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Barack Obama, en busca del tiempo perdido

Al presidente de EEUU se le acumula el trabajo en su sexto aniversario. Tan solo le quedan dos años de mandato para concretar la multitud de promesas que hizo en 2008.

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Barack Obama en una rueda de prensa en la Casa Blanca con motivo de la visita de David Cameron la semana pasada. /REUTERS.

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Barack Obama tiene prisa; dentro de dos años, exactamente el 20 de enero de 2017, tendrá que retirar sus pertenencias y las de toda su familia de la Casa Blanca. Ese día dejará de ser el hombre más poderoso de la tierra, como lo fueron los 43 presidentes estadounidenses que lo precedieron, para pasar a ser el expresidente.

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Un afroamericano llegaba a sentarse en el trono de la Casa Blanca por primera vez en los más de dos siglos de vida de EEUU como nación independiente, y con un programa electoral con indudables toques progresistas, radical incluso para los parámetros estadounidenses.

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La reforma fiscal no pudo prosperar por la enconada oposición republicana, ni la reforma laboral y el proyecto de reforma sanitaria se fue descafeinando más y más

La reforma fiscal no pudo prosperar por la enconada oposición republicana, ni la reforma laboral; el proyecto de reforma sanitaria se fue descafeinando más y más y puede ser desmontada totalmente por quien suceda a Obama dentro de dos años. Desde 2009 se han deportado más inmigrantes ilegales que en la era Bush, pese a lo cual el presidente promete legalizar a cinco millones de sin papeles, menos de la mitad de los que prometió al iniciar su primer mandato.
En materia de seguridad y derechos civiles Obama no desmontó la Patriot Act, ese paquete de leyes antiterroristas “temporales” que implantó Bush tras el 11-S y que fue renovándose año tras año hasta el día de hoy, y que permite al Big Brother pinchar teléfonos, interceptar emails, correo postal, revisar cuentas bancarias o fichas médicas de cualquier ciudadano en EEUU sin autorización judicial.

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Durante la campaña de 2008 Obama se distanciaba de la cruzada planetaria de “el Bien contra el Mal” lanzada por George W. Bush tras los atentados del 11-S y desterraba del vocabulario oficial el concepto de “guerra contra el terror”

Barack Obama se distanciaba de la cruzada planetaria de “el Bien contra el Mal” lanzada por George W. Bush tras los atentados del 11-S; desterraba del vocabulario oficial el concepto de “guerra contra el terror”; aseguraba que se investigarían los crímenes cometidos bajo ese paraguas; que se prohibiría terminantemente la tortura a los prisioneros; que se cancelaría el programa de secuestros de la CIA y los traslados de sospechosos de terrorismo a centros de tortura propios o situados en países aliados y se cerrarían las prisiones secretas.

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El flamante presidente prometía cerrar en el plazo máximo de un año, en enero de 2010, la prisión de la ilegal base naval estadounidense enclavada desde 1903 en la provincia cubana de Guantánamo, y se comprometía a eliminar los tribunales militares y juzgar ante tribunales federales a sus 242 prisioneros, liberando a todos aquellos que fueran inocentes, y trasladando a cárceles de alta seguridad continentales a quienes fueran condenados por ser considerados culpables.
Sonaba muy bien, todos querían que fuera realidad, que EEUU fuera interna y externamente la democracia que siempre dijo ser. Para muchos otro mundo era posible a partir del triunfo de Obama. 'Superman' se había corporizado en Obama. Pero el globo se desinfló rápidamente, y ahora sabemos que más rápidamente de lo que creíamos.

Obama había descubierto en las capacidades del drone la solución perfecta para llevar a cabo silenciosamente ejecuciones extrajudiciales de sospechosos de ser miembros de Al Qaeda o de cualquier otro grupo terrorista enemigo de EEUU

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Tres días después de asumir el poder, el 23 de enero de 2009, cuando las promesas del presidente seguían cubriendo las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo, el Obama comandante en jefe de las fuerzas armadas estadounidenses daba luz verde en secreto al primer ataque letal con drones de su mandato. Un avión no tripulado artillado, operado desde una base militar de EEUU, a más de 10.000 kilómetros de distancia de su objetivo, disparaba sus misiles hellfire en la aldea de Zeraki, en Waziristán Norte, Pakistán, contra un bloque humilde de viviendas para matar a un supuesto líder terrorista. El resultado, más de una decena de muertos, mayoritariamente mujeres y niños.

Obama no hizo juzgar a ninguno de los responsables de las torturas y asesinatos de la era Bush

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Coherente con esta política de continuidad de la “guerra contra el terror” de su predecesor por otros medios, Obama no hizo juzgar a ninguno de los responsables de las torturas y asesinatos de la era Bush, ni aceptó extraditar a los militares que asesinaron en Bagdad a José Couso en 2003 ni tampoco a los 26 agentes de la CIA reclamados por la Justicia italiana por secuestrar en 2003 en Milán y trasladar y torturar durante cuatro años en una cárcel de Egipto al imán musulmán Osama Mustafá Hasan Naser, Abu Omar.

Obama sabe también que sin restablecer las relaciones con Cuba, EEUU no podrá recuperar el terreno perdido en América Latina y el Caribe hace años

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Es un presidente realista, cómo no. Tan realista, por fin, que ha sabido ver que cerca del 60% de los estadounidenses quiere que se levante el bloqueo; tan realista como para ceder finalmente también la presión de la Cámara de Comercio estadounidense, cuyos empresarios le dicen que China, Rusia, Brasil, España y otros países invierten en grandes proyectos en la isla, mientras ellos quedan fuera de la fiesta.

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