Este artículo se publicó hace 13 años.
La antipatía hacia la Policía motivó los disturbios en Reino Unido
Un estudio realizado por la London School of Economics y el diario 'The Guardian' determina que la animadversión de la población hacia las fuerzas policiales fue un factor determinante
El descontento general de la población hacia la Policía fue un factor determinante que contribuyó a los disturbios del pasado agosto en el Reino Unido. Así lo señala un estudio realizado por la London School of Economics (LSE) y el periódico The Guardian , en el que han entrevistado a 270 personas que tomaron parte en los altercados registrados en Londres, Birmingham, Liverpool, Nottingham, Manchester y Salford. Además, en aquellos incidentes cinco personas murieron y 4.000 resultaron detenidas.
Aunque el estudio afirma que la frustración generalizada por la forma en que las fuerzas del orden tratan a las distintas comunidades de las grandes ciudades británicas fue un factor determinante, dicha investigación no detalla cuáles son las prácticas policiales que más han molestado a los británicos.
El análisis consiguió reunir numerosos relatos de gente que vivió de cerca lo que ocurrió en agosto, lo que permitió conocer de primera mano el sentimiento de la población durante los sucesos, y los expertos de la LSE identificaron la desconfianza y la antipatía hacia la policía como principales impulsos de la gente.
Entre 13.000 y 15.000 personas estuvieron implicadas en los disturbios El informe subraya, además, que mucha agente observó en la violencia una oportunidad para hacerse con objetos y productos de lujo de las tiendas, ya que se rompieron los cristales de muchas de ellas. Y los que tomaron parte en los altercados no se organizaron a través de redes sociales como Facebook, como se conjeturó en un principio, si bien usaron teléfonos móviles para comunicarse y planear incidentes.
Otro estudio divulgado por los ministerios británicos de Justicia e Interior refleja que entre 13.000 y 15.000 personas estuvieron implicadas en los disturbios ocurridos entre el 6 y el 10 de agosto. Además, pone de manifiesto que las personas que participaron en ellos eran muy jóvenes y con escasos recursos económicos, y que solo una minoría pertenecía a bandas.
Durante cinco días consecutivos, jóvenes en Londres y otras ciudades inglesas incendiaron vehículos y viviendas y causaron cuantiosos destrozos en tiendas, lo que obligó a poner en la calle a cientos de agentes, mientras el primer ministro británico, David Cameron, suspendió sus vacaciones.
El jefe del Gobierno había afirmado en su día que las bandas callejeras eran la raíz del problema y rechazó que las medidas de austeridad impuestas por su Gobierno el año pasado para reducir el déficit público influyeran en los disturbios.
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