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Montilla capea la crisis al frenar la dimisión de Maragall

El conseller le presentó su renuncia al verse aislado dentro del PSC. El president se conformó con una rectificación en las formas

FERRAN CASAS

José Montilla capeó el temporal. Durante unas horas pareció que Ernest Maragall, su conseller de Educació, podía revivir las épocas más convulsas del primer Tripartito después de haber cuestionado la estrategia del PSC y la conveniencia de la coalición de gobierno que engendró su hermano Pasqual en 2003. Tras quedarse solo en la ejecutiva matinal del partido, que le amonestó por sus formas, el conseller se reunió en el palau de la Generalitat con Montilla para presentarle su dimisión por el 'daño' que sus palabras (las de la conferencia del miércoles pasado y las del domingo en un artículo en un periódico) hubieran causado. Montilla consiguió que el asunto no pasara a mayores: no aceptó la dimisión y le pidió que rectificara. El conseller lo hizo con la boca pequeña y seguirá.

La solución, que permite pasar página sin traumas pero mantiene abierto un debate que el PSC quería más discreto, necesitó de 50 minutos de reunión entre quien controla a su antojo los resortes del aparato, José Montilla, y quien toma el relevo histórico de su hermano y del escurridizo Antoni Castells conseller de Economia como cabeza del ala más catalanista y centrista.

El conseller de Educació había afirmado el miércoles que Catalunya estaba 'fatigada' del Tripartito y que este difícilmente se repetiría. El domingo dijo, además, que no tenía 'proyecto de país'. Ambas declaraciones causaron primero asombro y después indignación en el PSC. Tras su encuentro con Montilla, el conseller afirmó estar 'convencido' del proyecto de país de los tres socios del Gobierno.

Lamentó 'el perjuicio que, a partir de la literalidad de la frase, haya podido causar al Govern'. Aseguró que no tenía 'problema en modificar o, si quieren dijo, rectificar una expresión que seguramente era incorrecta pero que formaba parte de una reflexión que sigue pareciendo necesaria'.

Lamentó 'el perjuicio que, a partir de la literalidad de la frase, haya podido causar al Govern'

La rectificación era formal, como se encargaba de recordar su entorno. Maragall añadió que mantenía 'todas sus convicciones y propuestas'. Porque una cosa es admitir que no se puede dañar al Govern y seguir en él, y otra renunciar a avivar el debate en el PSC sobre la mejor estrategia para las elecciones catalanas de otoño, que no se afrontan con expectativas halagüeñas.

Maragall afirmó seguir defendiendo 'la necesidad de que el PSC se plantee una estrategia de futuro coherente y adecuada para la situación real' de Catalunya. El objetivo, en este caso compartido, es que el PSC no se diluya en la dañada marca del Tripartito.

El conseller se mostró satisfecho del 'amplísimo e interesantísimo' debate matinal en la ejecutiva del PSC. Según él, es 'un primer paso en la buena dirección'.

Pero en el PSC no todos piensan igual. El aparato está habituado a controlar los movimientos y mensajes de sus dirigentes. Parte de lo que verbalizó Maragall también lo piensan ellos. Pero sentó mal que lo dijera tras encomendarse a muy pocos Castells entre ellos y con tanta contundencia, más siendo conseller.

El 'interesantísimo' debate evidenció una cierta soledad del conseller por sus formas y se le acusó de haber metido al partido en una 'dinámica negativa', más tras reiterarse en sus opiniones en las páginas de La Vanguardia. Antoni Castells se puso de perfil y evitó darle ayer el apoyo que le brindó en un primer momento. Optó por dar por zanjada la polémica antes de que lo estuviera.

Ayudó que, tras una primera intervención de Montilla, lo hiciera el propio Maragall. Afirmó ante sus compañeros de ejecutiva que sólo pretendía reivindicar el 'perfil propio' del partido y que estaba dispuesto a 'explicar, matizar o rectificar'. Montilla puso en duda, trazando la línea que seguiría la veintena de dirigentes que intervinieron después, la 'oportunidad' de un debate y unas palabras 'más o menos afortunadas'. Advirtió que de lo que se trata es de 'reivindicar lo hecho' y no distraerse del 'objetivo' del éxito electoral.

En rueda de prensa, el portavoz Miquel Iceta lamentó que la crisis interna impida al PSC 'vender' la acción de gobierno y dejó en manos de Montilla resolver la situación, como hizo. Tras el desenlace, este martes toca transmitir normalidad y pasar página. Él mismo y los dirigentes del sector oficial José Zaragoza, Francesc Vallès o Joan Ferran se multiplicarán en los medios audiovisuales.

Hay quien, fuera del PSC, ha interpretado que Maragall buscaba suceder a Montilla o el sector catalanista para recuperar el control del partido. Iceta aclaró que el debate de las listas será sereno y aventuró que sin sorpresas. En 2006 el dos fue Castells. Y, si no hay más broncas, será igual. A la ministra de Defensa, Carme Chacón, no se la espera. Iceta recordó que hace carrera en Madrid. Quiera o no Montilla, el debate interno pivotará sobre el proyecto y el perfil. Por ahora, no sobre liderazgos.

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