Este artículo se publicó hace 13 años.
Las solicitudes de terraza se disparan por la Ley Antitabaco
Los ayuntamientos potencian en invierno la instalación de mesas en la calle al estilo de las capitales europeas
Marta Moreno
Este invierno habrá más españoles que nunca en la calle. Los bares han sacado las mesas a las aceras y plazas para que sus clientes no huyan por no poder fumar el cigarrillo con el café puertas adentro. Toldos, estufas y paredes de cristal han cambiado la cara de las ciudades españolas. Cuando la Ley Antitabaco entró en vigor, el pasado enero, miles de hosteleros se lanzaron a toda prisa a poner terrazas. Pero es este invierno cuando el fenómeno alcanza cotas máximas. Los hosteleros calculan que el incremento de terrazas respecto al invierno pasado es de alrededor un 40%.
En Bilbao, la cifra se ha disparado. Este invierno va a haber un 84% más de terrazas que el pasado, cuando se dio el primer boom, según el Ayuntamiento de la ciudad. Las terrazas afloran incluso entre los bares de toda la vida del Casco Viejo, donde las calles son estrechas.
El restaurante Saibigain, uno de los más tradicionales de la ciudad, se ha animado este año a sacar a la calle por primera vez mesas y sillas, colocadas bajo un gran toldo roji-blanco, a modo de bandera del Athletic, para cuando llueve. Al otro lado de la barra, Iratxe cuenta que ha sido una "buena idea, pues los clientes que quieren fumar y tomar un café suelen utilizarlo. Ya veremos cuando llegue el frío porque este noviembre está siendo muy templado".
Iratxe, que de niña solía acudir a este mismo restaurante con sus padres, cuenta que "la clientela de siempre" ha recibido con agrado la instalación de la terraza, dispuesta también para poder comer el menú del día por 11 euros o el menú especial por 20. "Antes se podía comer sólo dentro del bar, pero ahora hay clientes que prefieren comer fuera, en la terraza", asegura.
Croquetas y alivioJosé Luis es un cliente habitual de este bar restaurante. Le gusta acudir allí por la tarde, a la salida de su trabajo en un diario local, para degustar sus croquetas. El no fuma y se siente aliviado por el hecho de que los locales estén libres de humo. "Ahora se puede respirar", celebra.
Josu, fumador, es también un cliente habitual del Saibigain, aunque confiesa que últimamente había dejado de frecuentarlo tanto en beneficio de otros, ubicados también en el Casco Viejo de Bilbao, que sí tenían terraza. "Para tomar txikitos [vaso de vino] por los bares no hacen falta terrazas, pero reconozco que si te quieres tomar un café tranquilo o un gin tonic, las terrazas están muy bien, sobre todo, mientras sigamos con este tiempo, sin frío", explica.
Más allá del periodo estivalLos ayuntamientos han visto en el fenómeno una forma de potenciar su imagen y en general han facilitado a los hosteleros que pongan terrazas, ampliando, por ejemplo, el periodo para presentar solicitudes, que en la mayoría de ocasiones antes sólo iban destinadas al periodo estival.
Ya no hace falta viajar a las principales capitales europeas, paradójicamente con un clima más frío que el de España, para tomar un café con leche en una terraza, llueva o nieve. Alcaldes como el de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, mostraron su intención, en cuanto entró en vigor la ley, de que así fuera.
"La Bienquerida tomó la idea de París", explica Viviana, la encargada de este restaurante que abrió hace unos meses en la céntrica plaza madrileña de Jacinto Benavente. El establecimiento, con una carta no apta para todos los bolsillos, es prácticamente en su integridad una sofisticada terraza. Ni siquiera la zona donde está la barra se ha erigido a base de ladrillo: techo, paredes y el suelo, una tarima de madera, son fácilmente desmontables. "Si no tuviera terraza, no me hubiera sentado", asegura David, un turista belga que aunque no fuma considera un placer comer mientras observa el trasiego de la gente por el centro de Madrid.
"La gente pide aire libre", asegura el presidente de los hosteleros
El Ayuntamiento de la capital todavía no ha recopilado las cifras de solicitudes de terrazas respecto al invierno pasado, aunque las previsiones de los hosteleros es que se dé un aumento.
Común en zonas turísticasEn las zonas más turísticas de Madrid, las terrazas de invierno, con sus estufas exteriores, sus paramentos de cristal y sus elegantes toldos, tomaron las calles mucho antes de que entrara en vigor la Ley Antitabaco. "Atendemos sobre todo a turistas que, acostumbrados al frío, no conciben, habiendo terraza, donde ven pasar a la gente, sentarse dentro", confiesa el gerente del bar Arysol, a unos metros de la Puerta del Sol.
"Donde más se ha notado la proliferación de terrazas es en los barrios menos turísticos, donde su uso era más estacional", apunta el presidente de la Federación Española de Hostelería (FEHR), José María Rubio. "Muchos establecimientos que sólo tienen espacio para sacar dos o tres mesas a la calle, antes no lo hacían porque no les salía a cuenta. Pero ahora, la gente demanda el cigarrillo en el desayuno y el almuerzo y les sale a cuenta", explica.
