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¿Por qué nace una séptima fuerza parlamentaria?

LLUÌS-ANTON BAULENAS

Varias pequeñas formaciones aspiraban a entrar en el Parlament en estas elecciones catalanas. De hecho, una de las incógnitas era saber qué pasaría con los votos previsiblemente perdidos por Esquerra Republicana.

Más allá de la abstención o el voto en blanco, todo independentista que quisiera castigar a ERC, si no quería que su voto fuera inútil, lo único que podía hacer era votar por la formación de Joan Laporta en Barcelona y Girona, por la de Joan Carretero en Lleida y por CiU en Tarragona (vista la extrema debilidad del independentismo en esa provincia).

Más o menos ha sido así. Ha triunfado Solidaritat. El resto de aspirantes ha sucumbido a la ley d'Hondt. Plataforma per Catalunya tiene un mensaje xenófobo muy ruidoso que multiplica el valor de difusión. Luego las urnas lo reducen a su peso real.

Que no ha sido mucho, pero tampoco despreciable. Otros grupos pequeños, como el de Montserrat Nebrera (Alternativa de Govern) o el partido de Rosa Díez, regeneracionistas y críticos del sistema político ambos (con un españolismo unitario feroz en el caso de UPyD) no podían nunca erosionar votos a la fuerza de regeneración ya existente y con presencia parlamentaria (Ciudadanos) y menos aún al PP, que en esta campaña acentuó su perfil más españolista.

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