Este artículo se publicó hace 12 años.
"Ni se les mata ni nada; simplemente, se les suelta un rato y luego vuelven a su casa"
Los vecinos de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona) defienden su fiesta del toro embolado. Los animalistas denuncian que el animal sufre quemaduras y estrés
"Si no tenemos toro, no tenemos fiesta". Los vecinos de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona) no se imaginan mejor diversión que la escena de un toro asustado por el fuego que sale de sus cuernos. "La gente va al baile y a otras fiestas, pero los toros es lo que más gente lleva", confirma otro de los asistentes al encierro de ayer.
Los animalistas llevan años denunciando la crueldad de esta práctica, prohibida en otras comunidades como Euskadi, Madrid, Castilla La Mancha o Extremadura. "El animal sufre estrés y quemaduras", denuncia el Partido Animalista-PACMA. Sin embargo, en Catalunya, una de las regiones pioneras en la prohibición de las corridas de toros, los correbous continúan estando permitidos.
"Aquí ni se les mata ni nada", sentencia una vecina de la localidad tarraconense, en un intento de defender que en el evento no se maltrata al animal. "Simplemente se les suelta un rato y luego vuelven a su casa", concluye la joven.
Precisamente, la juventud de los participantes es otro de los temas que levantan polémica en torno a estas celebraciones. Aunque está prohibido que participen los menores de 14 años, es habitual que los adolescentes se animen a correr delante de los cuernos encendidos del toro.
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