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Afganistán La UE opta por la mano dura y prepara una lluvia de millones para contener a los refugiados afganos en la región

El primer encuentro comunitario sobre el drama migratorio concluye sin ningún compromiso de acogida dentro de las fronteras europeas. Europa replica la "fórmula Turquía" de externalización de fronteras ante un potencial éxodo migratorio de Afganistán.

31/08/2021 Aeropuerto Kabul
Los talibanes en el aeropuerto internacional de Kabul. STRINGER / EFE/EPA

"Tenemos que dar un mensaje: quedaos ahí, en la región, y os apoyaremos desde allí". El frente conformado por Chequia, Austria y Dinamarca unía fuerzas poco antes de la reunión de los 27 ministros de Interior para abordar la dimensión migratoria de la crisis afgana. Querían asegurarse de sellar la mano dura de la UE frente al potencial drama migratorio del país centroasiático. Las tres capitales insistían en la necesidad de evitar "mensajes que generen falsas esperanzas" para las miles de personas atrapadas en el nuevo Estado Islámico de Afganistán.

Ni siquiera Hungría y Polonia, el tándem europeo anti-inmigración por antonomasia, ha tenido que imponer su discurso. Otros le han hecho el trabajo sucio. De la primera reunión sobre el impacto de la crisis de Afganistán en las fronteras europeas salen tres consignas: la prioridad es ayudar a los países de la región para que los solicitantes de asilo permanezcan ahí; es necesario sellar las fronteras exteriores para prevenir riesgos de seguridad; y es fundamental dar una respuesta a nivel global. Pero el camino hacia la responsabilidad dentro de las fronteras europeas todavía carece de ruta.

El rotativo británico Financial Times adelanta que el buque comunitario prepara un paquete financiero de 600 millones de euros para que países como Irán, Pakistán o Uzbekistán acojan a los solicitantes de asilo. Una cuantía, sin embargo, muy reducida si se compara con los 6.000 millones desembolsados a Turquía en el marco del acuerdo migratorio.

Unos días atrás, la Comisión que lidera Ursula von der Leyen cuadriplicó la ayuda humanitaria a Afganistán pasando de 50 a 200 millones de euros para este año. El plan europeo podría definirse en cuatro fases: ayudar a los afganos para que no abandonen el país; cooperar con los países fronterizos para que abran las puertas si se da el escenario; evitar que los refugiados crucen a Turquía; y aceptar en Europa a los más vulnerables, como podrían ser miembros de la sociedad civil. "El mejor camino para evitar una crisis migratoria es evitar una crisis humanitaria. Y para ello, la mejor vía es apoyar a los afganos en Afganistán", ha resumido Ylva Johansson, comisaria de Interior.

El desenlace de la cita era premonitorio. También el espinoso y acalorado debate que acarrearía el primer debate sobre la crisis migratoria de Afganistán. El Este ha pujado por endurecer la declaración conjunta con términos como "inmigración ilegal", mientras otros como Luxemburgo resistían el embate ultraconservador. Finalmente se ha impuesto el tono duro: "En función de las lecciones aprendidas, la UE y los Estados miembros están determinados a aunar fuerzas para prevenir los movimientos ilegales masivos que afrontamos en el pasado. Hay que evitar los incentivos a la migración ilegal", señalan las conclusiones rubricadas por los Veintisiete.

Es evidente también el creciente vínculo que Europa hace entre migración y terrorismo. En apenas nueve párrafos de sus conclusiones, los ministros mencionan siete veces el término seguridad. Y advierten: "La UE y los Estados miembros harán todo lo que esté en su mano para garantizar que la situación en Afganistán no supone una amenaza a la seguridad de nuestros ciudadanos".

Situación bajo control (de momento)

Por lo pronto, Bruselas está inquieta; pero no excesivamente preocupada. La ofensiva talibán no ha tenido, de momento, un impacto migratorio reseñable. En la situación de caos actual es misión casi imposible abandonar el país. Los radicales wahabíes no quieren que los afganos abandonen el país, a pesar de que se han comprometido a permitirlo de forma segura. Los países de la región se resisten a asumir un gran éxodo de solicitantes de asilo. Con más de 2,2 millones de afganos, Pakistán e Irán dan cobijo al 90% de los refugiados afganos actuales. Y la UE quiere cubrirse las espaldas de cara a fuertes desplazamientos en el futuro.

De momento, los europeos cierran con unos 20.000 repatriados la primera fase de evacuaciones, la más caótica y peligrosa de la historia de la OTAN. En las próximas horas comienza la segunda etapa. Muchos colaboradores afganos se han quedado atrapados. La vida de muchos periodistas, activistas, mujeres o fiscales está en peligro bajo el yugo talibán. Países como España, Alemania o Francia aseguran que no los dejarán atrás. Sacarlos del país va a ser una tarea si cabe más complicada.

Y nadie detalla el cómo, el cuándo y el cuánto. Johansson da un balón de oxígeno a las capitales para que establezcan un quórum de acogida. La sueca ha convocado un foro global de reasentamientos para el próximo mes. Nada tendrá que ver con el que nació en 2015 bajo la línea maestra de acogidas proporcionales y obligatorias. El plan ahora pasa por incluir a países como Estados Unidos o Canadá y sobre todo a hacerlo de forma voluntaria. Cada país europeo decidirá cuántos refugiados acogerá. En caso de que quiera acoger.

"Es impropio que los líderes de la UE arrojen dinero en efectivo a los países vecinos de Afganistán para evitar que los refugiados lleguen a Europa sin ninguna promesa sobre reasentamiento, para proporcionar visas humanitarias, pata activar la Directiva de protección temporal o para tomar otras medidas concretas", ha denunciado a través de Twitter Judith Sunderland, directora ejecutiva de Human Rights en Europa.

Ahuyentar los fantasmas de 2015

La UE busca evitar a toda costa que se repitan las imágenes de 2015, cuando cerca de un millón de personas, principalmente sirias, se agolpaban en sus costas. Ante el éxodo migratorio que generará el drama en Afganistán, los europeos han tomado nota del experimento de antaño. Las cuotas de reparto de refugiados supusieron un fracaso. Dividió a las capitales como en pocas crisis previas y los resultados fueron pésimos: apenas se reubicó al 20% de las 160.000 personas comprometidas. Del encuentro de este martes, Europa sale sin un compromiso de acogida de refugiados afganos. Algunos países como Canadá y el Reino Unido sí han anunciado que abrirán sus puertas a unas 50.000 personas.

La otra gran lección en la capital comunitaria es que el acuerdo de 2017 con Turquía fue un acierto. A cambio de ingentes cantidades de dinero, los refugiados sirios permanecerían en el país del Bósforo y no cruzarían a las islas griegas. El pacto fue, sin embargo, un regalo envenenado para Europa.

El todopoderoso Recep Tayyip Erdogan ha utilizado en muchas ocasiones a los refugiados como chivo expiatorio para conseguir concesiones en Bruselas. Estos chantajes han sido replicados por Marruecos o Bielorrusia, con resultados diferentes. A pesar de dejar a la Unión en situación de vulnerabilidad, Bruselas lo ve como daños colaterales de cualquier relación asimétrica. Y, de momento, los beneficios de que no lleguen solicitantes de asilo superan a los riesgos que entrañaría asumir una nueva crisis migratoria en sus fronteras. "Tenemos que evitar una crisis humanitaria, una crisis migratoria y una amenaza a nuestra seguridad. El momento de actuar es ahora. No podemos esperar a tener grandes flujos en nuestras fronteras ni a que las organizaciones terroristas se hagan más fuertes", concluye la comisaria europea de Interior.

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