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Las textiles de Bangladesh siguen sin llegar a los mínimos de seguridad para evitar nuevas tragedias

Una enorme lupa sobre el sector

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Derrumbe del complejo Rana Plaza en 2013 en Bangladesh, donde murieron más de un millar de trabajadores.- EFE

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DACCA.– La inauguración el pasado octubre de una tienda de Primark en Madrid causó sensación, generó enormes colas y sirvió para recordar que la ropa de moda asequible sigue siendo un imán para las masas en Occidente. Sólo un par de semanas después, a miles de kilómetros de distancia se producía una efeméride mucho menos publicitada en el segundo país exportador de textil del planeta, en el que producen la mayoría de las grandes firmas internacionales, incluida Primark. Concluían en Bangladesh las inspecciones de seguridad en fábricas textiles que se iniciaron a raíz del derrumbe del complejo Rana Plaza, donde en abril de 2013 fallecieron más de un millar de trabajadores bajo los escombros.

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Cuando uno abandona rumbo al norte la populosa Dacca, una ciudad de 18 millones de habitantes en congestión perpetua, a los lados de la carretera comienzan a surgir paulatinamente edificios de varias plantas junto a los que a primera hora de la mañana se forman largas hileras de gente como las de Primark en Madrid. Quienes esperan no son compradores en busca del último modelo, sino trabajadores del textil, en su mayoría mujeres, muchos de ellos originarios de otros puntos de Bangladesh, que acuden puntuales a su cita diaria y representan el músculo de nueve millones de manos que mueve la mayor industria exportadora del país. Un sector que en el curso fiscal 2014-15 facturó casi 26.000 millones de dólares, más del 80% del total de ventas nacionales al exterior, y que pese a los graves siniestros de los últimos años aspira a doblar la marca en 2021.

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Primark tiene la mayoría de sus talleres en Bangladesh, entre ellos el que se derrumbó en 2013.- REUTERS.

Una enorme lupa sobre el sector

El Rana Plaza cayó como un castillo de naipes. Cinco meses antes, en noviembre de 2012, un grave incendio en otra fábrica, Tazreen Fashions, había segado la vida más de un centenar de personas. Ambos desastres, ocurridos en las afueras de Dacca, hicieron sonar las alarmas. El Gobierno de Bangladesh aprobó una enmienda de la ley laboral, se incrementaron los salarios mínimos, se flexibilizó la creación de sindicatos y se sancionaron indemnizaciones para las víctimas.

Diferentes ritmos de inspección

La labor supervisora lleva claramente dos ritmos. Por un lado, las marcas punteras de Occidente han financiado con decenas de millones dólares dos entes inspectores, Accord y Alliance, que engloban sobre todo a las fábricas que producen para firmas europeas y norteamericanas respectivamente, mientras que unas 1.500 fábricas que exportan a mercados menos importantes fueron asignadas a una iniciativa liderada por el Gobierno y tutelada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Accord y Alliance concluyeron ya en 2014 sus inspecciones, mientras que las autoridades bangladesíes solo terminaron de supervisar su parte a finales de octubre.

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"Hay edificios que no se correspondían con el diseño del arquitecto, que tenían columnas más pequeñas. Otros que debían tener cuatro plantas y tenían dos más de la cuenta.

Según el último informe de Accord, emitido este mes, sus ingenieros han hallado hasta la fecha más de 67.000 incorrecciones durante sus visitas a los talleres, 617 de los cuales un año y medio después de la primera supervisión aún no han presentado un plan de viabilidad, mientras que más de un millar lo han presentado pero lo implementan "con retraso". Solo dos fábricas cumplen ya plenamente con los requisitos de seguridad, a las que se suman seis más inspeccionadas por Alliance. Es decir, ocho de 3.500 han superado el examen. "En muchos casos, las fábricas están errando a la hora de hacer progresos en las labores de remediación de acuerdo a la hoja de ruta planteada", mantuvo en su última notificación en septiembre Alliance, que se fija un calendario hasta 2018 para los siete centenares de talleres bajo su lupa. En su caso, la media de incorrecciones por fábrica es de 86, un cuarto de ellas de "prioridad máxima".

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Dudas sobre la viabilidad de las reformas

Protestas delante de una tienda de Primark por la tragedia de Bangladesh.- REUTERS.

Los tiempos son otros, más pausados, en la iniciativa liderada por el Gobierno, cuyas inspecciones son las que acaban de concluir. Las autoridades bangladesíes han fijado un plazo de tres meses para presentar planes de viabilidad, aunque fuentes del sector sostienen bajo anonimato que el plazo se incumplirá. Y luego, "arreglar los problemas dependerá de cada fábrica. No podemos decir si se tardarán semanas o meses", defendió cuando terminaron las inspecciones Syed Ahmed, jefe del DIFE, el organismo inspector gubernamental. De esas 1.500 fábricas visitadas por sus ingenieros, dos tercios se enfrentan a reformas de envergadura y un tercio han sido calificadas con un color verde que supuestamente implica cambios poco costosos o mínimos.

¿Competitivos pese a los cambios?

Cientos de trabajadores de la industria textil fallecieron en Bangladesh.-EFE

Para muchos dueños de fábricas resulta injusto que sean ellos únicamente quienes tengan que asumir el gasto de las reformas, aunque Suson matiza que se han puesto en marcha diferentes iniciativas y acuerdos bancarios que permiten a los patrones acceder a créditos con intereses muy bajos en caso de que necesiten liquidez. "Bangladesh es uno de los países en los que la industria textil obtiene más ayuda (por parte de las autoridades). De hecho, las inspecciones a los talleres les están saliendo gratis a los propietarios y, la realidad, es que han estado ganando un montón de dinero", subraya. El activista recuerda, además, que pese a las subidas de los últimos años, el país asiático sigue teniendo los salarios más bajos de la región: 5.300 takas mensuales (67 dólares), que unidos a algunos suplementos pueden llegar a los cien dólares.

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