Este artículo se publicó hace 17 años.
La ballena era un iceberg
Comienza la evacuación a Punta Arenas, en Chile, de los 154 náufragos del crucero ‘Explorer'
"Primero pensé que habíamos chocado con una ballena, luego, por la radio del barco, escuchamos la desesperación de los pasajeros".
Bengt Witman es el capitán sueco del crucero Explorer, que el viernes de madrugada naufragó en aguas del Océano Antártico, a unos mil kilómetros al sur de la ciudad argentina de Ushuaia.
Pero este marino de 49 años estaba equivocado. Su barco no había chocado con un cetáceo, sino con algo mucho más peligroso para una nave: un témpano de hielo.
El crucero turístico, en el que viajaban unos 100 pasajeros y 54 tripulantes, estaba atravesando una zona con masas de hielo, de la que ya estaban saliendo. Tan sólo faltaban siete metros para llegar a aguas limpias.
Tras percartarse de que el impacto no se debía a ningún animal, el capitán y su tripulación empezaron a buscar el boquete por el que ya estaba entrando el agua.Lo encontraron en uno de los camarotes. Era del "tamaño de un puño", relata Witman, por lo que, al principio, intentaron achicar el agua con bombas.
Fue inútil. El barco había salido ya a aguas sin hielo, pero se escoraba.
Cuando se fue la electricidad y las bombas dejaron de funcionar, el capitán ordenó la evacuación.
Dos iceberg
La argentina de 38 años, Andrea Salas, animadora turística en el Explorer, contó a la bonaerense Radio Continental, que, tras el primer impacto, "el capitán anunció que había otro iceberg que se estaba acercando a nosotros y que esperaba que el viento lo desviara, pero no fue así".
El segundo iceberg, dice Salas, fue el que más daño hizo el barco. "En ese momento comenzó la evacuación", explicó.
Esta mujer quedó sorprendida por "la paz y el buen comportamiento de los pasajeros, que no se dejaron llevar por el pánico y se controlaron en todo momento".
Uno de ellos, el sueco Thomas Gotchel, declaró a la radio Cooperativa de Chile que "estaba durmiendo cuando lo despertó un fuerte golpe".
"Me levanté a ver qué pasaba y el agua ya había entrado al camarote. Me llegaba por encima de las rodillas, así que salí en pijama y con unas botas de agua", explica.
Su compañero de camarote, Erivan Shane, estadounidense, no tuvo tiempo ni de coger sus zapatos, por lo que salió a cubierta descalzo.
"Vuelvo a California sin nada, pero estoy vivo", resumió.
Ateridos a pesar de la ropa de abrigo que la tripulación les había dado, los pasajeros permanecieron varias horas en botes de salvamento y lanchas hasta que otro crucero, el noruego Nord Norge, los rescató.
Todos estaban ilesos, aunque algunos tenían síntomas leves de hipotermia.Tras el rescate, los pasajeros y tripulantes del Explorer fueron repartidos en dos bases chilenas y una uruguaya en la Antártida para pasar la noche.
Su traslado a Punta Arenas, en Chile, desde donde serán repatriados a sus países, se demoró ayer a causa de las malas condiciones climatológicas.
A media tarde, despegó por fin el primer avión Hércules de la Fuerza Aérea chilena encargado de llevar a Chile a los 154 náufragos.
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