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400 candidatas luchan por los derechos de la mujer

P. MIRANDA

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de los comicios en Afganistán es la presencia de unas 400 mujeres entre los candidatos que optan a ocupar un escaño en la Cámara Baja del Parlamento afgano. Muchos analistas lo han interpretado como un nuevo paso adelante en la presencia de la mujer en la sociedad del país, aunque aún queda mucho por recorrer para que las afganas puedan tener un peso significativo en la toma de decisiones.

'En una sociedad como la afgana, en la que las decisiones se toman de forma comunitaria muchos grupos prefieren proponer que se vote a una mujer porque éstas tienen más posibilidades aritméticas de salir elegidas, lo cual por un lado es bueno pero por el otro deja a muchas parlamentarias con las manos atadas a la hora de intervenir políticamente', explica Èlia Susanna, antropóloga catalana y profesora en la Universidad de Kabul.

En la Cámara Baja afgana, las decisiones de los parlamentarios dependen de los intereses de su comunidad, de sus jefes tribales, y muchas diputadas no tienen libertad real a la hora de actuar políticamente en el Parlamento. 'Muchas centran su discurso en los derechos de las mujeres, pero no hacen una crítica general del país, no lo ponen en cuestión, y lo que hay que hacer es cambiar la lógica general del país', apunta Susanna.

En esta última campaña electoral, las candidatas recibieron amenazas de muerte y otras fueron agredidas. Shukria Barakzai, que participa en la política afgana desde la caída de los talibanes en 2001, es una de las candidatas más fuertes en la circunscripción de Kabul. Dice: 'Estoy acostumbrada: hace nueve años que mi vida está amenazada, pero tengo un sueño para este país y no voy a abandonar'. 'El Gobierno de Karzai me ha decepcionado muchísimo, pero el futuro no es de los que se quejan, sino de los que trabajan', añade.

Parlamentaria desde hace cinco años y muy activa en la defensa de los derechos de las mujeres, Shinkai Karokhail reconoce que fue amenazada: 'Recibí notas y llamadas diciendo que me iban a secuestrar o matar, pero pensé que no tenía por qué retirarme. ¡Si ellos me retan a mí, yo los retos a ellos!'. Y añade: 'No quiero dejar este trabajo a mi hija, la vida en Afganistán está llena de retos para las mujeres y voy a hacer lo que pueda para afrontar el mío'.

Para la antropóloga Èlia Susanna, 'el nivel cultural y educativo de las candidatas mujeres es muchísimo mayor que el de los hombres; algunos de ellos son casi analfabetos'. Pero en unos comicios en los que se presentan más de 2.500 aspirantes, hay espacio para todo tipo de candidatos. Una de las sensaciones de la campaña en Kabul ha sido la ex atleta Rubina Jalali, que participó en los Juegos Olímpicos de 2004 y 2008, donde se hizo famosa por correr los 100 metros con el velo islámico.

Esta joven de 25 años es ahora candidata a las elecciones parlamentarias por Kabul, aunque los motivos que esgrime parecen poco convincentes para el electorado: 'Ya soy famosa, pero quiero serlo aún más'. Rodeada de su equipo de campaña, veinteañeros vestidos a la última moda occidental, Jalali desgrana su programa político: 'Quiero promover los derechos de la mujer y especialmente su acceso a la práctica deportiva; es importante para su salud'. Aunque muchos de sus carteles han sido arrancados como los de otras candidatas, su imagen no ha pasado en absoluto inadvertida durante la campaña.

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