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Tiempo muerto

La ciudadanía reclama soluciones y no ideología ante algunos problemas

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Están los ciudadanos cansados de que en la política española se haya impuesto el juego de contacto, en el que se busca más el error del contrincante que el acierto propio, hasta el extremo de que si se tratara de un partido de baloncesto sería el público el que estaría solicitando un tiempo muerto.

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Obnubilados en sus estrategias de pizarra, olvidan los políticos que hay problemas y problemas, y que algunos reclaman soluciones por encima de los diferentes y legítimos enfoques ideológicos e intereses electorales, como el secuestro del Alakrana o el de los cooperantes en Mauritania, el caso Haidar o el paro. Si no rectifican a tiempo, como advertía el miércoles José Luis de Zárraga al analizar los resultados del último Publiscopio político, "las elecciones se jugarán a la paja más corta, y las dos van a ser muy cortas".

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El amago de boicot del PP a la Conferencia de Presidentes amenaza el plan de empleo juvenil

Socialistas y conservadores se muestran empecinados en verificar el aserto de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y el político hasta tres,confiado como está el PSOE en la ausencia de un liderazgo alternativo equiparable lo mismo que pensaba el PSOE de José María Aznar y el PP de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y el PSOE en el agostamiento de la flor de Zapatero lo que creía el PP que ocurriría con Felipe González en 1993. Una suma cero que sólo produce desencanto y, a la larga, tensión social.

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El PP, que no esperó a que el Alakrana arribara a puerto para bombardear al Gobierno por su gestión del secuestro del atunero, amenaza ahora con desatar una riña callejera sobre la fórmula legal que permitió la entrada en España de Haidar, un viaje sin el cual probablemente hoy estaría en una cárcel de Marruecos, y amaga con boicotear, si no la convocatoria de la Conferencia de Presidentes, sí la ejecución de sus resultados, dejando la estela de que en su escala de preocupaciones el último lugar lo ocupan los ciudadanos.

Zapatero no encuentra hueco en su agenda para reunirse con Rajoy antes de que acabe el año

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El boicot a la Conferencia de Presidentes, a la que Zapatero llevará el esbozo de un plan de empleo juvenil, sólo puede explicarse en clave partidista, ya que las competencias sobre las políticas activas de empleo están en manos de los gobiernos autonómicos, con la única excepción del vasco. Rajoy ha tenido el reflejo de frenar el ímpetu de sus barones más belicosos, pero está muy lejos de practicar la "oposición útil" que tan buenos dividendos reportó a Zapatero. Claro que éste tuvo arrestos suficientes para dar su consentimiento a la ley que permitió ilegalizar a Batasuna en contra del parecer de Felipe González y de la vieja guardia socialista, y aguantó el envite de Juan Carlos Rodríguez Ibarra cuando el entonces presidente de Extremadura amenazó con pedir su dimisión ante el Comité Federal del PSOE si seguía con su política de pactos con el Gobierno de Aznar.

Las soluciones defendidas por dirigentes del PP a las últimas crisis que nublan las vistas del Palacio de la Moncloa, apuntan una inquietante propensión pendenciera que evoca la memorable toma de Perejil como modelo a seguir, acaso porque el entonces ministro de Defensa Federico Trillo es hoy el estratega de la defensa en el caso Gürtel y el autor intelectual del bloqueo de la renovación del Tribunal Constitucional.

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Bastaría una única comparación para, a pesar de sus tropiezos, inclinar la balanza en favor de la diplomacia de los gobiernos socialistas. Aznar puso sus pies encima de la mesa de George Bush junto a otros huéspedes, aunque los apéndices de éstos fueron oportunamente suprimidos por el encuadre monclovita de la instantánea y Zapatero ha sentado a España en una silla aunque fuera prestada del G-20.

España ocupa hoy una plaza fija aunque no tenga un carné de socio fundador en el grupo de los países donde se está decidiendo la nueva arquitectura económica y financiera del mundo; está en el puente de mando del diseño de la nueva Europa, la que debe surgir del Tratado de Lisboa, por la coincidencia de su entrada en vigor con el semestre de la Presidencia rotatoria que corresponde a España; y participa, a través de la OSCE, en la nueva política de seguridad coordinada que se ha abierto tras el acuerdo sobre misiles entre EEUU y Rusia.

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Zapatero ha tenido que vencer su escasa querencia por la diplomacia internacional, aunque quienes le han acompañado en sus últimos viajes atisban que le está "cogiendo gusto", como les ha ocurrido a todos los presidentes en su segundo mandato. De no ser por el regreso de Silvio Berlusconi, en estos momentos sería el presidente más veterano de todos los gobiernos de la Unión Europea. Y, como le ocurrió a Felipe González con Helmut Khol y a José María Aznar con Tony Blair, tiene su mejor complicidad con un dirigente de un polo ideológico diferente al suyo, con el francés Nicolas Sarkozy. En este selecto club de mandatarios, goza además del plus de haber ganado las elecciones por dos veces, una circunstancia que, según está constatado, altera inconscientemente el trato, el ajeno y el propio.

La agenda de Zapatero está tan apretada que, según todos los indicios, el presidente dejará pasar el año incumpliendo por dos veces su compromiso de reunirse semestralmente con el líder de la oposición. Aunque consta que, al menos en una ocasión, fue Mariano Rajoy quien declinó la invitación por resultarle el momento inoportuno en clave de partido, incurriría Zapatero en el mismo error que sus predecesores si buscara en el exterior el consuelo para sus cuitas domésticas.

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