Este artículo se publicó hace 13 años.
La careta moderada de la tiranía libia
El segundo vástago de Gadafi era el heredero deseado por Occidente
Saif al Islam Gadafi era la careta, más que la cara, moderada del régimen de su padre. Una careta que cayó cuando los rebeldes osaron desafiar la autoridad del líder libio. Entonces se puso de manifiesto que, por encima del carácter reformista que se le suponía, estaba la lealtad a su progenitor. "Al líder no lo puedes cambiar. Puedes cambiarlo todo, excepto al líder, porque él es el líder", había declarado en 2004 el segundo hijo del dictador a la BBC.
Alejado de las extravagancias del coronel Gadafi, Saif al Islam (Espada del Islam), un hombre joven (nació en 1972), elegante y de inglés exquisito, que incluso poseía un doctorado de la elitista London School of Economics, era un candidato presentable a la sucesión. Todo lo contrario que el otro hijo de Gadafi, a quien se atribuían veleidades sucesorias, el brutal Muatassim, asesor de seguridad nacional y comandante de las fuerzas especiales del régimen, que murió asesinado al lado de su padre.
Saif al Islam era el preferido de Occidente. Máxime porque este vástago del dictador participó en la negociación que terminó con el abandono de Libia de su programa nuclear, la prenda ofrecida por Trípoli a cambio de ser readmitida en la comunidad internacional. Además, la Fundación Internacional para el Desarrollo y la Beneficencia de los Gadafi, que presidía, sirvió para canalizar las indemnizaciones a las víctimas de los atentados terroristas patrocinados por Libia décadas atrás.
Ante él se abrían todas las puertas, incluso las del palacio de Buckingham, y EEUU lo veía con muy buenos ojos.
Al delfín del autócrata se le llenaba la boca hablando de democracia. Hasta febrero, cuando el poder de su padre se vio amenazado. El heredero olvidó entonces su disfraz de reformista y no dudó en tomar las riendas de la represión para aplastar a los opositores, a los que tildó de "terroristas" y amenazó con derramar "ríos de sangre".
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