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"Si la situación es mala, imagine para las viudas"

La crisis ha empujado a la pobreza a las beneficiarias de las pensiones de viudedad

V. PI / O. CARBALLAR

'Me hablan de la crisis y me da la risa. Si está mal para todo el mundo, imagine para las viudas'. Así describe Rosario Vicente, presidenta de la Confederación de Asociaciones de Viudas Hispania (Confav), la situación de este colectivo. La última encuesta sobre condiciones de vida, hecha pública el mes pasado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), puso de manifiesto que el porcentaje de hogares que viven por debajo del umbral de la pobreza en España ya es del 21,8%. En 2009, esta cifra era del 19,5%.

Muchas de estas personas son viudas: sobreviven con una pensión que asciende, de media en todo el Estado, a 587,54 euros al mes. Esta paga se otorga en función de las propiedades e ingresos del beneficiario, según unos baremos que establece el Ministerio de Trabajo.

El 93% de las 2.313.401 personas que cobran la pensión son mujeres

La crisis económica ha ahogado aún más al colectivo, ya de por sí agobiado por llegar a fin de mes. 'Somos un grupo de población débil, la mayoría de las viudas son mayores, no han trabajado nunca fuera de casa. Muchas de estas mujeres no ingresan ni 400 euros al mes', asegura Vicente.

Un total de 2.313.401 personas cobran una pensión de viudedad en España. El 93% son mujeres; de éstas, el 94% tiene al menos 55 años, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo, que cifra en 76 años la edad media de los beneficiarios de la pensión de viudedad.

'Tenemos los mismos problemas que todos, pero ahora agravados', insiste Rosario Vicente. La presidenta de la Confav explica que ahora muchas mujeres no sólo tienen que lidiar con sus cuentas, sino que deben ayudar a sus hijos. Esta situación incluso ha obligado a algunas de ellas a vender sus viviendas a la desesperada para poder llegar a fin de mes, denuncia.

'Llego a fin de mes rompiéndome la cabeza', dice Amelia Barrul, de 66 años

Además, varias comunidades autónomas que concedían pagas complementarias a la pensión de viudedad, como Castilla-La Mancha, han retirado en los últimos meses estas ayudas. 'Catalunya también las retiró', añade la representante de las viudas.

De todos modos, Rosario Vicente insiste en que los problemas del colectivo vienen de lejos. 'Nuestra precariedad no viene de ahora. Estuvimos casi 20 años cobrando una pensión mínima que casi no se tocó', denuncia.

La representante de la confederación de viudas denuncia la precariedad

Amelia Barrul, madrileña de 66 años, estira desde hace tres años los escasos 400 euros que cobra cada mes para alimentar también a su hijo, de 37 años. Este no trabaja y hace meses que dejó de cobrar la prestación por desempleo. Tampoco puede beneficiarse de la Renta Mínima de Inserción porque vive con su madre y los ingresos de esta, aunque escasos, son superiores al máximo de 375 euros que establece la Comunidad de Madrid. Así que llegan a fin de mes 'sacando de aquí y de allá', resume Amelia. 'Lo hago como puedo, rompiéndome la cabeza', explica la mujer, que, con la mirada perdida, se esfuerza sin éxito por resumir sus trucos.

Amelia y su hijo viven en el barrio madrileño de San Blas, uno de los más pobres de la capital, con los niveles más elevados de paro. La mujer pasa las mañanas sentada en el banco que hay a la entrada de su casa. 'Bajo a que me dé el aire, a quitarme los malos pensamientos', confiesa con los ojos llorosos. Al menos, cumple con el ritual de asearse para no caer derrotada entre los muros de su casa.

Si consigue sobrevivir es porque el alquiler de su piso, de protección oficial, sólo cuesta 35 euros mensuales. Paga otros 35 euros de comunidad. Con el resto, comen madre e hijo. Amelia no trabajó nunca fuera del hogar. Ahora vive asfixiada por la falta de ingresos y la fibromialgia que la consume día a día. 'Cuando me dan ataques no me puedo mover, me quedo inválida en la cama, hasta que pasa', explica. Quiere pedir apoyo de los servicios sociales para que la ayuden aunque sea dándole comida o con su enfermedad, pero 'el papeleo' se le hace un mundo.

La situación de las viudas es, en general, similar en toda España. Con 50 años, la vida de Lola Jurado, que nunca había trabajado fuera de casa, cambió de la noche a la mañana. Su marido, Manolo Rodríguez, falleció repentinamente. 'Era autónomo, se dedicaba al sector inmobiliario y coincidió, además, justo cuando empezábamos a notar la crisis', explica Lola, tres años después, aún con la voz entrecortada, en un chalet a las afueras de Dos Hermanas (Sevilla).

Lola se quedó sola, con la pila de facturas que adeudaban a su marido y una pensión de viudedad que no alcanzaba ni los 400 euros. 'Me han tenido que ayudar mis hijos para todo, hasta para pagar el psicólogo; yo no puedo mantener esta casa, me iría a un cuchitril pero tampoco nadie la compra ahora', asegura. Sumida en la depresión tras la muerte de su marido, su nieto, que nació prematuramente a los pocos días, estuvo hospitalizado y su hijo sufrió un accidente grave de moto, se puso a echar currículum sin cesar pero nunca la llamaban.

A su edad, su enfermedad tiene varias hernias discales y artritis y su falta de experiencia laboral tras una vida dedicada a su familia, se sumaba también la situación de crisis generalizada. 'Es muy duro pasar por esta situación', insiste mientras cuenta que está dejando de fumar para poder pagar la línea de teléfono que acaba de instalar. 'Estoy sola y aquí los móviles no tienen cobertura', dice apuntando a la vez al techo: 'Este invierno entró un rayo por ahí'.

Las señales de las desgracias aún permanecen, pero el empeño de Lola por encontrar un trabajo ha tenido finalmente resultado. Acaba de conseguir un contrato de tres meses en el Ayuntamiento de Dos Hermanas para limpiar unas grandes superficies por casi 700 euros al mes. 'Acudí a los servicios sociales del Ayuntamiento y me han tratado siempre genial, pero no a mí sola. Me consta que ayudan a todo el que lo necesita. Yo he visto cómo dan alimentos a muchas familias', insiste sin parar de dar las gracias. 'Felicidades Alala en el día de las Lolas', reza una hojita pegada en la pared del salón. 'Me lo regaló mi nieto, Curro', afirma antes de coger el bolso y su faja ortopédica para irse a trabajar. Fue justo la única vez que Lola sonrió durante la entrevista.

El Gobierno andaluz, como otros ejecutivos autonómicos, concedió durante años unas ayudas complementarias a las pensiones mínimas de viudedad, según explica la Consejería andaluza para la Igualdad y Bienestar Social. Pero la modificación aprobada en 2005 de la Ley General de la Seguridad Social puso punto final a esto, al permitir únicamente complementar, ampliar o modificar las prestaciones no contributivas, no las contributivas.

Según justifican en la Junta, los cambios de la legislación nacional impiden, por tanto, que se mantengan desde ese año las ayudas a las pensiones mínimas de viudedad de la Seguridad Social, al tratarse de prestaciones de carácter contributivo, insisten en la Consejería, que recibió entonces muchas críticas por haberlas suprimido.

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