en este año académico en la capital. Entró en el mundo de la educación hace sólo cuatro años, por vocación, dejando atrás una cómoda vida como funcionario en la Administración del Estado y asumiendo "con dignidad" su nueva condición de mileurista. "No tengo reserva en el trabajo anterior, aposté toda mi vida profesional a esto y ahora veo que puedo acabar en la cola de la oficina de empleo", sentencia.
El 14 de septiembre, su contrato expira, pero Eduardo asegura que no le importaría dejar de cobrar ese último día si eso significa que el curso de Secundaria empieza con huelga y puede manifestarse. Así, señala que apoyará cualquier decisión que tomen sus compañeros, aunque se mostró convencido de que "habrá una respuesta contundente porque la educación pública está en peligro".
El 14 expira su contrato y si no cobra ese día será por ir a la huelga
Este padre de familia tiene claro quiénes van a ser los damnificados de las políticas del Gobierno regional: "Todos los estudiantes, entre ellos mis alumnos y mis hijos". Eduardo es padre de un joven estudiante de 3º de la ESO y otro de primer curso de Bachillerato y denuncia que la intención de la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre (PP), es "convertir la educación pública en algo residual para familias pobres o inmigrantes". Además, indica que se está tratando a los profesores "con muy poca dignidad", en referencia a sus últimas declaraciones, en las que insinuaba que estos trabajan "menos horas que el resto de los madrileños".
Eduardo reconoce que con su sueldo, que apenas llega a los mil euros, en casa pasan "dificultades" y tienen que "reducir o eliminar gastos". En estos últimos cuatro años se ha metido de lleno en el mundo docente y ha conocido sus grandezas y miserias. "Es un privilegio hacer lo que a uno le gusta, dando clase a los chavales, pero las condiciones de los interinos son muy duras", argumenta.
La vida del interino"Los interinos son los 'correturnos', quienes apañan los desajustes», declara
"Nosotros somos los correturnos', los que apañamos los desajustes de la plantilla yendo de un lado a otro", explica este interino, que dice sentirse "atado a una correa", a la espera de una llamada para hacer lo que le pidan y cuando convenga. "Si no acudes pierdes la posibilidad de que vuelvan a llamarte, te caes de la lista", concluye. Así viven los interinos, que no tienen tampoco la posibilidad de compaginar este trabajo con otro. Muchos, como hizo Eduardo el año pasado, se acogen al horario de media jornada como única alternativa.
Mientras espera para ver si los claustros secundan los paros, este profesor ya llena su aula de carteles con su lema preferido: "En educación no se gasta, se invierte".
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