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Ellas no cabían en la cárcel de Victoria Kent

CGT-A pide rescatar del olvido la vieja prisión de mujeres de Málaga

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Las mujeres han sido durante años las grandes silenciadas del franquismo. Ni la Ley de Memoria Histórica se acordó de ellas. No fue hasta el año pasado cuando la Junta de Andalucía las reconoció por primera vez como víctimas oficiales de una dictadura que les arrebató los derechos adqui-ridos, no sin dificultades, en la II República. Las asociaciones memorialistas ahora promueven un nuevo homenaje a través de los Lugares de Memoria Histórica, una figura recién creada por el Gobierno andaluz para dignificar, proteger y catalogar los puntos donde sucedieron hechos violentos.

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Entre sus propuestas, el grupo de trabajo sobre Memoria Histórica del sindicato CGT-Andalucía ha señalado la vieja cárcel de mujeres de Málaga. Durante la República, la entonces directora de Prisiones, Victoria Kent, cerró la prisión por su insalubridad. Sin embargo, y a pesar de esas nefastas condiciones, fue reabierta por los falangistas para encarcelar a las mujeres de los rojos. "Kent propició el inicio de prisiones de construcción nueva, donde hubiese una reinserción real. Y la prensa local de la época recoge fotografías de ella visitando las obras de la nueva prisión provincial, para unas 500 o 600 personas. Al entrar las tropas franquistas en la ciudad, esta cárcel se quedó pequeña, se hacinó hasta límites insoportables. Y a las mujeres se las trasladó a la vieja, que se inundaba, que tenía humedades... A ellas se dedicó el sitio más inhóspito", explica la profesora de la Universidad de Málaga Encarnación Barranquero, investigadora y autora de diversas obras sobre la represión hacia las mujeres.

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Los falangistas las llevaron a una cloaca tras quedarse pequeña la prisión

"Ni la juventud ni la ancianidad fueron atenuantes para que se las considerara peligrosas y sufrieran los rigores de la represión. Tanto en las fichas de la cárcel como en las órde-nes de sepelio del Ayuntamiento para los enterramientos se pueden ver jóvenes de 18 años ejecutadas y ancianas de 82 acusadas de rebelión militar", sostiene Barranquero. En torno a 50 mujeres presas fueron sometidas, además, a un "experimento" elaborado por el doctor Antonio Vallejo-Nájera. Su conclusión fue que las mujeres tienen instintos criminales y necrófagos que, en circunstancias normales, no demuestran por el control que se ejerce sobre ellas. Sólo gracias a ese control son dulces y buenas. Pero en momentos de revolución esos instintos se desatan. A sus hijos habría que educarlos al margen de ellas. "La Iglesia tuvo mucho que ver en todo eso, en la reeducación de los hijos", afirma Antonio Somoza, de CGT de Málaga, que se indigna al recordar que la Iglesia aún no ha pedido perdón por su papel durante el régimen franquista.

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Fueron también las mujeres, según Barranquero, las que impulsaron en gran medida la desbandá, aquella huida masiva por la carretera entre Málaga y Almería ante la llegada de los falangistas. "Eran las encargadas de mantener controlados a los niños, a ancianos y los enseres que portaban", añade.

La investigadora, que ha buscado el reconocimiento de las mujeres a través de sus trabajos, destaca el papel que tuvieron que ejercer en la guerra: "Les tocó a muchas sacar la familia adelante al quedarse solas y enfrentar años de hambre y miseria en los mejores casos, si es que no se añadía el estigma de ser familias de presos, de fusilados o desaparecidos".

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