Este artículo se publicó hace 15 años.
"La penitencia es no salir de vacaciones"
La crisis económica obliga a cambiar los planes de ocio de la mayoría de los españoles. El 75% de los ciudadanos renuncia durante este periodo festivo a salir fuera de su localidad
Es Domingo de Ramos al mediodía en la Casa de Campo de Madrid y el público dominguero monta en bici, toma el sol o busca carpas entre la opacidad del lago. Muchos son habituales de este parque, pero otros tantos han acudido a pasar el principio de la Semana Santa porque no pueden irse fuera de la ciudad. El 75% de los españoles no saldrá de vacaciones durante Semana Santa, según datos del Publiscopio realizado a finales de marzo. De ese porcentaje, el grupo más numeroso, un 27%, tiene entre 30 y 44 años.
Javier y Miriam forman una pareja de treinteañeros con una niña de 3 años, Lucía. Miriam trabajaba como barrendera hasta que hace cinco meses se quedó en paro. Javier es pescadero. Esta Semana Santa se quedan en casa, en Madrid, por culpa de la crisis. “Si hubiésemos podido, nos habríamos ido a Gandía”, cuentan ambos. Por eso, pasarán estos días “entre el pantano y el río. Se imponen los planes que salgan gratis”, concluyen.
El mismo panorama presenta la familia que forman Víctor y María Jesús, sus dos niñas, y Leonor, la madre de Víctor. El domingo toca picnic en el césped. Tortilla, filete ruso y embutidos. El único lujo que se permiten es un helado en uno de los puestos del parque. “Hacía años que no venía a la Casa de Campo”, explica Leonor, mientras da de comer a sus nietas. Ella acostumbraba a llevar a sus hijos, allá por los setenta, al parque “a jugar al tenis”. Pero los años pasaron, y la familia cambió la naturaleza por el centro comercial. Ahora, por la crisis, han recuperado la vieja costumbre. “Cuando no hay dinero... ya se sabe”, dicen a modo de despedida.
Católicos y no católicosEl Publiscopio también señala que, durante estos días festivos, el 54% de los ciudadanos no irá a ver procesiones. Por creencias, el 66% de los católicos practicantes sí que tiene previsto estar presente ante el paso de alguna hermandad, al igual que el 39% de los católicos no practicantes. Entre los ateos, sólo el 12% asegura que acudirá a este tipo de actos religiosos.
Sin embargo, presenciar este tipo de actos no depende sólo de la voluntad. Celia Espejo, de 28 años, tiene un problema sin solución: vive en Sevilla, odia la Semana Santa y ni siquiera puede ir y volver a la playa en el mismo día. Todo el dinero se lo lleva el alquiler de su casa. “Trabajo en el sector audiovisual y en junio me quedo en paro; mi verdadera penitencia es esta crisis, no poder salir de vacaciones. Me hubiera ido a Italia porque paso de la Semana Santa”, afirma esta viajera incansable.
La única vía de escape para Celia será algunos días la casa de sus padres en un pueblo de Sevilla. “Allí no gasto nada”, zanja. Ahora se siente atrapada, pero lo peor llegará en verano. Y no es la única. Su hermana, en paro, también se quedará en Sevilla.
Quedarse en BarcelonaLa provincia de Barcelona posee 42 kilómetros de playas. Modernos chiringuitos, un paseo marítimo lleno de palmeras, conciertos y espectáculos al atardecer. Un destino mediterráneo donde experimentar la magia del estío. Al menos, ese es el consuelo de quienes este año, con la crisis a cuestas, se han visto obligados a renunciar a las vacaciones y conformarse con alguna de las playas de la ciudad.
Como Francisca y Pedro, un matrimonio de jubilados que ha vivido la mayoría de su vida en la Barceloneta, un barrio con olor a salitre y de cara al mar. A ellos les gustaría ir a Málaga con toda su familia, como hacen siempre en estas fechas. “Pero no va a poder ser, nos quedaremos aquí. Iremos a la playa a ver los malabares o la batuka con la colla [la pandilla] de amigos que también se queda aquí”, dice Pedro.
La colla de amigos no estará sola. Según el Ayuntamiento, es lógico pensar que ante la crisis, una considerable masa humana se desplazará estos días a algunas de las playas, ayudando a superar los 14 millones de bañistas que visitaron el litoral catalán el año pasado, y que convirtieron las playas barcelonesas en las más concurridas de España.
Soraida, residente en Barcelona y habitual en las charlas a media tarde en la arena, también pasará la Semana Santa en alguna de las playas. Esta joven admite que si no tuviera miedo a perder su trabajo debido a la crisis, le hubiera gustado “visitar el resto de la costa española”. Ante el panorama, los operarios municipales ya se han puesto a labrar la arena con el objetivo de ofrecer una buena alternativa a todas aquellas personas que, sin más remedio, no viajarán fuera de la ciudad este año.
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