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Los combatientes de Bengasi salen a reconquistar el terreno perdido

Los bombardeos que han golpeado a las tropas de Gadafi permiten a los insurgentes avanzar hacia Ajdabiya

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¡Zenga, zenga! A buscar enemigos calle por calle. Es el grito de guerra con el que los rebeldes partían a luchar desde Bengasi hacia Ajdabiya, a unos 150 km al sur del bastión de la insurgencia, mofándose de la frase que utilizara Gadafi para amedrentarles. Amontonados en contados coches todoterreno, alzando al aire sus armas y con el grito de guerra ¡Allah u Akbar! (Alá es el más grande), se lanzaban a la lucha en grupos de 14 hombres que partían con cuentagotas, con más bravura que munición, enfrentándose al incumplimiento del segundo alto el fuego anunciado por el Ejército libio desde que comenzaron los ataques de la coalición internacional. (Así te lo hemos contado en directo)

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"Había rumores de que Ajdabiya estaba liberada, pero cuando hemos intentado acceder hemos sido atacados con disparos de armas y artillería pesada de las tropas del régimen", explicaba Harem Hodairy, miembro de la Luna Roja libia que intentó entrar en la ciudad y se vio sorprendido por el ataque.

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El frente de la batalla se situaba a diez kilómetros de Ajdabiya, donde cientos de rebeldes cargaban las pocas baterías antiaéreas de las que disponen, además de algunos cohetes Katiusha para los más afortunados, mientras que otros iban armados con simples palas para cavar o cuchillos. Los había incluso que hacían prácticas de tiro por primera vez en su vida, en un ambiente de júbilo, disparando ráfagas de fusil al aire y con ánimos renovados desde que entrara en escena la comunidad internacional.

"¡Muchas gracias por la ayuda! ¡Merci Sarkozy!" gritaban al paso de los periodistas internacionales. "Queremos a Gadafi bajo tierra", decía un rebelde. "¡De aquí a Trípoli; que nos espere allí toda la familia del dictador!", añadían otros, sonrientes y envalentonados, exhibiendo un signo de la victoria omnipresente.

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"De aquí a Trípoli. Que nos espere allí toda la familia del dictador"

Las fuerzas del dirigente libio se atrincheran no sólo en Ajdabiya, ciudad cuyo acceso por el norte aún controlaban, sino también en Misrata. Se trata en ambos casos de unidades del Ejército libio que han quedado atrapadas y que evitan moverse para impedir ser alcanzadas por los ataques aéreos de la operación militar Odyssey Dawn, a la que se incorporaron los primeros aviones españoles.

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Conectarse con los que partían a Ajdabiya era tarea imposible, puesto que no funciona prácticamente ninguna línea telefónica en el este del país, salvo los móviles vía satélite. Por la mañana se registraban un muerto y cinco heridos en este punto, donde no se veía ni rastro de presencia de los aviones de la coalición. "Estamos esperando el apoyo aéreo, sin ellos no podemos avanzar", se quejaba el coronel desertor del Ejército libio, Abdelmen Osman, ahora del lado de los rebeldes.

Poco informados, muchos insurgentes ignoran que Washington reiteró que la operación militar internacional en marcha no tiene como misión apoyar a las fuerzas de la oposición si se involucran en operaciones ofensivas, sino simplemente la protección de civiles.

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Familias enteras se hacen fotos en el cementerio de tanques de Gadafi 

Trípoli, sufrió el segundo día consecutivo de ataques aéreos de la coalición, que dio en el corazón del régimen derribando un edificio del Bab al Azizia, el complejo palaciego en el que reside Gadafi y orgullo del dictador, el lugar en el que solía recibir a sus visitas. En la cacofonía en la que se ha convertido la información sobre el conflicto y la opinión de unos y otros sobre las acciones militares sobre el terreno, los estadounidenses dejaron claro que "sería insensato" matar a Gadafi, que en estos momentos está en paradero desconocido.

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En los últimos días, sólo se le ha oído la voz en dos declaraciones a través de la radio libia. Al caer la noche se reanudaron los bombardeos sobre la capital, donde se escucharon dos fuertes explosiones seguida de artillería antiaérea.

Mientras tanto, en el este, a 30 kilómetros de Bengasi, una multitud venía en masa a recorrer el cementerio de tanques de las tropas pro Gadafi que quedaron destrozados por el ataque de los cazas franceses. Familias enteras recorrían los vehículos, aún ardiendo y con restos humanos, haciéndose fotos y celebrando la victoria.

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En Bengasi hay problemas con la seguridad y de abastecimiento

"¿Cómo puede decir que es él quien quiere proteger a la población? ¡Lo que quería era masacrarnos!", decía indignado un habitante de Bengasi desplazado a la zona para curiosear. La avalancha de gente era tal que a última hora de la tarde se formaron grandes atascos de acceso a la ciudad.

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Antes de la retirada de las tropas pro-Gadafi, el enclave convertido en la bestia negra del dictador sufrió el sábado una cruenta incursión en pleno centro de la ciudad, donde viven unos 600.000 habitantes, matando a un centenar de personas, según afirmaron a Público fuentes de Consejo Nacional Libio.

La situación de seguridad sigue siendo muy delicada dentro de la ciudad, donde todavía deambulan grupos aislados de esbirros que quedaron varados tras el ataque del sábado y que siguen activos. En algunos casos se trata de francotiradores que disparan desde las azoteas contra los pocos civiles que se atreven a salir a las calle, según algunos testigos. La ciudad entera está repleta de barricadas de lo más variopinto. Desde lavadoras, sillas, contenedores o hasta un barco, todo vale a los rebeldes para intentar frenar los vehículos sospechosos y detectar a los enemigos.

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Los responsables de la ciudad, en la que empieza a escasear la comida, aseguraron haber detenido a 150 combatientes pro-Gadafi que habrían sido trasladados a una prisión, sin precisar cuál, según explicó Mohamed Omar Fannush, coordinador de los medios del Consejo Nacional Libio y miembro del Consejo local de Bengasi, en una rueda de prensa celebrada en uno de los hoteles donde se alojan los periodistas. Anoche todavía podían oírse disparos aislados en las calles de Bengasi y muy cerca de ese edificio.

El temor a un largo conflicto en Libia y la inestabilidad en Oriente Próximo llegaron a impulsar la cotización del crudo Brent, de referencia para Europa, un 2%, hasta superar los 116 dólares. Finalmente, el barril se encareció cerca de un 1%, hasta el entorno de los 115 dólares. Los precios actuales son los más altos en los últimos dos años y medio, aunque la apreciación del euro frente al dólar en las últimas jornadas amortiguará su efecto. Según ‘The Financial Times’, la producción de crudo libio es ya prácticamente nula. Antes del conflicto, Libia (tercer productor de África) vendía al exterior un 80% del petróleo que extraía, principalmente, a Europa, con Italia (28% de las exportaciones), Francia (15%), China (11%), Alemania (10%) y España (10%) como principales destinatarios. En el caso de España, es el tercer proveedor de crudo (cubre el 13% del consumo). Sin embargo, se descartan problemas de suministro: otros miembros de la OPEP, entre ellos, Arabia Saudí (el más importante), están compensando el cese de la producción libia.

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