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¡...Y Zapatero, sin dimitir!

Los intentos de azuzar un golpe palaciego en el PSOE topan con la realidad

GONZALO LÓPEZ-ALBA

El síntoma que mejor anticipa el llamado fuego amigo, práctica de riesgo que a veces acaba con la amputación de los pies del artillero, es la amnesia de fuente. Trátase de un trastorno de la memoria a causa del cual quien la sufre puede recordar cierta información, pero no sabe dónde, cuándo o cómo la obtuvo. Los últimos estudios revelan que ataca especialmente a quienes van con prisa.

Un acceso sobrevenido de esta dolencia debió sufrir el viernes Javier Gómez Navarro cuando, tomando como percha que algunos “periódicos y confidenciales” se han hecho eco de una supuesta ofensiva del sector del PSOE vinculado a Felipe González para promover la sustitución de José Luis Rodríguez Zapatero, utilizó en vano el nombre de Joaquín Almunia para reivindicar al comisario europeo como un potencial “fantástico presidente del Gobierno” .

El presidente de las Cámaras de Comercio, que vivió en el inhóspito sillón del Ministerio de Comercio y Turismo la épica de los tiempos en los que se incubó el legendario “¡...Y Felipe, sin dimitir!”, recuerda cierta información, pero parece haber olvidado dónde y cuándo la obtuvo al alentar ahora el “¡... Y Zapatero, sin dimitir!”, la versión remasterizada de la genial síntesis que Peridis hizo de todo un período político y una forma de entender la política por la derecha española.

El temor en el PSOE a que Zapatero se retire en 2012 supera con creces a las diferencias

El argumento que Gómez Navarro adujo para invocar el viaje en el tiempo de Almunia fue exactamente el que González esgrimió en 1997 para señalar al ahora comisario europeo como su sucesor al frente del PSOE y, un año más tarde, para justificar su elección en las primarias que, a pesar de toda la fuerza del felipismo, perdió frente a José Borrell. Gómez Navarro asesoró a Almunia en su campaña electoral de 2000, en la que el PSOE cosechó su peor resultado desde 1979. Lo bueno de la amnesia de fuente es que no es contagiosa por contacto físico. “Habrán visto por qué no le hacía caso durante la campaña...”, aclaró Almunia, con su socarrona franqueza.

Lo sustancial de la anecdótica extravagancia de Gómez Navarro es que pone sobre el tapete un recordatorio, varios precedentes y una evidencia. El recordatorio es que para ser presidente del Gobierno hay que ganar las elecciones. Los precedentes indican que sólo es cuestión de tiempo que la derecha se apropie del “¡... Y Zapatero, sin dimitir!”. Y la evidencia, verificada ayer empíricamente en el Comité Federal, es que, a día de hoy y en el horizonte previsible, pensar en la posibilidad de un golpe palaciego en el PSOE para cambiar a Zapatero por otro líder es una hipótesis carente de todo fundamento, que sólo puede achacarse a algún tipo de ofuscación.

La robustez del liderazgo de Zapatero, como la de todo político, se asienta en los triunfos electorales y, si una preocupación con nombres y apellidos existe en el PSOE, es la posibilidad de que el presidente decida no optar a un nuevo mandato en 2012. Sencillamente porque, según convicción generalizada, “no hay alternativa”.

“Si perdemos las próximas elecciones, entonces si que vamos a tener una auténtica crisis en el partidc”, señala un dirigente nada complaciente con el hiperliderazgo presidencialista de Zapatero. No se dan las circunstancias para un golpe palaciego. Pero tampoco son las prácticas del PSOE, donde para cambiar a un líder haría falta un congreso y, seguramente, un proceso de elecciones primarias.

Almunia, cuyo nombre ha sido usado en vano, verá reforzado su papel en la Unión Europea 

“Líbreme Dios del día de las alabanzas”, debió pensar Almunia, que no guarda precisamente buen recuerdo de aquel proceso, mientras escuchaba a Gómez Navarro. El político que con su dimisión –sí, dimisión e irrevocable tras su derrota electoral– provocó la catarsis que alumbró la era de Zapatero, repetirá como responsable de Economía en la próxima Comisión Europea –además de por su propia competencia– gracias a otra denostada “improvisación” de Zapatero: dar al conservador Durão Barroso, portugués por más señas, el mismo apoyo que el resto de los jefes de Gobierno de la Unión Europea.

Almunia tendrá una cartera reforzada porque si hasta ahora esta Comisaría era básicamente un gran servicio de estudios, hay unanimidad en la necesidad de reforzar la coordinación de las políticas fiscales y financieras, lo que dará lugar si no a competencias ejecutivas, al menos sí a funciones de mayor eficacia práctica.

El diagnóstico de la amnesia resulta mucho más complicado cuando se trata del síndrome de desconfianza en la memoria, término acuñado por el psicólogo Gisli Gudjonsson para describir el trastorno de quienes son incapaces de confiar en su propia memoria.

Es la dolencia que parece aquejar a quienes durante esta semana han seguido empeñándose en dar alas a la supuesta soledad de José Luis Rodríguez Zapatero. Precisamente esta semana, en la que el PSOE ha vuelto a ensayar con éxito la geometría variable para ganar tres votaciones sobre otros tantos asuntos importantes: la ayuda de 420 euros a los parados sin prestaciones, la entrada en vigor de la TDT de pago y el rechazo a las enmiendas de totalidad a la reforma de la ley de Extranjería.

Conviene recordar que contra la primera sólo votó Rosa Díez, que la segunda tuvo el apoyo de CiU, ERC y Coalición Canaria, y que la tercera contó con el respaldo de CiU, BNG y Coalición Canaria. Tres votaciones, tres ensayos a varias bandas y un sólo dictamen verdadero, el del Consejo de Estado que avala la constitucionalidad de la reforma de la ley del aborto.

Faltan dos años y medio para las próximas elecciones generales. ¡... Y Zapatero, sin dimitir!” .

 

 

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