Este artículo se publicó hace 16 años.
Argentina truena contra la gestión del campo de Cristina
Los agricultores cortan carreteras y organizan movilizaciones para protestar contra la subida de impuestos
La disputa verbal entre las organizaciones rurales y el Gobierno argentino se transformó el martes por la noche en ruido ensordecedor tras un "cacerolazo" monumental contra la presidenta Cristina Fernández en la Plaza de Mayo. A la exitosa sociedad que sacó a Argentina del pozo tras la crisis de 2001 se le ha salido, definitivamente, la cadena.
La mecha del conflicto se encendió hace dos semanas cuando el Gobierno decidió aumentar un 12% -del 33% al 45%- las retenciones impositivas a las exportaciones de soja. En realidad, desde el regreso de la democracia, el campo nunca ha ganado tanto dinero como lo viene haciendo desde el 2003.
Por este motivo, el Ejecutivo presidido por Cristina Fernández decidió que esta medida puede favorecer aun más esa alta rentabilidad. La respuesta de las cuatro asociaciones rurales más importantes del país fue el paro y el bloqueo de numerosas rutas hace 14 días. El efecto ya es demoledor. El desabastecimiento de carne y lácteos es evidente en los supermercados de la capital y el anillo urbano bonaerense.
El martes, en lugar de agua, el Gobierno y los sindicatos echaron gasolina a su particular partida. Los agricultores se anticiparon al discurso televisado de la presidenta al anunciar que su paro y los cortes de ruta serían indefinidos. La mandataria, que afronta su peor conflicto tras 100 días en el poder, los tildó de piqueteros "de la abundancia" y les echó en cara que gracias a su buena gestión el tipo de cambio del peso, la que ellos ganan a manos llenas desde 2003, se mantiene competitivo en el mercado de divisas.
Ayer, la situación estalló. Miles de porteños -también en Rosario y Córdoba- marcharon con sus cacerolas a la emblemática Plaza de Mayo contra la presidenta y a favor de los sindicatos agrícolas. A medianoche, un grupo de piqueteros oficialistas se movilizó con ellos. La alerta llegó a los manifestantes que optaron por disolverse por la gigantesca Avenida de Mayo pero ahí se toparon con la columna de Luis D´Elía, el líder de la Federación por la Tierra y la Vivienda (FTV), uno de los poderosos sindicatos oficialistas.
Tensión callejera
La tensión ante un enfrentamiento físico se mascaba a un metro de distancia y el muro de separación de decenas de periodistas. Ricos contra pobres, el campo contra la industria, barrio norte contra el sur, sociedad rural contra urbana, conchetos (pijos) contra negros (pobres). La columna de Luis D´Elía avanzó y se enzarzó con los manifestantes. "La plaza es nuestra", dijo el líder del FTV antes de defender a la presidenta.
El del martes no es primer cacerolazo que se produce en Argentina. En diciembre de 2001 también se registró otro que aceleró la caída del presidente Fernando De la Rúa. El del martes fue de una magnitud menor. Entonces, la economía estaba paralizada y la gobernabilidad en juego tras la celada del triste "corralito".
Aquel ruido fue seguido masivamente, sin distinción de clases, y evidenció que a De la Rúa le habían abandonado incluso sus graneros de votos. Cristina no ganó ni la capital, ni Rosario ni Córdoba. Ayer, apretó los dientes en un conflicto que será largo.
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