Este artículo se publicó hace 13 años.
El primer mes sin humo para los amantes del humo
Cinco conocidos fumadores cuentan a 'Público' cómo han vivido los 37 días desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco
Poco más de un mes después de su entrada en vigor 37 días para ser exactos, la Ley Antitabaco continúa generando debate. Los hosteleros insisten en el descalabro económico que la norma provocará en el sector, mientras que las administraciones públicas insisten en los beneficios que la ausencia de humo generará a la salud de los españoles.
La guerra de cifras se reavivó la semana pasada, cuando el cumplimiento del primer mes de la ley en vigor coincidió con la publicación de los datos de afiliación a la Seguridad Social en el primer mes del año. Los datos públicos han desmentido las amenazas de los hosteleros de que la prohibición de fumar les generaría tales pérdidas que se verían obligados a reducir sus plantillas de trabajadores. De hecho, la caída registrada en enero en las afiliaciones es similar a la de años anteriores, incluso es sensiblemente inferior a la de 2009.
Los hosteleros restan rigor a los datos de afiliación de la Seguridad Social
La Federación Española de Hostelería (FEHR) advierte sin embargo de que un mes es un periodo insuficiente para que se noten los efectos de la ley, y los hosteleros de Madrid hablan de una caída del 23% en la facturación de enero.
Lo cierto es que la noticia en estos días ha sido la no noticia. Es decir, la ley se cumple en la inmensa mayoría de los establecimientos. Los ciudadanos salen a la calle a fumar y la mayoría de locales así lo promueve. Los contados hosteleros que se han erigido como insumisos a la ley, en ocasiones con estrambóticas iniciativas, han sido los protagonistas. En un clima de normalidad, las máquinas expendedoras de tabaco rotas a mazazos por sus dueños, los bares camuflados en sociedades gastronómicas y los hosteleros que se han negado a vetar el humo han copado el protagonismo.
Para los fumadores, a quienes afecta en primera instancia la prohibición, no es fácil cambiar el hábito de años y años de la noche a la mañana. Muestra de ello son los corrillos de fumadores a las puertas de los bares. La defensa o el rechazo a la Ley Antitabaco no entiende de clase social, estatus económico, ideología política, género u oficio. Por ejemplo, algunas voces conocidas vinculadas a la izquierda, fumadores reconocidos, se posicionan en contra de la prohibición total de fumar en los bares y restaurantes.
La normalidad ha protagonizado el arranque del veto al tabaco
Es el caso del histórico dirigente comunista Santiago Carrillo. A sus 96 años, no puede obviar que durante décadas su vida ha estado marcada por la lucha en defensa de las libertades y contra las leyes prohibicionistas, y considera que esta norma es "exagerada".
La escritora Almudena Grandes no acaba de entender que el Gobierno prohíba por ley fumar en los establecimientos cerrados públicos pero no deje de "enriquecerse" con la venta de tabaco. El Estado ingresa cada año miles de millones de euros por los impuestos que recauda de las tabacaleras.
Tampoco el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), que gobierna en coalición con el PSOE, acaba de entender el veto total al humo. Por su parte, el cantautor Javier Krahe arremete con dureza contra los impulsores de la norma. En cambio, la diputada de IU en Madrid, Inés Sabanés, también fumadora reconocida, defiende que la salud pública debe estar por encima de una "supuesta libertad". Público ha recogido sus testimonios. Son caras conocidas que representan el sentir de la sociedad.
Santiago Carrillo: "Basta con un veto para que yo reaccione en contra"
Santiago Carrillo ha luchado tantas veces contra "la ley impuesta" que a sus 96 años es incapaz de cambiar de actitud. "Basta con que haya una ley que prohíba algo para que yo, de una manera instintiva, reaccione en contra", explica.
El histórico dirigente comunista ha reducido en la última semana el número de cigarrillos que fuma, hasta bajar de la habitual cajetilla, pero la Ley Antitabaco no ha tenido nada que ver en ello. La razón ha sido "el fuerte catarro" que ha pillado. "Comprendo que el tabaco es malo, pero yo no lo pienso dejar. El tabaco se deja cuando se quiere alargar la vida y yo, a mi edad...", justifica.
La Ley Antitabaco ha fragmentado las tertulias de sobremesa con el grupo de amigos con el que se reúne cada 15 días. "Los que fumamos interrumpimos la comida o la charla y salimos a la calle", comenta resignado. Para Carrillo, la norma "no es agradable", pero insiste en que él la cumple. Y añade con un punto de escepticismo: "Creo que lo del tabaco se está exagerando un poco. Quizás un día se descubra que al lado de la contaminación atmosférica, el tabaco no era tan grave".
Carrillo considera que la anterior separación entre espacios y bares con humo y sin humo era suficiente. "Creo que una ley que impide fumar en lugares cerrados como un cine o un autobús es normal, pero lo de ahora me parece un exceso", concluye.
Almudena Grandes: "Ahora tomo más copas en casas de amigos que en bares"
Lo que más me desagrada de la ley no es el fumar o no, sino que la hayan aplicado con tan poca pedagogía. El cargo público debe transmitir el porqué de la ley a los ciudadanos". Así resume Almudena Grandes las sensaciones que le suscita la nueva norma. "Es muy difícil de explicar que se prohíba fumar, porque el Estado se enriquece con la venta de tabaco, que tiene en monopolio público", prosigue.
