Este artículo se publicó hace 16 años.
El PP, mejor cuando tendió la mano al PNV
Logró su pico más alto en el primer mandato de Aznar y acentuó su caída con San Gil
Si el PP vasco y Génova, o a la inversa –que tanto da– siguen a mil años luz del PNV, no será porque esa posición de tierra quemada se traduzca en votos. No, al menos, si se atiene estrictamente a los datos de los cuatro ciclos electorales básicos en Euskadi: comicios generales, autonómicos, forales y municipales.
Sólo hay que ver las curvas de porcentaje de voto desde 1990, cuando el panorama político vasco comienza a estabilizarse y ya están todos los actores sobre el escenario: PNV, PSE, PP, HB, Ezker Batua, Eusko Alkartasuna, y los ex poli milis de Euskadiko Ezkerra (fusionados con el PSE en 1993).
Jaime Mayor Oreja, nombrado presidente de los populares vascos en 1990, remontó lentamente los paupérrimos resultados que la derecha siempre había cosechado en Euskadi. De un 7-8% de los sufragios en sus primeros años de mandato, se colocó al 18,34% en las generales de 1996.
Por 127.000 millones de pesetasEl PP se ensancharía con José María Aznar en la Moncloa, de forma más que significativa en su primera legislatura. La de los pactos. Aquella que permitió afirmar a Xabier Arzalluz en 1997 que el PP “había hecho más en un año por el Estatuto [de Gernika] que el PSOE en 20”. El PNV había apoyado la investidura de Aznar a cambio de la ampliación del autogobierno y, sobre todo, del concierto económico. Éste se sellaría en mayo de 1997 y reportaría al Gobierno vasco la gestión de unos 127.000 millones de pesetas (763,28 millones de euros).
Era la época dorada del PP, con Carlos Iturgaiz como presidente en Euskadi. La apoteosis, en 2000 (28% en las generales) y 2001 (23% y 19 escaños en el Parlamento de Vitoria). Los populares son la segunda fuerza política, con un PSOE en la ruina y, ahora sí, enfrentados al PNV por el Pacto de Estella. Desde entonces, bajonazo continuo, tanto con Iturgaiz como, desde 2004, con María San Gil. La victoria socialista en Madrid supuso la condena al tercer puesto a los conservadores vascos.
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