Este artículo se publicó hace 12 años.
El sueño ahogado de Sonko
El senegalés que murió por culpa de la Guardia Civil había salido de su país siete meses antes
"Aide-moi, aidemoi... (ayúdame, ayúdame)", gritó Lauding Sonko, senegalés de 29 años, a los guardias civiles que le miraban impasibles desde la lancha mientras él se ahogaba. Sonko intentó desesperadamente agarrarse al borde de la lancha de la Guardia Civil, pero finalmente murió ahogado. Ocurrió la madrugada del 26 de septiembre de 2007.
Horas antes, Sonko había salido con otros tres inmigrantes africanos (dos hombres y una mujer) por la costa marroquí entre Belionex y Benzú para intentar alcanzar Ceuta. Iban vestidos con trajes de neopreno y se ayudaron de unos flotadores. La patrulla de la Guardia Civil les interceptó y les subió a la lancha. Los agentes, sin piedad, no tardaron en devolverles al agua, eso sí, con los flotadores pinchados y a una profundidad donde ninguno hacía pie. Soku no sabía nadar. "Los agentes se lo tomaron a broma y se rieron", llegó a decir el fiscal durante la investigación. Sus compañeros sí que lograron alcanzar la costa a nado.
Sonko no sabía nadar. Los agentes pincharon su flotador y le echaron al mar
E l caso fue denunciado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear) ante la justicia española, que decidió archivar el caso al considerar que había ocurrido en aguas jurisdiccionales marroquíes. Pero Alberto Revuelta, abogado que trabaja de manera desinteresada para Cear, no dejó su empeño y llevó el caso hasta el Comité de Tortura de Naciones Unidas, que finalmente ha declarado que España violó el artículo 16 de la convención internacional por malos tratos. "Ocurrió en una lancha española, y la víctima fue tirada al mar por unos funcionarios españoles", reiteró Revuelta a este diario.
La resolución de Naciones Unidas no deja lugar a la duda: "El señor Sonko se agarró fuertemente a la barandilla de la embarcación, repitiendo que no sabía nadar, pero los guardias emplearon la fuerza para soltarlo y echarlo al mar". Para reconstruir lo ocurrido, el trabajo de investigación de Revuelta y de Cear fue tremendamente complejo. "Logramos localizar a uno de los inmigrantes que viajaban con él, su testimonio fue fundamental", señaló el abogado.
La historia de Sonko no es diferente de la de otros inmigrantes que salen de sus países para buscarse la vida en Europa. El emprendió el camino unos siete meses antes de la tragedia, a principios de 2007, y desde su aldea en Senegal, cerca de la Casamance. En su país trabajó en lo que pudo, agricultura y construcción principalmente. "De allí partió a Marruecos, donde estuvo varios meses, malviviendo entre los bosques junto a otros compañeros, en algún campamento", explicó ayer el letrado Alberto Revuelta. "Un día consiguió por fin reunir el dinero para pagar a los pasadores y, junto con otros tres inmigrantes, se echó al mar para intentar llegar con la ayuda de un flotador a Ceuta", continuó Revuelta.
Salió de Senegal y en Marruecos estuvo en el bosque con otros compañeros
El Comité de Tortura de Naciones Unidas recrimina que el Estado español tardarse 16 meses en notificar a un familiar de la víctima el inicio de la investigación. Este familiar es una mujer, "una hermana de clan", como la llama Revuelta. Es decir, la víctima y ella no son hermanos de sangre pero sí que tienen un vínculo social muy fuerte. Ella, Fatou Sonko, se casó en España y trabaja en el servicio doméstico . El padre de Sonko reside en una aldea de Senegal. Más de cuatro años después de lo ocurrido, aún no ha podido visitar la tumba de su hijo, enterrado en Ceuta, en el cementerio de Santa Catalina.
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