Rubio añade que la competencia incluso ha llevado a locales que instalaron una terraza el año pasado, con prisas, justo con la entrada en vigor de la ley, a renovar sus instalaciones. "La gente es lo que pide", explica el responsable de seguridad del restaurante Evia, en la calle Serrano de Madrid, donde los precios de la vivienda son los más caros de España. "En unas semanas tendremos una terraza elegante, perfectamente acondicionada al frío", prosigue.
"En España vamos siempre a remolque, se prepara todo a última hora", explica Francisco Saavedra, el gerente de Tolder. Su empresa ha visto cómo en lo que va de otoño, la demanda de toldos e instalaciones para terrazas ha aumentado un 20%. "Antes pedían toldos para el sol, ahora son instalaciones complejas", añade. Se trata de crear espacios semicerrados la ley sólo permite un máximo de dos paredes y techo que sean estructuras sólidas pero no estén fijas al pavimento, que se puedan mover. Sus estructuras cuestan de los 20.000 a los 80.000 euros, de ahí que entre sus clientes figuren los restaurantes con más caché de Madrid.
Los que ya tenían instalaciones en la calle las han mejorado
La constatación de que este invierno va a superar con creces al anterior en cuanto a número de terrazas es común en las principales ciudades españolas. En Barcelona, la cantidad de terrazas ha aumentado más del 60%. En septiembre se habían autorizado 3.882 terrazas para todo el año.
En el Ayuntamiento de Sevilla, donde aún no han hecho el recuento exhaustivo de las solicitudes recibidas, también estiman un incremento. "Este año se ha disparado el número de hosteleros que han solicitado renovar la licencia de terraza que tenían para el verano y tener así un permiso anual", explican fuentes municipales.
Por su parte, las ciudades gallegas, pese a su clima lluvioso y frío, también han aprovechado para potenciar su imagen a través de la terrazas. Los hosteleros de A Coruña calculan que las solicitudes se han duplicado en los últimos meses.
Los clientes de la cervecería La Garimbota, frente al mercado de Monte Alto en A Coruña, apuraban la semana pasada, en una terraza improvisada sobre la acera, los últimos rayos de sol de este otoño atípico. Apenas hay sitio para cuatro mesas, que siempre están llenas. En el interior del establecimiento, los camareros reconocen que la Ley Antitabaco les ha beneficiado. Ajena al trasiego continuo que se vive en la cocina, Carmen Veira toma un café en compañía de su madre y una amiga. "¿Se me ve disgustada?", bromea cuando se le pregunta su opinión sobre la proliferación de terrazas.
Carmen cree que con las restricciones para fumar en espacios cerrados "la ciudad se ve más viva" y a ella le ha permitido además reducir el consumo de cigarrillos.
Frente a Carmen, Victoria Valdés, confiesa abiertamente que si un bar no dispone de terraza "se marcha". Es partidaria de que exista "libertad absoluta" para decidir si se quiere fumar o no en bares y restaurantes. Las dos amigas critican, eso sí, las diferentes modificaciones legislativas que han obligado a los hosteleros a incurrir en gastos "inútiles" para adaptarse a la ley.
La hora del vermúA dos mesas de las amigas, Manuela Amor apura un pitillo a la hora del vermú. "No voy a ningún sitio que no tenga terraza en la que fumar con tranquilidad", responde resuelta. Su hija, que le acompaña, da fe. Ambas creen que las limitaciones de la Ley Anti-tabaco son excesivas. "Los bares no son sitios para menores, sino lugares de reunión donde deberían poder convivir fumadores y no fumadores", dice Manuela, que critica que se demonice a los que fuman cuando el tabaco "está gravado con muchos impuestos que van al Estado". "Es contradictorio y excesivo", reprocha.
En Bilbao, este invierno habrá un 84% más de mesas en las aceras
El Gobierno municipal (PP) prepara una nueva ordenanza que prevé cobrar por la instalación de terrazas. Hasta este año, los establecimientos sólo realizaban un pago único de 50 euros al solicitar la licencia. En lo sucesivo, el colectivo pasará a pagar, además, en torno a los diez euros por mesa.
Carlos Gayoso, dueño de la taberna Gaioso, no quiere ni oír hablar de la nueva tasa. La peatonalización de la plaza en la que tiene su local y la Ley Antitabaco le han permitido, en parte, mitigar las pérdidas que dice sufrir por la crisis. "Tengo nueve mesas en la calle que dan mucha vida. A mí me encanta", admite. Familias de entre 30 y 40 años, de clase media, conforman su clientela tipo aunque no permanecen mucho tiempo en la terraza porque la suya se ubica "en una zona venteada y un poco fría". Pese a todo, la califica de verdadero "lujo".
La multiplicación por dos de las terrazas también es un hecho en Vigo, pero es difícil distinguir cuál es el peso que ha tenido sobre ello la Ley Antitabaco porque con su entrada en vigor, el Gobierno local (PSOE) decidió reducir los impuestos por la ocupación del espacio público; pretendía paliar las eventuales pérdidas para el sector. La rebaja fue del 70%, de modo que ahora los hosteleros desembolsan 35 euros por metro cuadrado ocupado, frente a los 106 euros que pagaban el año pasado.
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