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Aniversario tenso en Pakistán

Una multitud recuerda a Bhutto, la ex primer ministra asesinada, en un ambiente belicista

ELISA RECHE

'La democracia actual es el resultado del sueño de Benazir Bhutto', afirmó el sábado su viudo y presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, ante la multitud congregada en la tumba de la primera ministra paquistaní un año después de su asesinato. Zardari también abogó por el diálogo para resolver la escalada de tensión con India después del ataque a Bombay durante la ceremonia religiosa en recuerdo a su mujer.

Hasta 150.000 personas viajaron en autobús, tren, coche e incluso a pie para rendir homenaje con flores y lágrimas a la carismática líder política paquistaní hasta la tumba familiar de Naudero, en la sureña localidad de Garhi Khuda Bux. El mausoleo se encontraba fuertemente protegido por 7.000 policías ante el elevado riesgo de un nuevo ataque terrorista.

Bhutto fue asesinada hace un año en la localidad de Rawalpindi, sede del Ejército paquistaní, a la salida de un mitin electoral. Hacía sólo unas semanas que había regresado a Pakistán después de ocho años de exilio voluntario para erigirse por tercera vez en su vida en primera ministra del país.

Durante todo este tiempo no se ha esclarecido la autoría del magnicidio. Ni siquiera la participación de Scotland Yard en las investigaciones arrojó ningún resultado, que ahora se encuentran en manos de Naciones Unidas.

El anterior Gobierno paquistaní culpó a terroristas vinculados a Al Qaeda de su muerte, pero existe la sospecha de que los poderosos servicios de inteligencia del país (ISI) podrían haberse visto implicados en el crimen. De cualquier modo, la misma Bhutto responsabilizó al ex presidente Pervez Musha-rraf de su posible asesinato tras el ataque con el que fue recibida en Karachi y del que salió ilesa, pero en el que perecieron 140 personas.

La muerte de la antigua líder del Partido Popular de Pakistán conmocionó enormemente al país, que dejó en manos de su viudo las riendas del Gobierno en las elecciones celebradas dos meses después y que finalmente obligaron al antiguo dictador Musharraf a abandonar la presidencia en pro de Zardari.

Pero la democracia soñada por Bhutto en Pakistán se enfrenta a un momento de gran tensión interna por el avance de la violencia yihadista, que a su vez confluye con los enfrentamientos con India a raíz de los atentados ocurridos en Bombay el 26 de noviembre.

'No queremos hablar de guerra ni de venganza porque toda la región sufriría en ese caso', declaró en un discurso televisado Zardari desde Naudero en un intento por rebajar la tensión entre ambos países asiáticos. El presidente paquistaní indicó que controlarán a los extremistas, pero que lo harán a su tiempo y no por exigencias indias.

Las palabras conciliadoras pronunciadas por Zardari se produjeron después de que Estados Unidos y los aliados de Pakistán, China y Arabia Saudí, pidieran a Islamabad reducir la tensión con India y llevar a los tribunales a los culpables del ataque de Bombay. También después de que Pakistán trasladara a su frontera con India cerca de 20.000 tropas y aviones de combate situados hasta ahora en las áreas tribales fronterizas con Afganistán.

La reubicación ha disminuido las operaciones en curso del Ejército paquistaní contra los talibanes en el interior de sus fronteras, uno de los temores de EEUU tras el ataque en Bombay.

India descarta por ahora el movimiento de tropas hacia la frontera con Pakistán, también dueño de arsenal nuclear, mientras el ministro indio de Asuntos Exteriores, Pranab Mukherjee, pidió a Islamabad que abandone 'su histeria bélica'. India culpa al grupo terrorista paquistaní Lashkar-e-Taiba de los atentados y exige al Gobierno paquistaní acabar con los campos de entrenamiento terrorista en su suelo y que los culpables del ataque sean juzgados.

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