"El trasplante es mi ilusión, pero me da miedo el quirófano"

En España hay unos 23.000 pacientes con insuficiencia renal crónica sometidos a diálisis, el proceso mecánico de filtración de los productos de desecho y eliminación del exceso de líquidos del organismo que es necesario para vivir cuando los riñones dejan de funcionar. Entre el 15% y el 20% de estos enfermos esperan un trasplante, según datos de la Sociedad Española de Nefrología, que celebra hoy el Día Mundial del Riñón junto a entidades como la asociación de pacientes Alcer. Julián Rubio es uno de estos pacientes. Este salmantino de 60 años, que padece insuficiencia renal crónica debido a una diabetes que le diagnosticaron hace diez años, es un recién llegado a la diálisis, ya que apenas lleva dos meses y medio con este tratamiento renal sustitutivo, que tiene un coste de unos 40.000 euros por paciente y año.

Aunque reconoce que fue "muy duro" cuando los especialistas que le tratan en el Hospital USP San Camilo de Madrid le comunicaron que iba a empezar a dializarse, ahora reconoce que ha notado "una mejoría muy importante" desde que se conecta a su "hermana la máquina" tres veces por semana. "Al salir notas un poco de cansancio pero al día siguiente estás mucho mejor", explica este paciente, que asegura que su mujer y sus dos hijos de 20 y 25 años se tomaron muy bien su entrada en la diálisis porque "la máquina te mejora bastante".

No obstante, Julián, que está actualmente de baja, admite que tiene todas sus ilusiones puestas en el trasplante, una opción por la que ya han pasado unos 25.000 pacientes que viven con esta patología. "Estoy en lista de espera; el trasplante es la ilusión que tengo ahora mismo, pero por otro lado me da miedo entrar al quirófano", admite Julián, que espera que la intervención se realice "lo antes posible". La nefróloga que le sigue en el hospital, Paloma Sanz, explica que suele tardarse entre tres y seis meses desde que el paciente llega a diálisis hasta que éste entra en lista de espera para un trasplante de riñón, que suele materializarse una media de dos años después. "Hay que tratar de acortar" esos plazos, explica la doctora Sanz, que se felicita porque hoy en día se pueda recibir un trasplante a cualquier edad.

Julián, por su parte, que antes de su enfermedad "jamás había pensado" en la donación de órganos, ahora tiene "clarísimo" que hay que apostar por ello. "Les he dicho a mis hijos que si mis órganos valen para algo, que no lo duden y los donen", concluye.