Este artículo se publicó hace 13 años.
Alegría y miedo a posibles represalias en la Zona Cero
"Son diez años esperando esta noticia", dice el alcalde
En la cafetería más cercana a la Zona Cero, los obreros que trabajan en la construcción de los edificios que sustituirán a las Torres Gemelas no compartían ayer el entusiasmo popular. "Hubiera preferido no venir", decía Joseph Travieso, al contar que la Policía de Nueva York había aumentado las medidas de seguridad alrededor de la obra.
"Es una buena sensación" saber que Bin Laden ha muerto, añadía su colega Jo Castiglio, "pero seguro que habrá otro ataque, estamos hablando de gente sin escrúpulos", dijo de Al Qaeda. Cubiertos de arneses de seguridad, para trabajar en los pisos más elevados, los dos hombres terminaban su café antes de volver a las alturas. "Es un diseño artístico", contaba Travieso refiriéndose a la Freedom Tower, la torre de oficinas de 104 pisos que debería estar completada en 2013.
Hubo un tiempo en que la Zona Cero era un agujero sin vida, pero desde hace tres años es un hervidero de grúas. De hecho, ayer había más gente corriendo a trabajar, divertidos ante la presencia de los camiones de televisión, que neoyorquinos dispuestos a celebrar la muerte del responsable de los atentados.
Después de diez años, la zona por fin ha recuperado la frenética normalidad de una mañana en Manhattan.
Quedaban en las rejas de seguridad algunos de los ramos de flores que, en manifestaciones espontáneas que también se produjeron en otras partes de EEUU, y notablemente ante las rejas de la Casa Blanca, juntaron a cientos de personas al inicio de la madrugada, tras el anuncio de Obama, para conmemorar la desaparición del terrorista.
"La muerte del bastardo"Uno de ellos, James Vigliatore, seguía ayer celebrando la "muerte del bastardo", agitando la portada del Daily News, con una foto de Bin Laden y un titular a toda página: "Púdrete en el infierno". La muerte de Bin Laden "no disminuirá el sufrimiento de los neoyorquinos", dijo el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, pero servirá "para dar algo de paz" a los familiares de las casi 3.000 víctimas. "Hace casi diez años que los neoyorquinos esperaban esta noticia", declaró Bloomberg.
Sally Regenhard, que perdió a su hijo bombero en los atentados y desde entonces ha hecho de la seguridad de los rascacielos la causa de su vida, acogió la noticia con una resignada satisfacción y lamentó de nuevo que tantas personas murieran "por culpa de las acciones de un monstruo".
El Gobierno de EEUU ha puesto en alerta a todas sus embajadas y otras representaciones en el extranjero ante el temor a atentados como represalia. Al anunciar la noticia, Obama también quiso subrayar que la batalla no había terminado. "La muerte (de Bin Laden) no marcará el final de nuestros esfuerzos", dijo el presidente. "No hay duda de que Al Qaeda seguirá intentando atacarnos. Seguiremos siendo vigilantes".
Ayer, su consejero en temas de seguridad nacional, JohnBrennan, calificó al grupo terrorista de "tigre herido" del que se podía esperar cualquier cosa. "No vamos a ablandarnos" en la lucha antiterrorista. Pero la nebulosa ha quedado descabezada. Y Washington espera que aunque "no se fragmente inmediatamente", la muerte de su líder dejará a la organización en una posición frágil.
Nueva York sigue siendo un blanco de los terroristas. Hoy se cumple un año del fallidoatentado en Times Square, cuando la Policía descubrió y desactivó una camioneta llena de explosivos cuya autoría se atribuyó a un estadounidense de origen paquistaní durante su juicio el verano pasado, al asegurar que "volvería a hacerlo otras cien veces".
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