Este artículo se publicó hace 13 años.
Refugiados sin retorno
Somalia cumple hoy un mes de hambruna, aunque el drama lleva muchos años instalado en el Cuerno de África
Manuel Ruiz Rico
Hoy se cumple un mes desde que la ONU declarara la hambruna en Somalia. La situación, no obstante, no es nueva para los habitantes del Cuerno de África, algunos de los cuales llevan décadas desplazados por situaciones similares ocurridas hace muchos años. Hoy, como entonces, la sequía que ha dado pie a la hambruna "no ha cogido a Naciones Unidas por sorpresa", según reconoce la coordinadora de Socorro de la ONU para el Cuerno de África, Valerie Amos. En realidad, pocos ignoraban lo que se avecinaba y las crudas consecuencias se están viviendo ahora, con más de medio millón de somalíes refugiados en Kenia y Etiopía, quienes seguramente jamás vuelvan a los hogares que dejaron atrás porque no tenían qué comer, como ya ocurrió hace 20 años.
A corto plazo, la situación no es mucho mejor. La ONU prevé que haya que mantener la ayuda humanitaria al menos hasta diciembre, mientras que la sangría no cesa: unos 2.000 refugiados siguen huyendo diariamente a Kenia y Etiopía. El futuro de los refugiados somalíes permanece indisolublemente unido a la deriva de su país y, a juzgar por esto, no tendría que pasar nada extraño para que jamás vuelvan a sus hogares. Así ocurre con el campo de Kebrebeyah, en Etiopía, que se abrió en 1991 para albergar a somalíes que huían del conflicto que siguió a la caída del régimen de Siad Barre. "Hoy, sus iniciales residentes aún están ahí", aseguran fuentes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Miles de refugiados continúan en Kebrebeyah, abierto en 1991
"He venido hasta Etiopía esperando una vida mejor para mis hijos, pero cuando la lluvia y la paz regresen a Somalia, quiero volver a mi país", asegura Barey, una somalí de 31 años, a Laura Padoan, del equipo de emergencias de Acnur en Dollo Ado, donde está situado el campo de Kebrebeyah. Barey está embarazada y llegó a uno de los cuatro campos de Dollo Ado con sus cinco hijos. Su marido se quedó en el camino.
"La mayoría de los que entran tienen una historia similar a la de Barey: sin su modo de vida y sin agua, la gente de las zonas rurales de Somalia simplemente no puede sobrevivir", asegura Padoan. Sin embargo, el deseo de Barey, el retorno, no será nada fácil. Cualquier previsión opti-mista se torna desalentadora a tenor de cómo transcurren los acontecimientos en Somalia, en plena guerra civil y con la guerrilla islamista de Al Shabab controlando regiones del interior.
"En teoría, la solución a largo plazo pasa por el retorno voluntario de los refugiados, siempre que las condiciones de las que huyeron no existan y haya paz en el país, mientras que el realojo en un tercer país es una posibilidad, pero muy minoritaria y muy difícil", recalcan desde Acnur.
Nómadas sin recursos"La mayoría de los refugiados son población nómada pastoralista que ha perdido todo su ganado debido a la sequía y no tiene ninguna otra fuente de recursos para sobrevivir. Entonces huyen", asegura Guillem Pérez, responsable de Médicos Sin Fronteras en Dollo Ado, con 119.266 refugiados somalíes. En Morodile, a 250 kilómetros al noreste de Dollo Ado, hay más de 17.500 somalíes que han cruzado la frontera en las últimas semanas, según el recuento que hizo ayer Acnur.
"Cuando la lluvia y la paz regresen a Somalia, volveré", dice una refugiada
El día a día en los campos de refugiados pasa por combatir la malnutrición infantil y un brote de sarampión que ha dejado tras de sí varias decenas de muertos en los campamentos etíopes. "En Dollo Ado el número de niños malnutridos es muy alto y se ha comenzado una campaña de vacunación contra el sarampión. Este es uno de los mayores peligros, ya que por el hacinamiento y las débiles condiciones de salud, el contagio de la enfermedad puede extenderse muy rápidamente", detalla Pérez.
Y todo esto en medio de un escenario crítico, cuyos protagonistas son casi medio millón de somalíes huidos a Kenia y Etiopía, más del 90% menores. El futuro de Somalia tiene ahora por presente, y quién sabe si también por futuro, el limbo de un multitudinario campamento de refugiados.
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