La catástrofe natural y humanitaria del incendio de Hawái, en imágenes

Mientras que los bomberos del condado de Maui, en Hawái, luchan contra las llamas, el personal de emergencia recorre de manera minuciosa el paisaje incinerado en busca de más restos humanos. Por el momento, las muertes ascienden a 99, pero podrían duplicarse en los próximos diez días.

La localidad histórica de Lahaina ha sido arrasada por el incendio forestal más mortífero desde que Hawái se convirtió en el 50º estado del país norteamericano, en 1959. La población critica la inacción del Gobierno con dos asuntos en el punto de mira: el impacto del tendido eléctrico en la propagación del fuego y la ausencia de sirenas de alerta cuando las llamas alcanzaron las zonas residenciales de la ciudad.

La Guardia Nacional del Ejército de Hawái vació baldes de agua vía aérea sobre el incendio forestal que arde en la isla de Maui. A pesar del arduo trabajo de los servicios de emergencia, el fuego avanzó con rapidez a causa de la sequía severa que sufre parte del islote y el desuso de los campos de las antiguas plantaciones de piña o caña de azúcar, hoy cubiertos de matorral. El viento huracanado hizo el resto.

Lester perdió su casa en el incendio de Lahaina. El 11 de agosto regresó a buscar entre las ruinas del dormitorio asolado de su vivienda la urna que contenía las cenizas de su hijo. Son muchos los que han perdido sus casas y pertenencias en la ciudad, reducida a escombros. 

Los funcionarios permitieran el pasado 12 de agosto a los residentes y turistas regresar al oeste de Maui, donde se sitúa la ciudad de Lahaina, lo que provocó enormes colas en las carreteras occidentales de la isla.

Davilynn Severson es una mujer que ha perdido la casa de su familia en el incendio de Lahaina. El pasado 11 de agosto regresó para buscar entre las cenizas de la vivienda pertenencias que no hubieran sido pasto de las llamas. Entre los escombros, halló una página de un anuario que había sobrevivido al fuego.

Decenas de voluntarios continúan trayendo suministros al área del oeste de Maui, muy necesarios después de los estragos causados por el desastre natural. Muchos residentes decidieron permanecer dentro del perímetro de exclusión por temor a los saqueos o a no poder regresar. Varios barrios se organizaron así para repartir alimentos, agua y otros artículos de primera necesidad entre su comunidad a través de pequeños puntos de distribución gestionados por los propios vecinos.

A pesar de que las autoridades están siendo precavidas a la hora de dar una cifra de fallecidos oficial, se estima que unas 1.000 personas siguen desaparecidas. Según el director de asuntos públicos del Departamento de Defensa de Hawái, buscan las víctimas casa por casa, en estructuras inestables, entre coches...". Por el momento se ha registrado tan solo un 25% de la ciudad.

Un gran número de supervivientes y feligreses se reunieron el 13 de agosto en el Maui Coffee Attic en Wailuku para acudir a un servicio religioso dominical. El lugar abrió sus puestas para el acto después de que la iglesia Bautista Grace y la casa del pastor Brown en Lahaina fueran destruidas por el incendio.

Miles de personas han perdido sus hogares y otras 14.000 han sido evacuadas, por lo que uno de los asuntos más apremiantes es encontrar un lugar donde se puedan quedar los afectados, afirman las autoridades hawaianas. Por el momento, varios centros y colegios han abierto sus puertas para acoger a los que lo necesiten. En la imagen, la escuela secundaria de Maui.

Noelle (en el centro), una habitante desplazada de Lahaina, también perdió su casa en el incendio de Lahaina. El 13 de agosto acudió al servicio conmemorativo en el Maui Coffee Attic junto con una menor.

 En la fotografía, tres residentes acuden con un carrito a Lahaina con la esperanza de rescatar retazos de su vida anterior al incendio mientras los servicios de emergencia rastrean al millar de desaparecidos.