Este artículo se publicó hace 17 años.
"Lo peor al entrar en este despacho es creer que tienes una misión"
"Mi proyecto político es el de una socialdemocracia innovadora, con los pies en el suelo y la cabeza en el futuro"
Gonzalo López Alba
"Los pies en el suelo y la cabeza en el futuro". En estas 11 palabras -el número que tradicionalmente figuraba en el dorsal del extremo izquierdo en los equipos de fútbol- sintetiza José Luis Rodríguez Zapatero, con el mismo minimalismo funcional que adorna su despacho de presidente del Gobierno, su proyecto político de "una socialdemocracia innovadora" y también el balance con el que comparecerá en las elecciones de marzo. Podría leerse: economía sólida y creatividad científica.
La parquedad castellano-leonesa de palabras que aplica a esta formulación ideológica se compadece con la "concepción austera de la democracia" que reivindica. "Austeridad democrática -explica - es no ser grandilocuente, saber que tu dimensión es temporal, que mañana habrá otro presidente, que nadie saca a ningún país de la historia ni lo mete, sino que es una tarea de todos, que cada Gobierno y cada presidente procura aportar".
No menciona ningún nombre, pero resulta inevitable pensar en José María Aznar cuando dice: "Lo peor al entrar en este despacho es creer que tienes una misión histórica, trascendental, definitiva, única... entonces, tenderás a cometer muchos errores. Tienes que entender que se trata de gobernar, de gestionar, de acertar más que de equivocarte, de ser honesto...".
Repertorio gestual
Acomodado en un butacón blando con forma de cuadrado, descarga el peso de su cuerpo sobre el antebrazo izquierdo en una postura que refuerza la impresión de un dominio relajado de la situación, haciendo sentir al visitante como si le hubiera invitado a la sala de estar de su casa.
Mientras que el izquierdo le sirve de ancla, mueve el derecho como el puntero de un repertorio gestual -del que antes carecía- con el que escribe en el aire acentos, comas y puntos. Siempre la sonrisa, que arma y desarma -según convenga- como mecanismo de seducción o parapeto. Y, en ocasiones, enarbola los dos brazos en alto, con las manos abiertas, como si dijera: yo voy a pecho descubierto y nada tengo que ocultar.
No oculta Zapatero que, si pudiera pasar la goma de borrar, borraría el instante del 29 de diciembre de 2006 en que, hablando de ETA, dijo: "Dentro de un año estaremos mejor".
"Fue una declaración política equivocada, que no debería haber hecho. La frase la deliberamos el día antes tres o cuatro personas, y a todo el mundo le pareció bien, pero es mi responsabilidad y me arrepiento de haberla dicho. Había una parte muy importante del país que confiaba en que "esta vez sí" y, con esa frase, yo alimentaba todavía más esa confianza... y en un día se quiebra la esperanza con el atentado de la T-4. Fue un fallo declarativo, un fallo de pronóstico, pero en un tema de la máxima trascendencia".
Un asomo de rabia contenida
Con una inclinación natural a dejar que las llamas se consuman en pavesas -"le corre agua por las venas", dicen sus incondicionales-, sólo hay en él un asomo de rabia, que plasma en el gesto de cerrar en un puño la mano izquierda para golpearla con la derecha, cuando habla de la "locura criminal" de los terroristas -"las insidias sólo me producen pena"-.
Lejos de sentirse un incomprendido por las críticas, se declara "agradecidísimo" a su partido y a sus votantes por "el privilegio de ser el presidente del Gobierno". "No se está en el Gobierno para ser aplaudido, se está para responder cada día a los problemas de la gente y poner un horizonte de país. ¿A quién va a criticar la gente? ¿A Rajoy? No. Es lógico que haya más críticas a quien está al frente de la nave, a quien está en el puente de mando".
¿Sensación de haber querido hacer demasiadas cosas en sólo una legislatura? "No, más bien al contrario. Cuando uno está aquí, y sabe lo que puede hacer, el poder que tiene, perder un minuto para arreglar un problema histórico o una necesidad, para hacer un cambio... más bien tienes la sensación contraria. La única duda que tengo es si he intentado o he hecho todas las cosas que se pueden hacer. Da para mucho estar en el Gobierno, para hacer muchas cosas".
"Lloré con la Constitución y el 82"
De entre las hechas hay tres de las que se declara especialmente satisfecho, orgulloso si cabe. La primera es la Ley de Ayuda a la Dependencia, porque, "con perspectiva, es la que desplegará más efectos sociales en el tiempo".
Después, las leyes de Igualdad y de legalización de los matrimonios homosexuales, porque "más allá de que beneficien a personas concretas, tienen un potencial reformista de la sociedad de gran alcance, un potencial enorme de creatividad, de libertad, de construir una sociedad abierta, tolerante...".
Haber promovido la Ley de Igualdad tiene para Zapatero, además, un valor íntimo. Su madre, fallecida antes de que él fuera elegido presidente del Gobierno, tenía "una enorme vocación" por la Medicina, que se engendró en la consulta de pediatría de su padre, pero que no pudo desarrollar porque la pauta social de la época era que la mujer estaba destinada al cuidado de la familia.
"Una de las cosas por las que lloré cuando se aprobó la Constitución, y cuando ganó Felipe en el 82, fue porque pensé que en este país ya no volvería a haber mujeres que tuvieran ese destino vital", confiesa Zapatero, presa aún de un estupor histórico: "¡¿Cómo es posible que hayamos vivido en un país en el que se condenaba hasta hace poco a las mujeres a prácticamente no tener derechos sociales, a no poder ni abrir una cuenta corriente?!"
En un lateral de su mesa de trabajo, al lado del mítico teléfono rojo, reposa un voluminoso ejemplar del Código de las leyes Administrativas, de Eduardo García de Enterría y José Antonio Escalante, y en la mesilla de noche un libro de poesía de Amos Oz.
En marzo le espera su primera reválida electoral, pero antes, desde hace un rato y con más urgencia, le aguardan para comer su esposa y sus dos hijas, que estudian en un colegio público y que ya muestran síntomas de implicación ideológica, "progresista, claro".
Mientras la comida se enfría, para desesperación de Sonsoles, el presidente aún se deja fotografiar sentado al borde de una maceta: "Es uno de los bonsais de Felipe".
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