Este artículo se publicó hace 12 años.
Redadas masivas de Marruecos de inmigrantes africanos junto a Melilla
Nueva detención masiva de inmigrantes, tras las 80 personas detenidas hace un par de días, que incluyen a bebés y a mujeres embarazadas, según las organizaciones humanitarias.
Juan José Téllez
Al menos tres furgonetas de gran tamaño fletadas por la Gendarmeria Nacional de Marruecos practicaban esta mañana una formidable redada en el bosque de Gurugú, junto a la frontera española de Melilla, donde el pasado martes murió un soldado marroquí . Testigos presenciales aseguraban que se trataba de una nueva detención masiva de inmigrantes llegados hasta allí desde distintos puntos de Africa. Anteayer, bajo este mismo despliegue, fueron capturados alrededor de 80, pero las detenciones de hoy, que incluyen a bebés y a mujeres embarazadas, pueden llegar a ser mucho más numerosas.
Así lo confirmó a Publico Helena Maleno, una cooperante española que ha promovido la ONG Caminando Problemas y que mantiene contactos frecuentes con estos migrantes a menudo malqueridos en Marruecos. El destino final de los detenidos podría ser el de Oujda, en la frontera argelina, aunque también se especula con que puedan ser trasladados hasta el campamento militar de Bab-Taza en Xauen, aunque esta última hipótesis no es fiable.“Nos llega información de que la autoridad marroquí está deportando a los inmigrantes a otras zonas fuera de los alrededores de Melilla –afirmaba esta misma semana Abdelmalik El Barkani, delegado del Gobierno español en Melilla--. Están consiguiendo que muchos de estos inmigrantes que están al acecho, y cercanos a la zona de la valla, abandonen ese sitio, evitando que entren”.
Llevan media vida intentando cruzar la frontera española, aunque durante las últimas semanas han vuelto a probar suerte con el salto de la valla, quizá como respuesta a la creación de una Comisaría Conjunta entre las policías de España y de Marruecos, puesta en marcha durante el pasado mes de junio en Algeciras y cuyas misiones fundamentales estriban en la lucha contra la inmigración irregular y el narcotráfico.
Cientos de sin papeles llegados a Marruecos desde distintos puntos del mapa de la desolación africana siguen repartidos en distintos puntos del norte del país, sobre todo en las proximidades de Ceuta y Melilla. Y en las últimas semanas han protagonizado diversos intentos de salto masivo sobre las vallas del perímetro fronterizo melillense, que ya fueron reforzadas por las autoridades españolas cuando en 2005 se registraron incidentes parecidos.
Ahora, según Helena Maleno, los alrededores de Ceuta no registran poblamientos tan masivos como los de Melilla: “Hasta Ceuta, llegan inmigrantes de distintos países africanos que se encuentran radicados en Rabat. Si no saltan, permanecen en la zona dos o tres días y vuelven a su punto de origen”. En el caso de Melilla, se especula que hasta las redadas y saltos de los últimos días, la colonia de migrantes clandestinos podría alcanzar hasta 600 personas, de muy diferente procedencia.
El pasado martes, un soldado de las Fuerzas Reales de Marruecos murió en una de esas tentativas de salto, que tuvieron lugar a primera hora del pasado martes 10 de julio y que seguía la secuela de las que se registraron desde el 9 de junio, cuando doscientas personas de procedencia subsahariana intentaron usar esa vía aunque sólo 48 lo lograron. El día 26 de ese mismo mes, volvieron a repetirse los incidentes, protagonizados entonces por 50 inmigrantes irregulares. La intentona de esta semana fue reprimida con contundencia, hasta el punto de que los guardias civiles españoles, con apoyo del Cuerpo Nacional de Policía, llegaron a disparar balas de goma, mientras los fugitivos de Africa arrojaban piedras contra los agentes de un lado y otro de la frontera. Una de ellas, según la versión oficial marroquí, alcanzó al soldado acuartelado en Farhana y que sufrió traumatismo encefálico y, como consecuencia del mismo, falleció cuando era trasladado al hospital Hassani de Nador, donde ingresó cadáver.
Del militar sólo se sabe que tenía 45 años y procedía de Ouarzazate. Ni siquiera, hasta ahora, ha trascendido el nombre del soldado muerto, pero lo cierto es que dicha noticia puede criminalizar aún más a dicho colectivo en su conjunto, acentuando su marginalización y la represión que vienen sufriendo desde que Marruecos se convirtió en paso obligado para estos migrantes en su camino hacia el supuesto paraíso europeo. Según el ministerio del Interior de Marruecos, que titula actualmente Mohand Laenser, 26 inmigrantes irregulares fueron detenidos y “las fuerzas del orden han respondido con firmeza ante este asalto organizado y violento”. Dicho departamento asegura también que se ha abierto una investigación al objeto de averiguar y concretar las circunstancias de dicha muerte.
