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La violencia machista se extiende a los familiares de la mujer

En las últimas dos semanas cinco allegados de maltratadas, que lograron salvarse, han muerto a manos de los agresores

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Un padre, un hermano y tres novios. No eran víctimas potenciales de la violencia machista. Pero acabaron asesinados por los maltratadores de las mujeres con las que tenían relación. En total, cinco hombres han muerto en los últimos 19 días a manos de criminales sexistas. Ellas se salvaron. Las víctimas colaterales de la lacra machista se han disparado en lo que va de año. El año pasado sólo se registró un episodio de estas características, cuando un hombre mató a su exsuegra en Tenerife, pero no a su exmujer.

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El 23 de mayo, José Manuel Álvarez Fernández, minero de 42 años, mató a machetazos al padre, al hermano y al novio de su exmujer en Degaña (Asturias). Ella resultó herida. Dos días después, en Alcaudete (Jaén), Enrique Aranda Pareja, de 45 años, propinó presuntamente tres puñaladas mortales al nuevo novio de su exmujer, de la que se estaba divorciando y a la que maltrató durante años.

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El último caso ocurrió el miércoles pasado en Dénia (Alicante). El agresor acribilló a balazos al compañero sentimental de su expareja, a la que apuñaló. Ella logró salvar la vida. Él murió.

Las víctimas colaterales de la violencia machista no están recogidas en ninguna estadística. Las bases de datos de la Secretaría de Estado de Igualdad sólo incluyen las muertes o heridas de familiares cuando fallece la propia mujer. Asociaciones de mujeres y la propia administración reconocen que quizás este es el momento de empezar a contabilizar estos casos, como se ha empezado a hacer recientemente con los niños.

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El año pasado fueron asesinados cuatro menores, este año, dos

¿Qué ha pasado para que en poco más de dos semanas tres maltratadores hayan matado a cinco hombres, familiares y allegados de sus exparejas? ¿Ha sido casualidad o ha podido influir el discutido efecto imitación? Los expertos no lo descartan, pero el fenómeno no ha sido estudiado lo suficiente como para llegar a una conclusión. En todo caso, sería un elemento más.

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"La condición humana es imitativa en todos los sentidos. Es un factor más en toda la conducta. Influye, un poco, en algunos casos, pero no es determinante. De todos modos, como esa influencia tiene consecuencias tan graves, hay que ir con cuidado", explica el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente.

La responsable del área de Violencia de Género de la Federación de Mujeres Progresistas, María José Bueno,coincide con la lectura de Lorente e insiste en la necesidad de estudiar el fenómeno. "La violencia afecta a todo el entorno familiar. El agresor pretende sacarla de su entorno y los familiares lo viven con mucha angustia, porque no saben cómo actuar", insiste.

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Lorente explica que también se mata a familiares de forma circunstancial

El delegado del Gobierno contra la Violencia de Género explica que, en general, existen dos patrones de comportamiento que llevan al maltratador a extender la violencia a la familia de su víctima. El primero de ellos es el factor circunstancial. Es decir, el agresor va al encuentro de su víctima pero se encuentra con otra persona, a la que agrede.

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La segunda pauta de comportamiento que describe Lorente se da cuando el maltratador culpa de su situación [su expareja, a la que maltrataba, le ha dejado] a otras personas. "Cuando la mujer no regresa junto a su agresor, este mata a sus seres más cercanos, para hacerle la vida imposible. Para él, la nueva pareja es la responsable de que ella no vuelva", resume Lorente.

Por su parte, la presidenta de la Presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo, recuerda que agredir al entorno de la mujer es una forma de aislarla. Cuando el maltratador mata a la pareja actual de su ex, o a sus familiares, le transmite un mensaje: "Nadie te va a querer, siempre vas a estar sola", destaca. Pérez del Campo añade que incluso los profesionales que intentan sacar a las mujeres maltratadas del pozo donde se hallan reciben amenazas delos maltratadores.

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El caso extremo es el asesinato de los propios hijos. "Se le hace más daño a la mujer matando a su hijo que a ella misma", destaca Pérez del Campo. En 2010, cuatro menores fueron asesinados por las parejas de sus madres [en algunos casos eran sus propios padres]. Este año, dos.

El aumento de víctimas colaterales lleva a plantear si sería necesario proteger también al entorno de la víctima. Lorente destaca que el sistema permite solicitar esta medida, aunque no es habitual. "Los recursos están para proteger, otra cosa es que a veces no funcionen", reconoce. Para la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, ÁngelaCerrillos, se debería ampliar la protección, aunque "es muy complicado".

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Carmen Sánchez conoce de cerca qué se siente cuando la lacra machista acaba con un familiar. Su hermana fue asesinada por su cuñado hace 10 años. El dolor y las ganas de ayudar a otras personas en su misma situación la llevó a fundar la Asociación de Familiares de Víctimas Mortales de Violencia de Género, con sede en Córdoba. "Lo más duro es que un ser, con el que has convivido, se convierta en otro ser", explica. Los niños se llevan la peor parte. Y pone el ejemplo de sus dos sobrinos: un día su padre les llevó a la feria, al día siguiente, mató a su madre.

Teléfono contra los malos tratos 016

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Natalia Serrano Lang. Su padre asesinó a su madre.

Natalia quiere ayudar a quienes estén en su misma situación. Da la cara para explicar que un 23 de septiembre de 2008, su padre mató a su madre. Ese día, Natalia Serrano, madrileña de 45 años, dejó de conciliar el sueño, a tener "pesadillas horribles" y a necesitar un psiquiatra para soportar el día a día.

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Su madre, una alemana culta y extrovertida, tuvo la mala pata de enamorarse de un hombre muy celoso que le hizo la vida imposible durante más de 40 años. Casarse con él supuso abandonar su profesión de enfermera. Y sufrir. También Natalia fue víctima de su maltrato.

La madre de Natalia murió en la casita de campo en la que se refugió. Natalia no la pudo acoger en su casa, de 30 metros cuadrados de superficie. "Justo estaba en obras", explica. A medida que añade detalles, su piel se vuelve
de gallina.

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Fue ella quien limpió la sangre de su madre. "Mi padre se ensañó a puñaladas", explica. Aún así, la juez que llevó el caso sólo le condenó a 13 años de prisión por homicidio. De haber dictaminado un asesinato [lo común en violencia de género, al ser un acto premeditado] la condena hubiera sido mayor. Natalia ha recurrido ante el Tribunal Superior de Madrid. Pero no le guarda rencor a su padre, asegura. Sí siente "una infinita tristeza". No deja de pensar en lo mucho que lloró su madre el último año de vida, a sus 65 años.
La vida de Natalia, exdocumentalista del Ministerio de Cultura, ha mutado. Ha tenido que volver a hipotecar su piso para pagar a los abogados que llevan el caso. Además, aunque las pertenencias de sus padres están a nombre de su padre, en prisión, es ella quien paga el mantenimiento.  

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