Este artículo se publicó hace 17 años.
Muro de ADN para frenar la inmigración
El Gobierno estudia implantar pruebas genéticas en los consulados en Pakistán, India, República Dominicana y Senegal. Ya funcionan en los de China y Nigeria
Nicolás Sarkozy levantó una gran polémica en Francia. En España, ni nos hemos enterado. El proyecto del presidente francés –finalmente aprobado con retoques– de someter a pruebas de ADN a aquellos inmigrantes que se acojan al reagrupamiento familiar para entrar en el país vecino, es una realidad desde hace más de un año en el nuestro, según ha confirmado recientemente el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en respuestas escritas al Congreso.
En concreto, el Ejecutivo español ya pide estos test genéticos en los consultados de Pekín, Shanghai –ambos en China- y Lagos (Nigeria). Además, según han confirmado fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, estudia extenderlos en los próximos meses a las delegaciones de Islamabad (Pakistán), Nueva Delhi (India), Santo Domingo (República Dominicana) y Dakar (Senegal).
Según fuentes del departamento de Miguel Ángel Moratinos, la intención del Gobierno es seguir apostando por estas pruebas ante los “numerosos intentos de fraude” detectados en los consulados. El paradigma es Senegal, convertido en el epicentro de las solicitudes de visado para otros cinco países de África Occidental –Gambia, Guinea-Conakry, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Sierra Leona– . Según una respuesta parlamentaria, en este país se ha descubierto un elevado número de casos en los que “el solicitante se hace pasar por descendiente del reagrupante en España, o simula matrimonio con dicha persona, o miente para hacerse pasar por menor”.
El Ejecutivo asegura que la documentación que se exige para probar los lazos familiares con la persona establecida en nuestro país tiene “a menudo poca fiabilidad” y sus habitantes pueden “obtener un certificado auténtico, pero de contenido falso, por pocos euros”. “Es costumbre en esta región de África considerar hijos a sobrinos y otros miembros de la familia, y no faltan casos en los que un padre intenta reagrupar a sus hijos y, de paso, a algún familiar o amigo”, aseguraba el Gobierno el pasado mes de junio a la diputada de IU Isaura Navarro para justificar la denegación de la mitad de los visados por reagrupamiento solicitados a través del consulado en Senegal.
Pruebas voluntarias
Asuntos Exteriores recalca que las pruebas de ADN son voluntarias y que sólo se piden a aquellos solicitantes cuya solicitud despierta “dudas razonables” a las autoridades españolas, que no pueden disiparlas con otros métodos de prueba, como las entrevistas personales o la osteometría. Las primeras se han descartado por falta de tiempo –en Dakar, por ejemplo, hay más de 6.000 solicitudes al año– y porque muchos de los aspirantes al visado hablan lenguas que no manejan los funcionarios españoles. La segunda permite conocer con un estrecho margen de error la edad del solicitante por sus huesos, pero ésta sólo es útil para los que alegan ser menores de edad.
“La prueba de ADN no es una exigencia”, insisten en Asuntos Exteriores. Según estas fuentes, al solicitante se le propone y, si accede, se le facilita la dirección de un hospital con el que el consulado trabaja para que acuda allí y le recojan muestras de cabello o saliva. Éstas son enviadas a Madrid, al Instituto Nacional de Toxicología, donde se contrastan con muestras similares tomadas al familiar asentado en España.Cuando este organismo tiene los resultados, los envía al cónsul, que, con ellas en la mano, da luz verde o no a la solicitud. Todos los gastos corren a cuenta del inmigrante. Desde Exteriores reconocen que sólo un tercio de los inmigrantes a los que se les propone, aceptan someterse a la prueba.
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