Este artículo se publicó hace 16 años.
No hubo beso de Judas entre Aguirre y Gallardón
Alberto Ruiz Gallardón reapareció ayer en Madrid en un acto sobre educación del PP. Al llegar, con bastante antelación a su comienzo, recibió vítores y varias muestras de apoyo de militantes del PP que le esperaban ya en la calle. Con ese empujón el regidor se sintió más confiado para cruzar la puerta grande del plenario. Al hacerlo los asistentes se levantaron y le dedicaron una gran ovación.
Unos minutos antes habían hecho su aparición el líder del PP, Mariano Rajoy, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Pero en vez de dirigirse hacia la sala, desde donde se iban a seguir los discursos, ambos se habían ido directamente hacia una contigua donde permanecieron por espacio de unos minutos reunidos con representantes de la comunidad educativa.
Lo justo para perderse la entrada del alcalde. Pío García Escudero, Manuel Cobo y la concejal de Urbanismo de la capital, Pilar Martínez trataban de darle conversación a Gallardón mientras todos los ojos apuntaban hacia él.
Entre el público se escuchaban todo tipo de comentarios. Algunos le agradecían irónicamente que hubiese demostrado "tanta sensibilidad al asistir" y otros apuntaban que había hecho "muy bien" porque "así acallaba a los socialistas". También había gente que recordaba que había acudido allí no por sus dirigentes sino "por las ideas del partido".
"Representación teatral"
Un sector del PP, más cercano a Aguirre, se mostraba indignado con "la representación teatral del alcalde". Le recriminaban que hubiera llegado media hora antes y que no hubiese esperado a los demás para entrar todos juntos. También pensaban que lo había hecho para situarse estratégicamente y que luego todos, al ir entrando, le fueron a saludar a él. "Todo para apuntarse el tanto", explicaban.
Pero lo cierto es que al hacer acto de presencia en solitario, Gallardón se exponía a recibir aplausos o abucheos. Y contrariamente a lo que siempre se ha mantenido -que no cuenta con nada de apoyo dentro de las filas conservadoras- recibió una calurosa recepción.
Al comenzar el acto, Rajoy y Aguirre ocupaban sus puestos. Los dos bien pegados, charlando animadamente. Gallardón permanecía a lo lejos. Al alcade le dejaron en una esquina como si estuviera castigado. Entre él y Rajoy se abría un mundo de asientos ocupados por el director de campaña, Pío García Escudero, el secretario general del PP, Ángel Acebes y la mujer de éste último.Para romper el hielo, nada más llegar el jefe de la oposición le dio un apretón de manos.
El número dos del PP también. En esta ocasión, al contrario que en muchos de sus otros enfrentamientos públicos, no hubo beso de Judas entre Aguirre y Gallardón. Ni fotos, ni confidencias al oído. Ella sólo se refirió a él por un instante. Cuando, antes de empezar su discurso y en pleno repaso de saludos a sus compañeros de partido soltó un escueto y rutinario "Querido Alberto..."
El líder del PP se subió al escenario y lanzó un mensaje conciliador. "Le doy las gracias a todos los que nos acompañan hoy aquí", dijo. Y, después, repitió "a todos", dándole una importante carga de intencionalidad. Después tocaba propuestas y programa electoral. Nada de listas.
Contento
A la salida, se repitió la misma escena. Rajoy se entretuvo charlando con Ana Pastor. Fueron saliendo de uno en uno. Gallardón, el primero, corriendo. Él y Aguirre tampoco se despidieron. Al marcharse hubo de nuevos aplausos. El alcalde de Madrid se dio la vuelta y saludó agradecido al grupo de donde provenían los efusivos. Le preguntaron que cómo se encontraba y afirmó que estaba "contento".
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