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La militancia del PSOE da la razón a los indignados

Zapatero apela también al voto de 'los progresistas críticos' para 'no regalar' el poder al PP

GONZALO LÓPEZ ALBA

Un clamoroso y rotundo '¡sí!' salió de las gargantas de las más de 5.000 personas congregadas ayer por el PSOE en Cáceres cuando Juan Carlos Rodríguez Ibarra preguntó: '¿Es razonable o no lo que piden esos jóvenes que están indignados?'

El viejo rockero, uno de los más carismáticos del PSOE, diseccionó el fenómeno en los siguientes términos no exactamente coincidentes con la línea oficial, que ha intentado restar trascendencia al movimiento: no hay nadie detrás, se convocan solos, no están indignados con los socialistas sino con la situación, no se les puede decir que están contra el sistema porque es el sistema el que está contra ellos y se ha producido un cambio de modelo social que obliga a reinventarse también a los políticos porque el nuevo tiempo exige respuestas inmediatas. Y propuso a su partido la respuesta a dar: 'Nosotros, los socialistas, estamos dispuestos a darnos el brazo con esos jóvenes que no están dispuestos a esperar otros cuatro años a que se les escuche'.

El presidente dice que trabaja en respuestas para los más castigados

José Luis Zapatero, que ayer se quitó la chaqueta por primera vez en esta campaña y entró al recinto ya en mangas de camisa, intentó cabalgar la ola del malestar social que ha aflorado en el movimiento de los indignados insistiendo en que el PSOE es el baluarte de los servicios públicos y el único que puede frenar a la derecha. Con esta divisa, reclamó el voto de 'todos los progresistas, no sólo de los leales, también de los críticos', porque donde hay un gobernante socialista 'siempre se puede exigir y siempre hay alguien que escucha'. También porque la izquierda 'no puede regalar con su abstención la victoria a quien quiere ganar sin haber hecho nada por España'. Y porque el voto 'es la expresión para ser crítico y exigente y es lo que transforma la vida de la gente'.

La apelación del presidente a 'la mayoría progresista, crítica o menos crítica', no se circunscribía a los indignados, según responsables de la campaña. Pero muchas de sus afirmaciones posteriores no dejaron mucho lugar a la duda sobre sus destinatarios.

Recuerda que el voto 'es lo que transforma la vida de la gente'

El presidente no se limitó ayer a las apelaciones genéricas y a la reivindicación de 'todo lo que hemos hecho', sino que intentó aclarar algún malentendido y renovó también algunos compromisos para con los más castigados por la crisis. Así, subrayó que el Gobierno está 'trabajando para dar una respuesta' a los que han tenido que entregar sus viviendas por no poder pagar sus hipotecas.

Recogiendo un guante que minutos antes le había lanzado Guillermo Fernández Vara, defendió que aquellos 'que tienen más tienen que contribuir más, por supuesto'. El presidente de la Junta de Extremadura defendió recuperar el impuesto sobre el patrimonio y, ante el horizonte de que serán necesarios nuevos ajustes para embridar el déficit, anunció que antes que permitir el deterioro de la Sanidad o de la Educación, buscará aumentar los ingresos por la vía fiscal. Zapatero evitó comprometerse en medidas concretas y se remitió a la creación de un impuesto sobre transacciones financieras que, según recordó, él ha defendido, pero debe acordarse en instancias internacionales.

También mostró especial interés en desmontar el reproche de que su Gobierno 'cogió el dinero de los impuestos para dárselo a los bancos'. 'Es falso. Lo que hemos hecho es darles aval, pero cobrándoles una comisión, y hemos garantizado el ahorro de todos los españoles', explicó.

Zapatero subrayó también que los socialistas 'gobernamos para todos los ciudadanos' y, tras señalar que, aunque quisiera, 'no se crean empleos por ley', enfatizó que sí ha sido 'la voluntad política del Gobierno y los votos de los progresistas' los que han hecho posible la que es su mayor reivindicación: 'En lo peor de lo peor de la crisis hemos sostenido el Estado del bienestar con las cuotas de mayor protección social en la historia de España'.

La situación en Extremadura es paradigmática del tsunami político que ha traído la crisis económica. Hace cuatro años, Fernández Vara sorprendió a propios y extraños superando los mejores registros de Ibarra, el histórico presidente autonómico, con una ventaja de hasta 13,5 puntos sobre el candidato del PP. Cuatro años después, conservar el Gobierno puede estar en manos de Izquierda Unida e incluso pasar a las del PP. Los socialistas dicen disponer de una ventaja de cinco puntos en los sondeos, pero el porcentaje de indecisos asciende hasta el 27%. La esperanza es que, en su mayor parte, se trate de voto oculto y la confianza se asienta en que Fernández Vara saca casi 20 puntos a su contrincante del PP, José Antonio Monago, en la preferencia de los extremeños.

Ayer, tres generaciones de líderes socialistas compartieron la tribuna del Pabellón Multiusos de Cáceres para amarrar los votos que blinden el Gobierno de Extremadura. El cartel lo formaron Zapatero, que está yéndose; Ibarra, que ya se fue, y Vara, que quiere seguir.

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