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Brasil El escándalo de la carne brasileña envenena el gobierno de Michel Temer

Una investigación denuncia que los frigoríficos ejercían una influencia directa sobre el ministerio de Agricultura, hasta el punto de que estas multinacionales escogían a los funcionarios que se encargarían de las fiscalizaciones del producto.

El presidente de Brasil Michel Temer comiendo carne con importantes empresarios. REUTERS/Ueslei Marcelino

Agnese Marra

Hay una norma no escrita en las relaciones internacionales: si hay una crisis grave en el país que pueda afectar a sus vecinos, no se debe convocar a los embajadores hasta que no se tengan todos los detalles de lo sucedido. Michel Temer, el presidente de Brasil, -ese país que fue conocido por sus dotes diplomáticas- se saltó la regla a la torera.

Al estilo Manuel Fraga bañándose en las aguas de Palomares, el mandatario brasileño apenas 48 horas después de que se diera a conocer la operación “Carne débil”, que denunciaba que algunos de los frigoríficos más importantes del país habían dado propinas a fiscales sanitarios para que dejaran pasar su producto en mal estado, invitó a cenar a una decena de embajadores a una famosa churrascaría de Brasilia.

La foto de Temer rodeado de diplomáticos, caipirinhas y suculenos filetes de picanha (el clásico corte de carne brasileño) provocó todo tipo de memes en las redes, especialmente cuando se supo que además de la parafernalia mediática, el festín que se dieron los diplomáticos fue con carne extranjera: “En esta churrascaría solo trabajamos con carne australiana y uruguaya”, le dijo al diario Estado de São Paulo el gerente del restaurante. Desde presidencia rápidamente enviaron una nota que aseguraba que lo que se sirvió esa noche era 100% autóctono. Independientemente de si lo fuera o no y de las bromas que viralizaron, esta semana Michel Temer ha tenido que enfrentarse al mayor problema internacional y económico del pais desde que asumió la presidencia tras el polémico impeachment a su predecesora Dilma Rousseff.

En apenas un día las exportaciones de carne brasileña cayeron de 63 millones de dólares de beneficio diario a apenas 72.000, una valor que corresponde casi a un cero% del movimiento habitual del sector. Tan solo las industrias de carne de cerdo y de pollo perdieron a lo largo de la semana 40 millones de dólares.

El presidente de Brasil Michel Temer comiendo carne con importantes empresarios. REUTERS/Ueslei Marcelino

El presidente de Brasil Michel Temer comiendo carne con importantes empresarios. REUTERS/Ueslei Marcelino

El pasado viernes la Policía Federal dio a conocer el mayor escándalo de las últimas décadas en industria alimentaria de Brasil. En una operación en la que se arrestaron a 37 personas, entre ellas algunos de los altos mandos de las multinacionales de carne más importantes del país como JBS o BRF, se demostró que al menos 21 frigoríficos habían formado parte de un esquema de corrupción que involucraba a fiscales del ministerio de Agricultura, quienes recibían una serie de mordidas a cambio de colocar carne en “mal estado” en los supermercados nacionales, extranjeros, y hasta en comedores de algunos colegios públicos del estado de Paraná, el principal productor de carne de Brasil.

La investigación denuncia que los frigoríficos ejercían influencia directa sobre el ministerio de Agricultura, hasta el punto de que estas multinacionales eran las que llegaban a escoger a los funcionarios que se encargarían de las fiscalizaciones del producto. Además del pago de propinas a servidores públicos, las empresas tenían acceso al login y a la contraseña del sistema de procesos administrativos vinculados con esta pasta.

Según la Policía Federal, que asegura que esta es la mayor operación en materia de corrupción a la que se han enfrentado, las secretarías de Agricultura de los estados de Paraná, Minas Gerais y Goias se dedicaron al menos durante los últimos dos años a proteger a los conglomerados de la carne en perjuicio del interés público, una simbiosis perfecta entre las empresas privadas y el estado.

Diversos testimonios reconocieron ante la Policía Federal que carnes con la fecha de caducidad vencida habían sido manipuladas con tasas más altas de las permitidas de ácido carbónico -un químico habitual en estos productos- que dependiendo de la cantidad puede ser nocivo para la salud. El cambio de embalaje o el uso excesivo de agua dentro de estos alimentos formaban parte de las técnicas utilizadas para disfrazar el aspecto del producto, desvelaron trabajadores de los frigoríficos investigados.

De la carne a la corrupción de partidos

Las propinas que recibieron los fiscales del ministerio de Agricultura no fueron tan solo a sus bolsillos. Parte del dinero recibido se destinó al partido del presidente Temer, el PMDB, y al de su pincipal aliado de Gobierno, el PP. Sin embargo la Policía Federal todavía no sabe por qué se repartió entre estas siglas y también desconocen el nombre de los políticos que salieron beneficiados. El actual ministro de Justicia, Osmar Ramalho (PMDB), aparece en una de las escuchas registradas por la policía cuando todavía era diputado federal. Sin embargo, hasta ahora no han encontrado “pruebas suficientes” para incriminarlo.

Temer no se ha querido pronunciar en relación a estas denuncias y sí ha insistido a lo largo de la semana que esta operación había sido una “exageración” de la Policía Federal. Un grupo de científicos también ha cuestionado hasta qué punto las carnes manipuladas eran nocivas para la salud y pusieron en entredicho las investigaciones científicas de la policía.

A su vez el fiscal federal agropecuario, Daniel Gouveira Teixeira, responsable de denunciar el escándalo de corrupción ante las autoridades, ha advertido que “todavía no se ha mostrado ni un 1% de lo que ha descubierto la Policía Federal”. Sin embargo el ministro de Agricultura ha declarado que espera que en apenas 21 días se cierren las investigaciones para “volver a la normalidad”.

Crisis internacional

Los mercados internacionales no tardaron en responder a las investigaciones. A lo largo de la semana, como si se tratase de fichas de dominó los diversos países fueron cayendo de la órbita de las exportaciones brasileñas. Los chinos –el primer importador mundial de esta carne- fueron los primeros en cerrar sus puertas y en optar por la medida más dura: bloquear la entrada de todas las carnes de Brasil. La Unión Europea –el tercer importador mundial- también reaccionó rápido pero decidió cerrar sus puertas tan solo a los productos que provenían de los 21 frigoríficos investigados, el resto sí podría llegar a los supermercados.

El mercado estadounidense que hasta 2015 vetaba la carne brasileña debido a la fiebre aftosa de algunas vacas del país, anunció que no bloquearía pero que endurecería las fiscalizaciones. Pero en las últimas 24 horas países como México, Canadá, Sudáfrica o Japón han decidido seguir la línea de la Unión Europea, que además de prohibir la entrada del producto ha señalado que los controles serán más duros: “Vamos a llevar a cabo verificaciones físicas y microbiológicas más estrictas”, adviertió esta semana la Comisión Europea.

El mercado de la carne es la tercera mayor fuente de riqueza de un país que mantiene entre sus pilares económicos las commodities y su respectivo agronegocio. El ministro de Agricultura, Blairo Maggi, conocido por ser dueño de tierras y haber ganado el premio del “rey de la deforestación de Brasil” otorgado por Greenpeace, señaló que la reacción de los mercados y las repercusiones en la economía del país podían ser “desastrosas”. Al menos seis millones de brasileños dependen de la industria de la carne y el miedo desde las instituciones tiene que ver con el tiempo que puede llevar recuperar la confianza de los mercados internacionales: “Puede que tengamos que esperar hasta cinco años hasta que vuelvan a confiar en nosotros, sería una tragedia”, dijo Maggi.

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