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La misa de Colón medirá la tensión Iglesia-Estado

La semana que viene se cumplen 30 años de la firma del Concordato con el Vaticano

JESÚS BASTANTE

Este mediodía, miles de personas se congregarán en la plaza de Colón de Madrid para participar en una misa, convocada por presidente del Episcopado español, Antonio María Rouco Varela, en “defensa de la familia cristiana”.

El acto, continuación del llevado a cabo el año pasado en el mismo sitio, servirá para ponderar el futuro inmediato de las relaciones con el Gobierno, especialmente si, como sucedió en 2007, los obispos aprovechan una concentración religiosa para arremeter contra las políticas del Ejecutivo socialista.

Aunque los organizadores del evento aseguran por activa y por pasiva que “es un acto pastoral, no político”, lo cierto es que los antecedentes no resultan muy halagüeños.

Así, el 30 de diciembre del pasado año, diversos cardenales y responsables de movimientos católicos acusaron al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras lindezas, de pretender “la disolución de la democracia” en virtud de “leyes inicuas” que daban “marcha atrás” en los derechos humanos.

El acto hizo que Ejecutivo y PSOE anunciaran que las denuncias episcopales traerían “consecuencias”. Tras las elecciones de marzo, sin embargo, todo quedó en agua de borrajas. No obstante, la movilización de los sectores más laicistas del PSOE provocó que el Gobierno plantease la modificación de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (aprobada en 1980 y actualmente en estudio) y se volviera a poner sobre el tapete la reforma del Concordato Iglesia-Estado, que el próximo 3 de enero cumple 30 años de vigencia.

Una prueba de la preocupación por la posible politización del acto es la ausencia del mismo de dos de los principales interlocutores de la Iglesia española con el Gobierno: de un lado, el nuncio del Papa en España, Manuel Monteiro de Castro, y del otro, el arzobispo castrense, Juan del Río.

Tampoco estarán en Madrid los cardenales de Sevilla, Carlos Amigo, y de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ni el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao.

Incluso el papa Benedicto XVI, que participará vía satélite en el evento, hizo llamar al cardenal Rouco a Roma para asegurarse de que la misa no tendrá los tintes políticos que adquirió la eucaristía del pasado año. El pontífice intervendrá con un breve mensaje, en el que no se prevé que haga referencia alguna a la situación política española, y se limitará a subrayar la vigencia del modelo de familia cristiana.

Pese a ello, los temores no son infundados, sobre todo teniendo en cuenta declaraciones como las que ayer hizo el obispo de Huesca y Jaca, Jesús Sanz, quien animó a todos los fieles a asistir a la misa de Colón para “dar testimonio público” de su fe. “No queremos ir a ninguna barricada, ni escondernos en ninguna sacristía”, añadió.

También preocupa la intervención, en plena misa, del iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, quien en 2007 acusó a “los gobiernos ateos y laicos” de “pretender destruir a la familia”. El conductor de la misa será el cardenal Rouco Varela, quien ayer incidió en que “la sociedad y el Estado deben promover y proteger a la familia, no al revés”.

Finalmente, el cardenal de Valencia, Agustín García-Gasco, consideró ayer que en la sociedad actual “existe un intento burdo de equiparar lo moral o la ética con la legalidad vigente”.

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