Si hay algo de lo que puede presumir Pedro Sánchez es de no tener perfil malo. Dicho sea en el estricto sentido del término. Era y es oficialmente el guapo. Para lo bueno, su gran gancho electoral. Para lo malo, un obstáculo hacia el resto de sus virtudes. "Tímido y seguro. Amante de la cultura. Tiene madera de líder. Cree en el equipo."  Su otro, su metafórico perfil es así, en la voz de los suyos en el video de campaña cuyo lema lo decía todo: ¿Pero quién es ese Pedro Sánchez? Pedro Sánchez, 42 años, doctor en económicas, casado y padre de dos hijos, empeñado en pasar meteóricamente de ser un personaje confundido en el paisaje al hombre que, brazo en alto, liderarará el Psoe en sus horas más difíciles. Ha cubierto a base de kilómetros esa distancia sideral. Se ha mostrado detallista, condescendiente, próximo. Dicen de él que es de los que ganan en las distancias cortas; le acusan de ser un producto de laboratorio. Imbatible en la telegenia, no le ha ido mal en el debate, donde ha conocido los terrenos más inhóspitos. Llegado el momento de la verdad, le toca demostrar si el fondo está a  la altura de la formas.