La escritora ha ido reduciendo progresivamente, en los últimos años, el número de cigarrillos que consume, hasta llegar a los diez de la actualidad. Y pensaba continuar haciéndolo, hasta abandonar, poco a poco, el hábito que adquirió hace 34 años. "Pero ahora no me da la gana", se planta. Además, según asegura, "la solidaridad entre fumadores" le impide continuar con su progresión lenta y continuada de abandono del tabaco. "Si un amigo, en un restaurante, me pregunta que si salgo a fumar, pues salgo. De otra forma, sin tener que salir, él hubiera fumado y yo no", explica.
Grandes confiesa que en el último mes, con la norma en vigor, ha reducido sus salidas a bares de copas. "Ahora las tomo más en casas de amigos", explica. A su juicio, cuando llegue el buen tiempo, los bares que no tengan terraza se resentirán. "Quedarán desiertos", teme. También le preocupa "el hecho de que se esté extendiendo la mirada despectiva al fumador".
M. Á. Revilla: "Dejaría el tabaco si el Gobierno prohibiera su venta"
En el último mes, la esposa de Miguel Ángel Revilla ha comido con él muchos más días de lo que era habitual. "No le gusta que fume, pero me deja", explica él. Es uno de los efectos de la Ley Antitabaco en la vida del presidente de Cantabria, incapaz de saltarse el puro de después de comer. La segunda consecuencia es que cuando come fuera lo hace en un restaurante con terraza.
Revilla ha reducido a la mitad de cuatro a dos el número de puros que fuma al día. Además, los adquiere más pequeños para que le duren menos y se ha comprado un cortador para poder aprovecharlos, ya que no le suele dar tiempo a agotarlos en sus trayectos fuera de su despacho. "En mi coche fumo, yo no tengo chófer, conduzco yo", insiste.
"El tabaco no es bueno, me gustaría que no fumara nadie, pero yo ya tengo ese vicio y, para mí, es un placer", reconoce. Revilla no piensa dejar el hábito que adquirió una Nochevieja de hace 46 años, animado por su padre. "Lo dejaría si el Gobierno fuera coherente y prohibiera vender tabaco", confiesa. También sería una razón de peso que el tabaco hiciera mella en su salud, explica. La prohibición absoluta de fumar en espacios públicos le parece excesiva. "Hemos dado un golpe de péndulo demasiado extremo. Se debería haber permitido a los bares habilitar espacios sólo para fumadores", concluye.
Javier Krahe: "El Estado no tiene que meterse en asuntos sanitarios"
Javier Krahe ha dejado de jugar al ajedrez. Ya no acude los lunes al bar donde, desde hacía 25 años, participaba en un torneo. Durante ese cuarto de siglo, las fichas se movían al ritmo de las caladas al cigarrillo. Prohibido el tabaco en el local, el cantautor ha abandonado su afición y, con ella, a los amigos que hizo al otro lado del tablero. "No quiero jugar sin fumar", defiende. Siendo tabaco y ajedrez incompatibles, Krahe se ha decantado a favor del tabaco. "Por supuesto que no lo dejaré", asegura.
El cantautor critica con acritud la Ley Antitabaco. "El Estado no tiene que meterse en asuntos sanitarios ni morales. No consigo entender por qué no puede haber establecimientos para fumadores y que los que no fumen no entren. Yo, si voy a un bar de no fumadores, pues no fumaré", argumenta.
¿Ha vivido alguna anécdota en estos 37 días sin humo? El cantautor explica que "el otro día" salió a fumar a la puerta de un restaurante en un pueblo. Había otras dos personas, fumadores. Una de ellas comentó que los camioneros tenían a partir de ahora un problema. "Imagina los camioneros que van a un puticlub de carretera, que aparcan el camión detrás del edificio para que nadie sepa que están allí. Pues ahora tendrán que salir a la calle a fumar. Tendrán que estar en la puerta del local", relata, provocador, Krahe.
Inés Sabanés: "Además de leyes, necesitamos calma para dejarlo"
La diputada de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid Inés Sabanés aplaude la Ley Antitabaco. No en vano, su formación fue una de las impulsoras del endurecimiento de la norma y con sus enmiendas consiguió que esta fuera más restrictiva incluso de lo que se planteó en un principio. Eso no quita que ella continúe fumando. Cada día consume casi una cajetilla, "demasiado", se critica a sí misma.
Conocedora de los perjuicios que el tabaco causa a la salud, reconoce que la ley no le quitará el hábito. "Los que somos fumadores, además de leyes necesitamos calma para dejar de fumar", justifica. La que fuera cabeza de lista por IU en Madrid explica que consiguió dejar el vicio durante un año y medio, pero se reenganchó. Aún así, está convencida de que algún día dejará el tabaco "progresivamente", y tose.
Mientras tanto, la prohibición de fumar en los espacios públicos cerrados le ahorra cada día "algunos cigarrillos". Sabanés está convencida de que así le pasará a más ciudadanos. "Defiendo que prime el criterio de salud pública frente a las molestias o una supuesta libertad y creo profundamente que la ley no obliga a nadie ni a fumar ni a dejar de fumar, sólo marca las condiciones en los espacios públicos o de mayor utilización, como los bares o restaurantes", expresa de carrerilla.
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