Este artículo se publicó hace 15 años.
La Semana Santa se traga el lazo blanco
Las hermandades y los asistentes a las procesiones dejan de lado el debate sobre la ley del aborto
Hubo lazos blancos contra la reforma de la ley del aborto en las solapas, pero muy pocos. Hubo lazos blancos en los pasos, pero muy contados. Hubo obispos que, de nuevo, arremetieron contra el Gobierno socialista, y trataron de enganchar fieles convirtiendo las procesiones en manifestaciones políticas. Sin embargo, lo que hubo, fundamentalmente, fue lo de siempre en estas fechas: procesiones que colapsaron el centro de las ciudades, sobre todo en el sur del país y, por lo tanto, quejas de los no devotos por el colapso. Otros, quienes pudieron, se fueron a la playa. La Semana Santa se comió los lazos blancos y dejó de lado el debate del aborto, que algunos significados jerarcas de la Iglesia de Roma quisieron impulsar.
Al contrario que en Madrid, donde las hermandades llevaron el lazo; en Sevilla, epicentro cofrade, que la noche del Jueves Santo, en la madrugá, congregó a un millón de personas en las calles, según el ayuntamiento, ninguna de las hermandades –las que más adeptos tienen, la Macarena, Triana, Los Gitanos– portó lazo alguno. Se limitaron a oraciones genéricas a favor de la vida y no se echó de menos el símbolo. Nazarenos y asistentes disfrutaron como todos los años e, incluso más, porque la semana, por primera vez en tiempo, se dio con sol de día y buena luna de noche. En Medina Sidonia (Cádiz) el lazo logró el efecto contrario al que se perseguía: deslució la procesión porque una decena de costaleros se negaron a cargar el paso. Hubo que tirar de otros y reducir el recorrido.
Más tradicional que religiosoUn experto cofrade argumentó este sábado que el fracaso del lazo blanco es la consecuencia de la evolución de las cofradías en la España democrática: "Los cultos –celebraciones litúrgicas que se celebran en fechas puntuales a lo largo del calendario– están cada vez más vacíos. Las hermandades trabajan cada vez más hacia fuera de la Iglesia, hacia la gente, y se vuelcan en la Semana Santa, que se palpa cada vez más como un hecho tradicional que como un hecho religioso".
La polémica llevó a Facua, una organización que representa los intereses de los consumidores, a reclamar en Castilla León al Ejecutivo que disolviera con policías antidisturbios las procesiones en las que se llevara el símbolo. Luego, los representantes a nivel nacional, rebajaron el tono y solicitaron sólo sanciones al entender que se convertían en marchas políticas, que requieren comunicación previa a las delegaciones del Gobierno.
"Somos partidarios de no mezclar cosas, ya que si no, cada año las procesiones se convertirían en actos reivindicativos", aseguró a la agencia Efe el Secretariado de Congregaciones, Cofradías y Hermandades de Lérida. Incluso, las hermandades de Córdoba, promotoras de la campaña del lazo, dieron finalmente marcha atrás, después de un encuentro con la alcaldesa, Rosa Aguilar (IU). El argumento esgrimido fue el que desoyó la cofradía de Medina Sidonia: que el lazo desluciría la celebración de la Semana Santa.
Laicismo de procesiónTambién en Cuenca el lazo produjo un conflicto. Los concejales socialistas abandonaron la procesión del Hosanna, que da el pistoletazo de salida a la Semana Santa, porque el alcalde, del PP, se negó a pedirle a sus ediles que se quitaran los lazos blancos que llevaban. "Vamos a la procesión bajo mazas, es decir representando a la institución y cuando representamos al Ayuntamiento dejamos nuestras ideas y nuestras creencias a un lado porque vamos representando a los que nos votan y a los que no", manifestó a Efe, indignado, un edil del PSOE de Cuenca.
Eso les pasa por ir, consideran los laicistas. El Estado aconfesional que sancionó la Constitución de 1978 salió una vez más de procesión. Políticos de distinto signo, ataviados con las bandas y las insignias oficiales, siguieron las estaciones de penitencia. ¿Es coherente que los ayuntamientos paguen con el dinero de creyentes y no creyentes los ornamentos de los balcones? ¿Es coherente que la Iglesia, azote de leyes socialistas, confíe en alcaldes del PSOE, como el de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, para las fiestas sagradas?
“La realidad superó de nuevo a la ficción en Zaragoza”, se quejó el Movimiento Hacia un Estado Laico (Mhuel). En Sevilla, el teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos (IU) se niega a acudir a actos religiosos por respeto a los creyentes. Considera que hay que colocar una línea que separe lo religioso de lo institucional.
Rodrigo Torrijos ha logrado que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE), que sí desfiló el pasado domingo, acepte que la campaña publicitaria conocida como del bus ateo, que lleva por leyenda Probablemente, Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida, circule por Sevilla. Pero sólo después de la Semana Santa. No vaya a ser que alguien tome la imagen de un paso con el lema de fondo, como sucedió en Zaragoza, donde ante el veto del ayuntamiento socialista a la publicidad, los promotores pagaron una lona.
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