Argentina condena en un histórico juicio a los responsables del Plan Cóndor
Argentina se ha convertido en el primer país en juzgar y condenar a los responsables del Plan Cóndor, el operativo coordinado de represión entre los 70 y 80 que ejecutaron las dictaduras latinoamericanas con la ayuda de EEUU
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BUENOS AIRES.- Este viernes culminó en Buenos Aires el emblemático juicio del Paln Condor, que investigó durante más de 16 años los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, que organizaron un operativo coordinado de represión entre los años 70 y 80 con la ayuda de Estados Unidos y entre cuyos primeros responsables se encuentra un dictador argentino y un exespía uruguayo.
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La megacausa llegó a tener a 32 personas sentadas en el banquillo, pero cuando empezó el juicio oral, en marzo de 2013, quedaban 25 imputados
Los exgenerales Eugenio Guañabens Perelló y Enrique Olea, y el exvicealmirante Antonio Vañek, recibieron cada uno 13 años de pena. Fueron sentenciados a 12 años de cárcel los exmilitares Luis Sadí Pepa, Néstor Falcón, Eduardo Delío, Felipe Alespieiti, y Carlos Caggiano Tedesco. Ocho años obtuvo de cárcel el exmilitar Federico Minicucci.
La megacausa llegó a tener a 32 personas sentadas en el banquillo, pero cuando empezó el juicio oral, en marzo de 2013, quedaban 25 imputados. Uno de ellos fue el exdictador Jorge Videla, ya condenado a cadena perpetua, que falleció tres días después de presentarse ante el tribunal.
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La justicia consideró probada la desaparición forzada de 105 víctimas procedentes de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, a las que se suman otras 69 que pasaron por el principal centro de detención
La documentación revela cómo se crearon tres instancias para coordinar la represión. Primero se constituyó una base centralizada con información sobre grupos guerrilleros, partidos de izquierda, y activistas políticos o sindicales que se opusieran a los regímenes. Después se identificó y aniquiló a los llamados “enemigos” a nivel local. El último paso extendía la persecución al resto de los países de Ameŕica Latina, e incluso de Europa.