Este artículo se publicó hace 13 años.
¿Votar un 20-N moviliza al electorado de izquierdas?
Los expertos dudan de que la elección del día tenga un efecto en las urnas
20-N es pensar en la muerte de Franco, en 1975. O en la del falangista José Antonio Primo de Rivera y la de Buenaventura Durruti, ambas en 1936. Será por efemérides.
Esquivar la pregunta se hace imposible: ¿influye elegir el 20-N para las próximas generales? Los expertos dudan poco: no, el influjo será "irrelevante". Y, en caso de cambiar las cosas, ayudaría a despertar al electorado de izquierdas. No afectará a la derecha, ya "muy movilizada".
"El efecto final, con la composición actual de la sociedad española, será muy marginal. En la izquierda podría incidir porque algunos votantes identifican a ciertos dirigentes y sectores del PP con el franquismo", aduce Pere Ysàs, historiador de la Autònoma de Barcelona. Es decir, que el 20-N podría actuar como "un banderín de enganche" para las izquierdas, según conviene Fermín Bouza. Sin embargo, este sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) sostiene, como hacen otros investigadores, que José Luis Rodríguez Zapatero no ha revestido su decisión de "intencionalidad política". Así lo cree también Fernando Vallespín, politólogo de la Autónoma de Madrid. Claro que, puestos a "escarbar" razones, podría apuntarse a que el presidente "quiere llamar la atención", dar a entender, "de forma sibilina", que "en estos comicios nos jugamos si Franco ha muerto o no de verdad".
Pero eso es mucho decir, agrega, porque azuzar en exceso el miedo a la derecha y presentar al PP como hijo de la dictadura sería "contraproducente" para el PSOE: "Todo partido que dibuje a su adversario como susceptible de no ser votado es rechazado por los ciudadanos". Bouza coincide en que los socialistas no suelen tirar de esa "publicidad agresiva", aunque avanza que la izquierda minoritaria sí puede recurrir a ella como "estímulo".
¿"Guiño" a la memoria?Al final, todo depende de cómo discurra la campaña. Y parece que va a quedar inundada por la crisis, los recortes. "O la gran incógnita, si el PP dispondrá de mayoría absoluta", dice Ander Gurrutxaga, sociólogo de la Universidad del País Vasco.
"No sé si utilizarán esa baza, cuando no es la más importante, pero no sería extraño por el 15-M, para movilizar a los que votaron a la izquierda del PSOE o para captar el descontento. Otros pueden verlo como algo cínico: si uno quiere hacer un guiño a la memoria y a las víctimas del franquismo, debe demostrarlo con medidas audaces, no convocando elecciones un 20-N", apunta Paloma Aguilar, politóloga de la UNED y especialista en políticas de la memoria.
Y sí, el anticipo, en principio, puede favorecer al PSOE, porque postergar los comicios diluiría el efecto Rubalcaba y no garantizaría mejores datos económicos.
Distinto es si gusta más o menos la fecha, al margen de su incidencia. "El 20-N es una fecha para dejar en el olvido, no para ponerla en el calendario democrático", critica el politólogo de la UCM Rafael Cruz. Vallespín discrepa: "Elegirla desdramatiza el pasado. ¿No sirve acaso para romper tabúes?".
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