En el pasado, cuando los caídos en dicha barrera o en la de Ceuta fueron inmigrantes jamás se supo nunca si habían fallecido aplastados por sus propios compañeros o como consecuencia de la actuación de las fuerzas del orden de Marruecos o de España. Los saltos se están produciendo entre el paso de Farhana y el Cerro de Palma Santa. Ya el domingo pasado otros diez saltaron con éxito, pero un centenar no tuvo tanta suerte. Esa es la información oficial. La extraoficial es otra: lo intentaron 400 y lo logró una treintena. Ya entonces se lanzaron piedras contra los agentes que usaban pelotas de goma y, al parecer, un guardia civil sufrió heridas superficiales durante un forcejeo, aunque se desconoce qué lesiones presentaron sus oponentes.
Ayer miércoles, volvieron a repetirse los intentos de salto, por parte de este amplio número de inmigrantes que suelen malvivir en el bosque del Gurugú, no muy lejos del paso fronterizo. 50 personas en un primer contingente y puede que hasta 300 en el segundo quisieron repetir suerte, pero tan sólo lo lograron cinco que, una vez del lado español, fueron conducidos al Centro de Internamiento de Extranjeros de Melilla, un establecimiento donde actualmente se hacinan más de 600 personas cuando su capacidad real establece un tope de 480.
No todos los inmigrantes que logran pasar a España siguen ese mismo camino. José Palazón, el veterano portavoz de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), en Melilla, asegura que muchos de los inmigrantes que logran dar el salto terminan siendo devueltos ilegalmente a Marruecos por los agentes españoles que les detienen junto al perímetro por el simple delito de cruzar la frontera sin documentos y por un paso indebido.
Ese mismo procedimiento, que niega taxativamente la Guardia Civil, estaría llevándose a cabo también en alta mar, vulnerando tratados internacionales para evitar simplemente la saturación del supuesto centro de acogida. En el mismo, ha llegado a trasladarse a la Península a inmigrantes de países en conflicto, como Congo, que habrían merecido un estatus de refugiados y que, sin embargo, fueron finalmente repatriados, aun a riesgo de sus vidas, hasta Kinshasa.
En Marruecos, acaba de hacerse público un informe titulado “Migración irregular: respuestas políticas y retos”, en el que se asegura que los subsaharianos que viven en dicho país acaban en ghetos de chabolas e infraviviendas de manera espontánea. Lo cierto es que terminan recurriendo a dicha forma de supervivencia, ante la inexistencia de otras alternativas y para evitar incidentes con la población local. El estudio se basa en más de 50 entrevistas a inmigrantes, señala que Marruecos no es sólo un país de tránsito para este colectivo sino que empieza a ser un punto de destino, sobre todo tras el auge de algunas de sus grandes ciudades o del crecimiento turístico y portuario del norte marroquí. Eso sí, cobran menos que los trabajadores locales y el alquiler de una vivienda les cuesta más.
“Muchos acaban ganándose la vida en Marruecos. Conozco casos de personas que han estado trabajando en el sector de la Construcción o colaborando con asociaciones humanitarias. Otros simplemente se dedican a sobrevivir como pueden”, asegura Palazón, quien no obstante insiste en denunciar que viven una auténtica persecución por parte de las fuerzas policiales del país vecino.
También se mostró de acuerdo en que existe cierta discriminación laboral, pues el estudio de Rabat apunta que, por norma general, cobran menos que la población local. También se dan casos en los que se les exige un mayor alquiler para acceder a una vivienda.
La patera que nunca existióHelena Maleno, la cooperante española de “Caminando Fronteras”, denuncia que, en las últimas semanas, se ha incrementado el oscurantismo por parte de las autoridades españolas y marroquíes, en torno a la inmigración clandestina.
Sin embargo, la información parece fluir más entre los cuerpos y seguridad de ambos países, que se coordinan a través de una Comisaría conjunta que ya opera en la zona del Estrecho y cuya puesta en marcha, decidida por el Gobierno anterior, se precipitó tras la primera entrevista oficial entre el presidente español Mariano Rajoy, del Partido Popular, y el primer ministro marroquí Abdelilah Benkiran, del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo.
Como prueba de esa falta de transparencia, Helena Maleno cita que no ha trascendido información alguna sobre el naufragio de una embarcación fuera borda –las pateras dejaron de usarse hace mucho—que el pasado fin de semana emprendió viaje desde un punto de la costa marroquí situado entre Nador y Alhucemas, hacia Almería. Nunca llegó a su destino y Salvamento Marítimo llegó a realizar una búsqueda, pero ningún portavoz oficial ha confirmado su naufragio. Helena Maleno se ha entrevistado con cuatro menores supervivientes que iban a bordo, junto con otras 65 personas de las que probablemente murieron 35, entre quienes se contaban otros tres niños.
Procedían, al parecer, de países convulsos y de estados fallidos repartidos por el sur del Sáhara tras siglos de expolio por parte de propios y de extraños. Ahora, en los despachos de Bruselas, empieza a fraguarse la idea de alcanzar un acuerdo con las autoridades marroquíes para devolverlos a dicha orilla del Estrecho en el supuesto caso de que logren cruzarlo. Ya en su día, en 1992, el entonces ministro español de Interior, José Luis Corcuera, intentó algo parecido con su homólogo Driss Basri, pero tan sólo logró devolver, en veinticuatro horas y sin asistencia letrada, a inmigrantes marroquíes que hubieran llegado a las costas de Cádiz. Eran otros tiempos. Los de ahora, visto lo visto, parece que no son mejores.
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