Este artículo se publicó hace 14 años.
Ciudad Juárez dice "¡basta ya!"
La matanza de 14 estudiantes brillantes sin vínculos con el narcotráfico conmociona a la población mexicana
Enero fue el mes más violento del último lustro en México. En sólo 34 días, las víctimas del crimen organizado llegaron a 1.000, según el recuento del diario El Universal. Hace cinco años, los 1.000 muertos se alcanzaban en septiembre, no en enero. La fronteriza Ciudad Juárez sufrió más terror si cabe: 14 estudiantes de entre 13 y 19 años fueron ejecutados el pasado domingo en una casa cuando celebraban un cumpleaños. Dos adultos que pasaban por allí también murieron. Se ignora el motivo. Según la Fiscalía, el jefe de los sicarios que mataron a los jóvenes, brillantes y sin aparentes vínculos con el narcotráfico, ya fue abatido en un choque con militares. Incrédula, la ciudadanía pide justicia y una investigación profunda. Los más de 16.000 soldados y policías federales y municipales que integran la operación coordinada Chihuahua lanzada hace dos años para luchar contra el narcotráfico no pudieron impedir la masacre, ejecutada por 16 sicarios.
En una población de un millón y medio de habitantes, 60.000 familias, entre ellas la del alcalde, se han ido a vivir a El Paso, al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, a causa de una violencia que ha dejado 10.000 huérfanos, según organizaciones civiles: niños que crecen en un conflicto armado. Impotencia y indignación son los sentimientos que despierta la incapacidad de los responsables públicos, la insensibilidad policial y la impunidad.
Sensación de guerra"No hay niño sin una referencia directa de un hecho violento con armas de fuego en Ciudad Juárez", cuenta la socióloga Nashieli Ramírez. "Es una ciudad patrullada, con barricadas. Hay una sensación de guerra, con un fuerte impacto en la niñez", añade. Los jóvenes que ni estudian ni trabajan superan la media nacional; las madres adolescentes y los adictos, también. "No es una ciudad amigable. El 80% de los padres no deja salir a sus hijos a las calles. Los niños crecen encerrados alrededor de un televisor", en el que abundan los estereotipos consumistas, violentos y machistas.
"La juventud que no tiene opciones es fácilmente cooptada por el narco", subraya Ramírez, socióloga de la ONG Ririki Intervención Social, que trabaja con niños emigrados.
60.000 familias, entre ellas la del alcalde, se han ido a vivir a El Paso, en Estados Unidos
No era el caso de los jóvenes bachilleres asesinados, brillantes en sus estudios. A raíz de su asesinato, la sociedad ha dicho "¡basta!". Se considera que la situación es intolerable y que este caso forma parte de una serie de sucesos violentos "que tienen sumida a la población juarense en el miedo y la indefensión" por la ineficiencia de la operación Chihuahua.
Las organizaciones exigen la revisión de la estrategia para combatir el narco, de manera que se garantice la seguridad. Y algunas piden cascos azules de la ONU.
Justicia con garantías es otra demanda frente a la corrupción existente. Los expertos denuncian la revictimización, como llaman al hecho de que, en el supuesto de que haya investigaciones, estas van más encaminadas a resolver en qué grado fue responsable la víctima de su propio asesinato que a buscar a los autores. Ocurre sobre todo con mujeres, periodistas o activistas de Derechos Humanos.
La sociedad cree que la situación y la ineficacia de las autoridades es «intolerable»
La agresividad infantil y juvenil ha aumentado, según Catalina Castillo, coordinadora de la Organización Popular Independiente, que atiende en guarderías y centros comunitarios a centenares de juarenses de colonias populares. "Por mimetismo de lo que sufren y porque el estrés que padecen las mamás se refleja en los hijos, se descargan violentamente en ellos", señala Castillo. La desconfianza paterna debida a la inseguridad impide que jóvenes asistan a los centros de convivencia. "Pero con la masacre del domingo, esto se revierte: ahora, ni en su casa están seguros".
La violencia criminal es lo más preocupante para niños y jóvenes mexicanos. Un concurso con 11.000 ensayos y dibujos, organizado hace dos años en Distrito Federal, mostró como eje las armas de siempre, pero como novedad añadían la sangre.
Aislar los efectos de la violencia es un mecanismo de supervivencia. Indiferentes, por saturación o desconocimiento, la mayoría de mexicanos dan por hecho que "si los matan, es por algo". Los casos en que el poder y el crimen organizado aparecen vinculados ni se investigan: nada se conoce, por ejemplo, de la ejecución de 24 jóvenes peones procedentes de las afueras en septiembre de 2008. Sus cadáveres han sido recuperados de una fosa común descubierta cerca del DF. Eran indígenas sin influencia, invisibles, viviendo en condiciones infrahumanas.
La masacre de Ciudad Juárez será clave en la lucha contra el narcotráfico. La presión social, a partir de organizaciones civiles fuertemente implementadas desde el feminicidio de finales de los noventa, se ha reforzado.
El Gobierno de Felipe Calderón insiste en que va a "recuperar Juárez para la gente buena". Pocos le creen.
Quienes trabajan con la gente buena de Juárez lo tienen claro. "México es Juárez, tenemos que seguir trabajando y preocuparnos por su futuro", afirma Nashieli Ramírez. "En Colombia, donde expusimos nuestro trabajo con la niñez, nos dijeron que aún estamos a tiempo de no llegar a extremos irreversibles".
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