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“El modelo familiar de ganador de pan y ama de casa no se integró en el siglo XIX ni en el XX”

Hasta el 90% del empleo femenino permanecía oculto

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Una mujer trabajando en una fábrica.- EFE

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@e_bayona

ZARAGOZA .- “El modelo de ganador de pan y ama de casa no se integró en las prácticas laborales obreras del siglo XIX y XX”, sostienen las historiadoras Pilar Pérez-Fuentes y Cristina Borderías, de las universidades del País Vasco y de Barcelona, en su estudio Trabajo femenino, economías familiares e industrialización en España. Balance y perspectivas, que presentaron este fin de semana en el X Congreso de Historia Local celebrado en Calatayud.

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Se trata, básicamente, de una cuestión de fuentes: elevados porcentajes de trabajadoras no aparecían en los censos, lo que lleva a tomar los planteamientos tradicionales como “construcciones discursivas que, al ocultar las aportaciones de las mujeres, dificultan la comprensión de cómo vivían y se reproducían las clases trabajadoras, pero también de las dinámicas del cambio económico”.

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Hasta el 90% del empleo femenino permanecía oculto

La ocultación alcanzaba el 90% en la industria textil de localidades vascas como Balmaseda, oscilaba entre el 40%, llegaba al 50% en la agricultura de todo el país y rondaba el 75% entre las cigarreras vascas y sevillanas. Las conserveras gallegas, “a pesar de constituir el 90% de la mano de obra aparecían como no activas en los padrones, independientemente de su estado civil y su edad”, anotan.

“El modelo del ganador de pan”

“Está claro que en la década de los años veinte el modelo del ganador de pan estaba aún muy alejado de las formas de vida de las mujeres obreras en los municipios textiles de Barcelona”, explican. El 40% de la población obrera en esa provincia era femenina a mediados del siglo XIX, proporción que se mantuvo en las tres primeras décadas del XX, mientras algunas investigaciones revelan “una importante participación de las mujeres en el mundo de los negocios y talleres familiares no solo como trabajadoras sino también como coparticipes, socias, usufructuarias y propietarias”. “El modelo de ganador de pan y ama de casa no se integró en las prácticas laborales obreras del siglo XIX y XX”, concluyen.

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El inviable modelo del cabeza de familia masculino

Ocurría tanto en zonas rurales, como en áreas pesqueras y núcleos textiles. Y la situación se mantenía cuando los hijos se incorporaban al mercado laboral. Esos datos, “abundan en la hipótesis de que la demanda de mano de obra tiene un mayor poder explicativo” que otras para comprenderlo.Por otra parte, las historiadoras apuntan a la difusión de modelos culturales como el male breadwinner family –cabeza de familia masculino-, “inviable para las clases trabajadoras” –anotan-, como uno de los “factores que explican el auge de las economías irregulares en los espacios urbanos”.

El trabajo como peluquera por horas y sin declarar supuso una vía de ingresos para muchas mujeres durante los años del desarrollismo franquista.- PÚBLICO

“El trabajo femenino en el propio domicilio o en otros domicilios –explican- permitía a las mujeres sostener económicamente sus hogares, compatibilizar mejor la doble presencia y no conculcar abiertamente el modelo de feminidad normativa, sino adaptarlo a formas de empleo que respetasen el monopolio de los varones de los mercados regulares de trabajo y desviasen la oferta femenina hacia trabajos informales”.

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Las casadas siempre han trabajado más

En ambos casos, señalan, “el trabajo a domicilio era más frecuente en mujeres con responsabilidades familiares, hijos o parientes enfermos o ancianos a su cargo”. “En muchas localidades –apuntan-, especialmente las textiles y de bienes de consumo, el trabajo femenino fue una práctica abierta y bien visible durante el proceso de industrialización”.Pérez-Fuentes y Borderías concluyen que “las mujeres están menos condicionadas por las cargas reproductivas de lo que se ha venido defendiendo en la historiografía clásica” y añaden que el empleo de las casadas “dependía más del nivel salarial del marido, y del tipo de familia en el que se vivía, que del número de hijos”.

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