Este artículo se publicó hace 13 años.
"Todavía no he visto a ningún ministro en bañador"
Ministra y periodista frustrada. De niña hablaba por los codos y veía 'La Bola de Cristal'. Luego llegó Benidorm, la vespino y la política
Ay, qué tendrá el periodismo que vuelve locos a los políticos. Para bien, me refiero. "Yo de mayor quería ser periodista. Con muchas exclamaciones. Lo tenía muy claro desde el principio". Leire Pajín (San Sebastián, 1976) no sabía ni andar y ya ensayaba delante del espejo sus entrevistas imaginarias. Blablablablá. Porque no había aprendido a pronunciar ni una sola palabra, pero a ella le gustaba soltar sus balbuceos y pedorretas, como si estuviera frente a una cámara y tuviera que entrar a tiempo en el telediario. Cualquier lugar era bueno para hablar por los codos. En los restaurantes, por ejemplo: se iba de mesa en mesa a soltarle su rollo a todo el mundo. "De hecho, mi madre me decía que la gente le preguntaba si me pasaba algo. Debe ser que ya tenía una vocación pública entonces", dice hoy Leire Pajín, desde su despacho del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Pajín creció pegada a su hermana Amaya, con quien se lleva 15 meses, y a la sombra de Alfonsa, la mujer que las cuidaba entonces. Creció en un patio, dentro de un bloque de edificios de maestros en Andoain (Gipuzkoa), con otros hijos de maestros. "Era tremenda. Me metía muchas cosas en la nariz, botones y canicas. Me tenían que llevar cada dos por tres al ambulatorio", y recuerda el miedo que le daba ir al médico para cualquier cosa.
"Yo soy claramente de la generación de La Bola de Cristal'", dice Pajín
A los 7 años, los Pajín cambiaron el verde del País Vasco por el paisaje vertical y descontrolado de Benidorm. Si de su infancia recuerda la Navidad, los villancicos en euskera y el olentzero ("porque a mí los regalos no me los traían los Reyes Magos"), de su juventud en Levante guarda los veranos en vespino y las primeras copas con un grupo de amigos donde, curiosamente, también estaban los entonces líderes de Nuevas Generaciones y de las Juventudes de IU. "En el Consejo de la Juventud nos dábamos, pero fuera éramos muy amigos", aclara. Una época en la que ya se movía en la política, que había mamado en casa, pero también entre las frivolidades de Sensación de vivir, los conciertos de U2 y las canciones de La Buena Vida. "Yo soy claramente de la generación de La Bola de Cristal", completa.
Pero Pajín quería ser periodista: se había encargado del periódico escolar en el colegio, hizo radio en el instituto y ya de diputada, incluso tuvo una columna semanal en un periódico donde contaba los jaleos del Parlamento. Y al final tuvo que estudiar Sociología en Alicante, pero amenaza: "Nunca he descartado el periodismo. La vida da muchas vueltas. Y quién me iba a decir a mí que luego iba a tener la relación con la prensa que he tenido...".
La relación con la prensa de la ministra, como insinuaba ella misma, es cuanto menos complicada. En su despacho ocupa un lugar preferente la fotografía que le hicieron con el presidente del Gobierno, muy cerca, que el diario ABC tituló en portada como "La última de Zapatero". Este mismo verano, El Mundo no sólo nos ha mostrado a la ministra en bikini: le ha dedicado un artículo donde le recomendaba ponerse a dieta. "Tienes dos opciones: encerrarte y vivir en una urna de cristal, cosa que no voy a hacer; o vivir como una ciudadana más. Yo he decidido no renunciar a lo más importante. Si no, no me compensaría".
Sobre el 15-M: "Como parte del debate, entono el mea culpa"
Pajín, que ha sido fumadora hasta hace seis años y zurda desde que nació ("soy de izquierdas total"), hace vida de barrio, va de cañas con los amigos "y voy a la playa, como todos los mortales. Y cuando uno va a la playa se arriesga a que le hagan fotos". ¿Le parece que España es todavía machista? "Sí. Pero no sólo en la vida política. Aunque aún no he visto a ningún ministro en bañador. Y mucho menos que haya comentarios sobre cómo tiene el cuerpo". El "pillado" de Laporta no cuenta, claro.
En plena cuenta atrás, Pajín asegura que "la política no se acaba con un cargo. Siempre he pensado que es bueno dar un paso atrás y dejar la primera línea". Del 15-M ha tomado nota. Exactamente tres notas: "Se ha roto el estereotipo de que los jóvenes pasamos de todo. Están reivindicando más y mejor política. Y ha sido una vacuna contra la resignación. Pero como parte del debate, entono el mea culpa". Oiga, antes de irse: ¿dónde va a pasar su agosto? "Y a ti te lo voy a decir...".
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