Este artículo se publicó hace 13 años.
¿Ni fu, ni fa?
En muchos electores crece algo más que la tradicional indiferencia
Hay dos escenas de la jornada electoral de ayer que proyectan por sí mismas la situación política como telón de fondo a siete días de las elecciones autonómicas y municipales. Una es la del acto convocado por Alberto Ruiz-Gallardón para condecorar a Felipe González y José María Aznar con la medalla de oro de Madrid por sus contribuciones a la democracia.
La otra es la de las manifestaciones convocadas en cincuenta ciudades españolas contra la democracia realmente existente y para repudiar la conducta de los dos grandes partidos ante la gran crisis económica y social en curso.
La calle censura el acatamiento de PP y PSOE a la presión de Europa o el FMI
Los dos ex presidentes, que se dan estopa día sí, día no, saben abandonar la cazadora y endomingarse con sus trajes de estadistas. Y se felicitan sin pudor tras pronunciar unos discursos lo suficientemente crípticos como para no arruinar la "coexistencia pacífica" por un día organizada por el candidato a la Alcaldía de Madrid. Unos discursos que son la negación de todo lo que, disfrazados de gladiadores, afirman en el circo romano que se erige en estas campañas para ambos.
En el ánimo de un número creciente de electores, tanto del PSOE como del PP, crece algo más que la tradicional actitud de indiferencia. No es simplemente aquello de "ni fu, ni fa". Según reza el manifiesto de la convocatoria de las manifestaciones, unos se consideran "más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no". Unos tienen "ideologías bien definidas", otros se consideran "apolíticos".
"Preocupados e indignados"Las marchas de ayer advierten contra "la indefensión del ciudadano de a pie"
Pero, atención, dicen también: "Todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros. Por la indefensión del ciudadano de a pie". Este "panorama" es el resultado de la subordinación de los dos grandes partidos a presiones externas, tanto de la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) como del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La expresión más grotesca de esa corrupción personal, ¿acaso no es la película montada el pasado sábado por el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, en una habitación de 3.000 dólares la noche (2.130 euros) para trajinarse, contra su voluntad, a una camarera? Un socialdemócrata, previsible candidato a disputar la presidencia francesa a Nicolas Sarkozy en 2012, que ha conseguido imponer los planes de ajuste en Letonia, Hungría, Grecia, Irlanda, Portugal y de manera voluntaria y preventiva en España. ¿Y esta política de Strauss-Kahn no es la reedición de las recetas que llevaron al default de Argentina en 2001?
Mientras Mariano Rajoy ya ha decidido utilizar la marea favorable, es decir, contraria al PSOE, para proclamar una "nueva era", los dirigentes socialistas se han quejado ayer de la "desmovilización" de sus votantes apenas unas horas después de que Zapatero alardeara con la "remontada". El PSOE solo aspira a salvar la cara. Y se agarra a Castilla-Mancha como un clavo ardiendo.
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