Este artículo se publicó hace 13 años.
El PP cierra la campaña seguro de su victoria
Camps agita el victimismo respecto al Gobierno central
Si se busca en internet la sala Rex Natura de Alzira, un corazón aparece señalando su lugar en el mapa. Los dueños del lugar eligieron este símbolo como reclamo para su actividad habitual, los banquetes de boda. Pero resulta también apropiado para el acontecimiento que albergó ayer: uno de los actos de cierre de campaña del PP. Porque en este partido se respira tanta alegría como en la fiesta de unos recién casados.
A la comida de ayer estaban invitados 1.200 militantes. En el centro del salón, la mesa principal estaba poblada por los principales dirigentes del partido, que, obedientes con las tradiciones valencianas, engulleron un menú compuesto de ensalada, paella y naranja por enésima vez en la campaña electoral. En los discursos, el protagonista fue el triunfalismo. Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, se desató como nunca desde la tribuna de oradores: "En este momento no tendríamos ni que pedir el voto, nos tendrían que sacar a hombros; conforme está el país, deberían decirnos queremos un hijo tuyo".
Entre los militantes hay tanta dicha, tanta confianza en la victoria, que por el salón circularon incluso papeles con porras de triunfales resultados electorales, que los comensales se pasaban unos a otros entre risas. El culmen de la euforia llegó, sin embargo, cuando Francisco Camps hizo su entrada en el salón, dos horas tarde sobre el horario previsto. Como si él mismo fuera el postre, las señoras se abalanzaron sobre él y lo llenaron de besos. "No podrán contigo, Paco", le dijo una señora, simpatizante de Carcaixent, después de pasar varios segundos colgada del cuello del president.
Los discursos fueron un resumen del argumentario del PP durante esta campaña. Primero, el victimismo respecto al Gobierno central. Según la teoría acuñada por Francisco Camps, todos los problemas del País Valencià se deben a que el Gobierno socialista pretende dañar a esta tierra, con el objetivo final de que el PP pierda las elecciones. "Pero nosotros, los valencianos, hemos ganado la partida a Zapatero, podéis estar orgullosos".
Un día más, el presidente enumeró los agravios del Gobierno: "Nos quitaron el agua, nos recortaron la financiación, no invertían en infraestructuras". Y, como lógica consecuencia, se presentó a sí mismo y a su partido como los encargados de resistir los embites socialistas: "Estamos en pie como nunca había ocurrido". Tampoco Rus varió el estribillo que el PP ha entonado en todos sus días de campaña, esta vez en referencia a la identidad: "Somos los únicos que defendemos la senyera, y los únicos que hablamos valenciano, y no catalán".
Críticas por corrupción"Esta es la campaña del orgullo y de la autoestima", concluyó Camps, para después deslizar una breve crítica a sus adversarios políticos por los "insultos, ataques e insidias" que dirigen contra él. Fue la única y velada respuesta a las críticas que le llovieron ayer desde la oposición por su falta de explicaciones a los indicios de financiación ilegal de su partido, que el Tribunal Superior de Justicia analiza desde el jueves. Después, el candidato se bajó del escenario y avanzó entre otra marea de achuchones hasta la puerta. Dispuesto a que nadie le aguara la fiesta, un día más se negó a responder a los periodistas.
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